23 de diciembre de 2012 | Iñaki Gabilondo
Muerte a los sindicatos
QUÉ BIEN ASFALTADO LES ESTAMOS DEJANDO EL CAMINO A QUIENES REALMENTE NOS EXPLOTAN CADA DÍA
Nueva moda. Rajar de los sindicalistas. Algo fácil y barato, por cierto. Lo llevan en la solapa ciertos políticos, lanzando mensajes subliminales sobre su actual falta de utilidad para los trabajadores, politización, corrupción, derroche económico.
Resulta curioso: Los mismos que alientan al escarnio público, suelen lanzar piedras cargadas por sus propias mezquindades.
Además, la destrucción del sindicalismo hace mucho más fácil la labor de los gobernantes, sin movilizaciones ni huelgas, especialmente la de quienes dirigen tras la cortina. Qué bien estaríamos si no existieran los sindicatos, piensan algunos.
El problema es que esa frase por la que suspiran los gobernantes "Qué bien estaríamos sin sindicatos" empieza a calar entre la gente de a pie, con un discurso cargado de improperios, gritos, oportunismo, mala leche y, sobre todo, un enorme vacío de argumentos que se resume en: "Para lo que hacen, mejor que no hagan nada", "Por mi los echaba a todos y los ponía a trabajar", "Están vendidos, no se mueven, no están con los trabajadores". Luego terminan reservándote para el final el placer de oír la raída historia de: "Conozco a uno que está de liberado sindical.".
Confesar ser liberado sindical, en estos tiempos que corren, es un auténtico pecado capital. Mejor inventar cualquier otra cosa antes de que te descubran.
Te pueden acechar en cualquier esquina, a cualquier hora: sacando dinero, haciendo la compra, recogiendo a tus hijos en el colegio. Cualquier lugar y excusa es buena, para utilizar como insulto la palabra "sindicalista".
Se puede ser banquero chupasangre, se puede ser político en cualquiera de sus muchos cargos (concejal, alcalde, o delegado provincial) y trincar todo lo que se quiera, aceptar sobornos y trajes, realizar chantajes, revender terrenos públicos, recortarle el sueldo a los trabajadores o directamente despedirlos sin indemnización. Se puede, incluso, aumentar el recibo de la luz a los pensionistas hasta asfixiarlos, o salir en fotos besando niños y ancianos mientras los colegios y asilos se caen a trozos, cobrar dos o tres sueldos en tres cargos diferentes, declarar a hacienda que se está arruinado mientras se cobra de mil chanchullos distintos, para que su hijo obtenga la beca que le permita comprarse una moto a costa del Estado.
En este maldito país se puede ser lo que se quiera, pero no sindicalista.
Nadie se acuerda ya de la última huelga, aquella en que nadie de la empresa fue, excepto los dos afiliados que perdieron el sueldo de aquel día, para que luego se firmara un acuerdo que les subió el sueldo a todos. Incluso a aquellos que escupieron sobre la huelga.
O de Luís, ese hombre que estuvo 30 años cotizando, y que gracias a la pre-jubilación que se consiguió en su momento, puede ahora, con 60 años y despedido de su puesto, tirar para adelante sin necesidad de buscar un trabajo que nadie le ofrecería.
Recuerden también a Marta, la chica de 23 años que estuvo aguantando un jefe miserable con aliento a coñac, que le obligaba a hacer más horas extras para tener un momento de intimidad donde poder acosarla mientras le recordaba cuándo le vencía el contrato. Hasta que su mejor amiga la llevó al sindicato y, gracias a una liberada sindical, ahora el tipo ha tenido que indemnizarla hasta por respirar.
Son muchos los que les deben algo a los sindicatos, y a los sindicalistas: El maestro que pudo denunciar al padre que le pegó en la puerta del colegio, los trabajadores que consiguieron que no les echaran de la RENAULT, la chica que pudo exigir el cumplimiento de su baja por maternidad en su supermercado. Porque también fue una liberada sindical la que se puso al teléfono el día en que despidieron a Julia, la chica de la tienda de fotos, y le ayudó a ser indemnizada como estipulan los convenios; y aquel otro joven que movió cielo y tierra para arreglarle los papeles al abuelo para procurarle una paga medio-decente, porque los usureros de hace 30 años no lo aseguraban en ningún trabajo. Para qué recordar las horas al teléfono escuchando con paciencia a cientos de opositores a los que no aprobaron, gritando e insultado porque en el examen no les contaron 2 décimas en la pregunta 4. O el otro compañero sindicalista, el que denunció a la constructora que se negaba a indemnizar a la viuda de su amigo Manuel, que trabajaba sin casco.
Ya nadie se acuerda de dónde salieron sus vacaciones, los aumentos de sueldo que se fueron consensuando, el derecho a una indemnización por despido, a una baja por enfermedad, o a un permiso por asuntos propios.
Esta sociedad del consumo, prefiere tirar un saco de manzanas porque una o dos están picadas, por muy sanas que estén el resto. Los precedentes televisivos: entrenadores de fútbol, famosos de la exclusiva en revistas, y demás subproductos, se convierten en clinex de usar y tirar dependiendo de las modas. Ahora, en un momento en que los trabajadores deben estar más juntos, arropados y combatientes contra quienes realmente les explotan, aparecen grietas prefabricadas en los despachos de los altos ejecutivos, ávidos de hincar más el diente en el rendimiento de la clase trabajadora.
