25 de marzo de 2014 | Matías Valiente
Ha muerto un franquista
Decía el inspector Dávila, uno de los personajes más realistas a mi parecer de la serie “Cuéntame cómo pasó” que emite TVE desde el 2001, interpretado por Alberto Alonso, a Antonio Alcántara hijo en el capítulo número 264 que “ellos (rojos, demócratas y demás) habían ganado” a lo que Toni contestaba que “no habían ganado”.
Si tuviera que resumir la transición a la democracia en términos sacados de un manual de Historia de España diría que se trata de un proceso que se inició tras la muerte del Francisco Franco, caudillo por la gracia de Dios, el 20 de noviembre y finalizaría con la victoria del Partido Socialista Obrero Español en las elecciones del 28 de octubre de 1982. En dicho proceso participaron como actores principales el rey Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón y Adolfo Suárez, y como actores secundarios los demás líderes de partidos políticos tales como Manuel Fraga para Alianza Popular, Santiago Carrillo para el Partido Comunista Español y como público el pueblo de España contando con las generaciones de mis abuelos y de mis padres. La palabra que mejor representa esa época de gran relevancia en la historia contemporánea española sería el “consenso”.
Ahora bien, yo no tuve la suerte de estudiar historia en aquellos manuales de ESO o de BUP dado que nací en Francia donde viví hasta los 20 años teniendo acceso al modelo de educación diseñado por la Quinta República heredero de los programas universalistas y laicos de los ministros y diputados Guizot, Ferry y Jaurès de la Tercera República. Mis conocimientos en historia de España eran por lo tanto bastante reducidos hasta que emprendiese estudios universitarios estudiando Civilización Española, charlase horas con mi padre sobre su visión como inmigrante de “toda la vida” y buscase información por iniciativa propia para conseguir conectar con mis raíces. A continuación, residí en numerosos lugares de nuestro país enriqueciéndome culturalmente mientras iba mamando los puntos de vista de aquellos gallegos, murcianos o catalanes con quienes tuve la suerte de toparme a largo del recorrido.
Tras digerir las numerosas conversaciones y lecturas y reflexionar llega este 23 de marzo de 2013 el fallecimiento de Aldofo Suárez, primer presidente de dicha democracia y observo que la totalidad de los medios del país se unen a través de sus elegías para ensalzar la figura del que fuera un guía durante esos años turbios de nuestra historia en los que recibió, de manos del monarca borbónico, la difícil tarea de dinamitar las estructuras de un Estado fascista que nos había estado gobernando durante treinta y cinco años con puño de acero lo cual consiguió, en un primer momento, aniquilando al Movimiento y legalizando al PCE y, en segundo lugar, haciendo votar en el congreso los pactos de la Moncloa y ganando en las elecciones de 1977, con su querida UCD autodenominada “de centro” (o consensual que lo mismo es).
Dicho esto, creo que se puede reformular el guion de la película o más bien replantear el género al que se adscribe que es ahí donde radica la diferencia de interpretación. La susodicha, que se convierte en una farsa o pantomima (“Comedia, farsa, acción de fingir algo que no se siente.”: Diccionario de la Real Academia Española), contempla la destrucción de un aparato estatal mediante la votación de sus componentes bajo la mirada de un hombre formado por la administración franquista que ocupó varios cargos, como el de gobernador civil de Ávila, y que fue nombrado por un monarca designado por el Generalísimo como su sucesor. La degeneración se extiende tal como lo hace una plaga y afecta hasta a los actores secundarios. Un ex ministro de turismo del mismísimo Franco se autoproclama “demócrata” fundando Alianza Popular (actualmente Partido Popular) y un líder comunista histórico traiciona a sus militantes tras treinta y cinco años de exilio en Paris jurando lealtad a la monarquía y ocasionando un batacazo electoral cuando se sabía que el PCE gozaba de una simpatía para nada escasa.
En efecto, lo real, una vez identificada la pantomima es que contamos en la baraja con una serie de actores que se pusieron de acuerdo para darle a una trama negra un desenlace gris teñido de blanco a las generaciones de nuestros padres y abuelos quienes, en su inmensa mayoría, se tragaron el drama y fueron cómplices de una gran mentira responsable de una resaca y mal sabor para quienes no la aceptamos hoy en día. El señor Suarez no fue sino un político formado por la administración franquista que optó por ese consenso ilegal que culminó en la amnistía nacional u olvido de los crímenes perpetrados durante la dictadura española, la impunidad para fascistas que se volvieron demócratas de un día para el otro y otros oportunistas que olvidan sus principios para poder participar al juego de sillas.
