27 de diciembre de 2012 | Manuel Ángel Molina García
Una iniciativa formativa y de Low Cost
Si cualquiera de nosotros pasea por el parque Carbonífera, a poco observador que sea, notará que afortunadamente a lo largo de los caminitos que surcan profusamente el parque pueden verse decenas de árboles distintos unos de otros. Muchos paseantes, ignoramos el nombre exacto del árbol que estamos viendo. Por ello, propongo desde esta tribuna al edil encargado de la cultura de la población que, con una inversión mínima, se confeccionen unas plaquitas en piedra, metal o madera donde se indique el nombre del árbol de que se trate.
Como complemento, en nuestra ciudad existen centros formativos que podrían acometer como actividad la clasificación de esa flora.
De una parte, el paseante interesado aprendería que todos los seres vivos desde hace siglos, tenemos lo que se conoce como nombre científico, lo que ayuda a la comunicación entre científicos con independencia del idioma que éstos usen. Se llama también nomenclatura binomial por constar de dos palabras en latín: la primera indica el género y la segunda, la especie. Son las dos categorías taxonómicas o de clasificación que en el siglo XVIII, Carlos Linneo creyó oportunas que designaran de manera culta a los seres vivos. Además de este nombre, obviamente, es de agradecer que acompañe al científico, el nombre con el que en la zona conocemos el árbol. Así, sabríamos que lo mismo que el mitylus edulis es el mejillón o el pipistrellus pipistrellus es el murciélago la adelfa es la nerium oleander y lo que es más importante, la reconoceríamos al verla.
Estoy seguro de que un paseo por dicho parque, sería algo más agradable y enriquecedor si nuestros jóvenes y mayores, conociesen los vegetales que hacen su humilde pero vital aportación de oxígeno a nuestra atmósfera.
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