¿Quién tirará la primera piedra?. ¿Serán los políticos gobernantes, o los banqueros quienes hablarán de dejadez o vagancia?. ¿Tendrán capacidad moral los jueces o los periodistas, de hablar de corrupción en las demás profesiones?. ¿Serán más idóneos para iniciar lapidaciones, los super-empresarios del ladrillo?. ¿En qué profesión se puede jurar que no existen vagos, corruptos, peseteros, o ladrones?. ¿Preguntamos mejor entre la Iglesia o la Monarquía.?. Pero qué fácil resulta rajar en este país. Siembra la duda, y obtendrás fanatismo barato.
Qué bien asfaltado les estamos dejando el camino a quienes realmente nos explotan cada día. ¡Acabemos con los sindicatos!. Sí. Dejemos que la patronal y los bancos regulen los horarios, las pensiones, los sueldos, las condiciones laborales y los costes del despido. Verán cómo nos va a ir con la reforma del mercado laboral, cuando los sindicatos dejen de existir y no puedan convocarse huelgas ni manifestaciones.Verán qué contentos se pondrán algunos cuando sepan que ya no estarán obligados a pagar las flores de los centenares de trabajadores que mueren todos los años, a costa de sus mezquindades.
Comentarios
Nosotros ya los hemos calado a ellos
31-12-2012 16:36:44
Va calando como esa lluvia suave, nos está empapando sin darnos cuenta (debemos recordar aquella c...
José Antonio
27-12-2012 19:52:33
Compañero, todo eso que dices es muy bonito, y en un momento fué verdad. Pero esos sindicalistas ya ...
alex turner
26-12-2012 12:29:16
Estoy de acuerdo totalmente contigo camarada, pero has de reconocer que a los sindicalistas les pasa...
Nosotros ya los hemos calado a ellos
31-12-2012 16:36:44
Va calando como esa lluvia suave, nos está empapando sin darnos cuenta (debemos recordar aquella cantinela “márchese Sr. González”), es la misma táctica ahora, quieren intoxicarnos con los sindicatos y los partidos políticos. Los sindicatos son unos vividores, los políticos son todos iguales, lo quieren desprestigiar todo porque ésta derecha retrograda que nos gobierna, saben que hagan lo que hagan sus votantes los van a seguir votando. Han sacado una reforma laboral que es llevarnos a los trabajadores y trabajadoras a la semiesclavitud, donde no hay derechos ningunos, o sí o sí. En menos de un año los sindicatos han hecho dos huelgas generales a éste gobierno, jamás había ocurrido en democracia. Los sindicatos siguen en la lucha y seguirán en ella, al igual que los políticos, porque no todos son iguales. Es de un cinismo vergonzante, cuando nos dicen que lo que están haciendo es por el bien de los españoles, que ellos buscan consenso pero los demás partidos no quieren llegar a acuerdos; los españoles queremos unos gobernantes que miren por los ciudadanos, no que quieran hacernos comulgar con ruedas de molino. Este gobierno está demostrando su ADN, cambiar todo el sistema del bienestar para que sus “amigos del alma” sean quienes se beneficien económicamente. Todo lo demás son milongas, no dejemos que esa lluvia menuda nos cale hasta los huesos.
José Antonio
27-12-2012 19:52:33
Compañero, todo eso que dices es muy bonito, y en un momento fué verdad. Pero esos sindicalistas ya no existen, por lo menos es la impresión que a mi me da. Yo como tantos otros he trabajado durante muchos años en la construcción y desde hace ya bastantes años, a la gran mayoría por no decir a todos los trabajadores de la construcción se les paga por hora trabajada, y a unos precios muy inferiores a los que se les debería de pagar. Si un día llueve no cobran, si se ponen enfermos no cobran, si quieren vacaciones no cobran, no tienen derecho a despido, no tienen paga extra, y no se si se me olvida algún derecho mas que teníamos y que los consiguieron aquellos sindicalistas a los que te refieres en tu artículo, que si es verdad que ellos lucharon por ello. Por eso te hago una pregunta.¿Donde están los sindicalistas de ahora que permiten todas estas atrocidades que se cometen con los trabajadores y no dicen ni hacen nada? Se me olvidaba otro derecho que se saltan a la torera ! la jornada intensiva en verano! nos hacen trabajar de sol a sol y los sindicatos también lo permiten. Gracias de antemano, espero tu respuesta.
alex turner
26-12-2012 12:29:16
Estoy de acuerdo totalmente contigo camarada, pero has de reconocer que a los sindicalistas les pasa como a la clase politica, que casi nadie cree en ellos. Por desgracia algunos se han beneficiado del cargo para no trabajar y se han vendido por un bocata de chopped, dejándonos con nuestras verguenzas al aire y dejando muy mermada la clase sindicalista, aún así, siempre en la lucha, y no dejemos que por unos pocos se manche una imagen de gente que ha luchado por nuestros derechos. Salud
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