Por todo lo dicho, permitan que no llore la muerte de Adolfo Suarez sino que mire el reloj de la justicia y de la democracia real pensando que cada vez falta menos para la hora de la verdad. Dicho sea de paso, la ingenuidad de mis abuelos o de mis padres no permite a nadie seguir imponiéndome el perdón hacia quien mató a mi bisabuelo en un pueblo de Lorca por ser sindicalista y paralelamente hacia quien mató a mi párroco o al cacique de un pueblo de Badajoz o de Burgos por sospechoso de ser afín al alzamiento militar en 1936. La comunidad internacional aprieta cada vez más su yugo legal dictando órdenes de detención que conciernen a policías de la ex brigada político social que a tantas personas detuvo y torturó sin motivo aparente, asociaciones de descendientes de desaparecidos se movilizan para impulsar por fin una ley de memoria histórica que contemple la apertura de la multitud de fosas comunes esparcidas sobre el territorio nacional, e individuos toman la palabra en la escena pública, aunque el poder los aniquile profesionalmente como ha sucedido con el ex juez de la audiencia nacional, para condenar ese período tan negro de nuestro pasado reciente que prolifera como una gangrena que no se consigue sanear. Finalmente, han muerto en pocos años varios de los actores de la transición como Manuel Fraga o Santiago Carrillo y hoy nos ha dejado el gran Adolfo. Es necesario para que España se cure y pueda caminar con la cabeza bien alta que desaparezcan todas aquellas personas de las generaciones que nacieron entre los años 1930 y 1950 y participaron abiertamente a la mencionada pantomima o la aceptaron. Señor González, haga el favor de morir pronto enseñándole de paso el camino al que culmina la pirámide para que tal vez su hijo tenga las agallas de poner la primera piedra de lo que será un estado realmente moderno que asume su pasado poco brillante y juzga sus crímenes. De no ser así, ya me dirán ustedes qué nos diferencia de Camboya sino el flamenco.
Decía el inspector Dávila en el capítulo 265 de “Cuéntame cómo pasó” que siempre había puesto “España por encima de su vida” y que era “fascista y a mucha honra” y lo decía por sus antiguos compañeros que se cambiaron la chaqueta de un día para el otro. Entre un fascista auténtico y un demócrata de 1977 que era fascista en 1975 no sé con cuál me quedo; no obstante, a veces la ficción supera la realidad.
Comentarios
Francisco Nieto Rueda
29-03-2014 15:34:55
¡Cuanta razón tenéis en vuestras palabras! tanto Valiente como libertad, pues convendréis conmigo, q...
Libertad
25-03-2014 21:11:16
Has tocado muchas cosas de nuestra historia de España en los últimos ochenta años. Añado una frase d...
Francisco Nieto Rueda
29-03-2014 15:34:55
¡Cuanta razón tenéis en vuestras palabras! tanto Valiente como libertad, pues convendréis conmigo, que la historia de España tiene muchos puntos de vista y a la vez que fue una farsa, cierto es también que consiguieron con eso engañarnos a nuestra generación y las de nuestros padres y abuelos, nos hicieron creer libres. Pero no lo somos.
Puede que algún día se sepa la verdad del 23 F, de los indultos encubiertos que se dieron (general Armada) de a quien en realidad servía Tejero. Afortunadamente aquello se cerró y siguió la democracia, yo creo que fingida, porque no hace mucho en televisión, espero que sepáis perdonar mi mala memoria, en no recuerdo que acto oficial se vio al rey, con Felipe González, Zapatero, Aznar y Rajoy, no se de que hablaban, pero no hay que ser muy avispado para sospechar que con los escándalos que salpican a los políticos e incluso a la Casa Real estuvieran viendo la forma de tapar la mierda que salpica todos los estamentos del Estado y nosotros nos estemos enterando de "la verdad" que ellos quieren que nos enteremos.
No olvidemos que hasta los medios de comunicación están manipulados y obedecen la voz del amo. Incluso el Poder Judicial
¿Democracia? Permitidme el beneficio de la duda. Hasta donde ellos o Europa (Alemania) y los mercados quieren.
Libertad
25-03-2014 21:11:16
Has tocado muchas cosas de nuestra historia de España en los últimos ochenta años. Añado una frase de Francisco Franco Bahamonde, nosotros no hemos ganado la guerra con las papeletas, sino con las bayonetas y, siguió treinta y seis años más. ¡Puedo prometer y prometo! Palabras de Adolfo Suarez, las recuerdo con cariño y a él también y puedo asegurarte que he sentido dentro de mí un pellizco con su muerte. Se la jugó muchas veces yaqué quienes no querían que nada cambiara que eran la gran mayoría del franquismo, lo trataron de traidor en muchas ocasiones, muchos de los que hoy lo alaban y quieren poner su nombre en calles, parques, aeropuerto; quieren apropiarse del nombre de Adolfo Suarez para el futuro, y dirán que fue desde el régimen franquista de donde vino la democracia, muchos ni votaron la Constitución. No solo fue el presidente de España, también un gran estadista en momentos muy, muy difíciles para los españoles con ansias de libertad. Lo dices tú, cómo un fascista del año 1975 podía ser demócrata en 1977, ahí estaba el inmenso puzle; trasformar una dictadura muy férrea, en una democracia (no lo justa que hubiésemos deseado… siendo muy generosos). Se necesitaba un consenso y para conseguirlo fueron necesarios Juan Carlos y Adolfo Suarez, también estaban los partidos políticos, Felipe González, Santiago Carrillo, los sindicatos y sabían que España no podía perder otros cuarenta años viviendo en una dictadura, los españoles necesitábamos vivir en libertad. Tú has nacido en Francia y vivido en libertad, pero los que vivimos y vimos llorar como niños a mujeres y hombres con sesenta y setenta años gritando LIBERTAD no podremos olvidar aquellos días.
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