8 de marzo de 2023 | Manuel Villegas Ruiz. Académico de la Real Academia de Córdoba
Nunca es tarde si la dicha es buena
Los latinos decían: errare humanum est, sed emendare sapientium, errar es humano, pero rectificar es de sabios
Nadie, por muchos conocimientos que posea y por muchas cualidades con las que la haya dotado la Madre Naturaleza debería de empecinarse en mantener una postura o un criterio en contra de lo que dicta el buen sentido, a veces, las costumbre, y siempre el sentir o uso general de diversos instrumentos.
Me refiero a nuestro inigualable idioma Español que es el instrumento que utilizamos posiblemente más de seiscientos millones de seres humanos en este planeta para transmitirnos nuestros pensamientos, sentimientos, inquietudes, alegrías y penas.
Imagino el proceso del lenguaje de la siguiente manera. El ser humano concibe en su mente algo que quiere que los demás participen de ello, ¿cómo puede hacérselo saber? No tiene otra forma ni manera que por medio de palabras, puesto que aún no domina la telepatía. Por ello la palabra único instrumento para expresar nuestras ideas ha de corresponderse totalmente con nuestro pensamiento.
Bueno hay otra manera de hacerlo como es el lenguaje silbado de la isla de la Gomera. Curiosa forma de transmitir pensamientos sin usar las palabras convencionales, pues reproduce la lengua hablada articulando silbidos, es reductor, espontáneo, no convencional y sirve para transmitir palabras por medio de silbos a grandes distancias. A veces hasta 5 km. Posiblemente sea el único lenguaje hablado que se comunique por silbidos.
La idea y la palabra con la que esta se expresa, son dos caras de una mima moneda, por lo que han de coincidir totalmente.
En español hay algunas palabras como el adverbio sólo que, para distinguirlo del adjetivo solo, se le colocaba sobre la primera o un acento o tilde gráfica para diferenciarlo del adjetivo solo, por ser en le primara o sobre la que recae el golpe de voz. No es lo mismo decir vengo sólo a verte (no a otra cosa) que vengo a verte solo (no me acompaña nadie). El primer solo ha de acentuarse en la primera o, porque sobre ella recae el golpe de voz, que en la escritura no se nota como no sea diferenciándolo con algún signo ortográfico, es decir la tilde gráfica, pues en solo como adjetivo no hay sílaba que soporte el mayor golpe de voz.
Igual ocurre con los pronombres demostrativos éste, ése y aquél, también en sus femeninos y plurales, que se acentuarán cuando haya riesgo de que se confundan con adjetivos y produzcan ambigüedad.
Con estas posibilidades de confusión entre sólo y solo, éste y este…, nuestros insignes académicos llevaban trece años diciendo que no había que poner tilde a ninguna de las palabras que podrían ocasionar confusión.
De pronto se les ha hecho la luz, son Pablos redivivos que se han caído del caballo y, finalmente, han reconocido su error, y como son, otra cosa no, pero inteligentes sí (es como el valor en la antigua “mili”, “se le supone”), aunque hayan tardado tanto tiempo en reconocer su fallo, se han bajado del caballo de su empecinamiento, y han admitido que el adverbio y los pronombres enunciados arriba es mejor que se diferencien de sus homónimos con un acento gráfico.
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