2 de febrero de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez
La mirada de los demás
EL DÍA SE PRESENTA TIBIO Y HAY SONRISAS QUE SE TE OFRECEN COMO EL REGALO DE UN DIOS
Jack Vettriano, el mayordomo cantante
Me despierto, diligente, en esta tibia mañana, y emprendo las primeras de las tareas que competen a mi condición. Hace unos años ya que ejerzo de jubilado, y las chicas de Polvillo son para mí labendición de cada día, regalada a golpes de palabra, de hisopo y agua bendita, y de una mirada cordial:
- Buenos días "mi arma". Gracias, rey. Hasta luego, corazón...
Y hasta los pies se me bailan a ritmo de chachacha.
Gracias a que las leyes aún permiten que las niñas echen flores, algunos viejos poco verdes como yo lucen aún su sonrisa nostálgica y una ilógica pasión de rejuvenecer.
Me dirijo hacia el quiosco donde, desde hace una década o dos, un sabio del día a día me suele tomar la lección:
─ ¿Ha oído usted las noticias? Desde luego, no tienen perdón de Dios. Aquí, como dice la Pantoja, no es cuestión de sulfurarse: "¡Dientes, dientes y dientes!". Una caterva de dientes para fastidio de los demás. Con un desgraciado se ensañan, y con un sinvergüenza no.Y como no paguea tiempo el interés de la usura mañana mismo le están buscandolos tíos del frac.
─Lleva usted razón, Joaquín. La de dentista es una profesión singular. Te introduce en la boca un taladro y una goma de succión, y te fuerza a sonreír al tiempo que te pregunta si lo estaba haciendo bien o mal. Y no se le vaya a ocurrir insultar con la mirada si le arrancó la muela del juicio, que dirá que la tenía picada y que le está haciendo un gran favor con no tener que pensar.
─ ¿Me habla usted de la mirada que nos viene desde abajo, de quien vive bajo la tensión de un quirófano, por decirlo con propiedad?¿“La mirada de la violonchelista”, a la que se refiere Ismael Yebra en su Tribuna de Opinión?
Cuántas cosas que todos podrían decirle. Que resulta que hoy se le viene encima un ministro y de un torpe decretazo condena a vegetar a los licenciados en Música y Bellas Artes, sin haber caído en la cuenta de si convenía o no;en lugar de dar salida a la farsa que cuestiona entre los profesores la competencia de losseñores inspectores de Educación.
─ ¡Verdad! La mirada resignada de tantos jóvenes, que es lo que estoy viendo yo. La de José Cándido Carballo que es nuestro vecino y que, como sabe usted, titula como abogado y de reconocido pintor. Doce horas diarias curradas por amor al arte, en las que está por ver sino ha dejado de revinar enotras tierras que le brindenla oportunidad de mantener a sus hijos y de vivir con dignidad. Como diría el doctor Yebra, con mirada de humanista: “Oyendo el sonido profundo del violonchelo descubrí unos ojos maduros, serenos, melancólicos. Tras ellos sentí un corazón humano. Un otro yo que iba en mi mismo barco y cuya deriva nos conduciría a todos a una segura tragedia. Desde entonces, para mí, la palabra crisis no designa unos fríos números y un concepto económico, sino algo más profundo; una mirada”.
Tras regalar su mirada de cálida aprobación el quiosquero extiende su mano para ofrecerme un periódico; es el “Diario de Sevilla”, al que me suscribí hace décadas por amor a la tierra en que mis hijas vieron su primera y más entrañable luz.
Me despido de Joaquín, que me devuelve el saludo y me agradece el detalle de una impagable fidelidad.
El día se presenta tibio y hay sonrisas que se te ofrecen como el regalo de un dios.
Una papelera cercana me ayuda a una decisión, que no estaba meditada: esta mañana me levanté con el pie cambiado y prefiero no leer ningún periódico; para qué si va a salir a recibirme una nota necrológica, o la estomagante noticia de un pederasta, o una cínica ceja, o la sonrisa de un percebe, o la pleitesía de un esquirol, o la cara de un merluzo, o la obsequiosa dentadura de un ratón, o laparla sin fin de un activo cantamañanas, o la torcida mirada de un reconocidísimo traidor.
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