3 de septiembre de 2012 | Ludy Mansilla Pérez
La gratitud del alma
Ha transcurrido un año desde que mi primer libro “El Carisma de la luz”, resplandeciera por primera vez entre mis manos. Ha dejado tanta huella en mi camino, que será muy difícil para el tiempo borrar las huellas dejadas en mi corazón.
No imaginé que el libro fuera editado, publicado y mucho menos vender tres ediciones del mismo. Para mí ha sido un éxito rotundo, e inesperado; un suceso que escritores con renombre cosechan fácilmente, más en la humilde sencillez de mis méritos he comprobado como este sueño tan deseado ha formado parte de la realidad.
A consecuencia de todo esto, comienzo dando mil gracias a mi fuente de agua cristalina, quien ha vertido todo su amor y confianza en mí, prestaba sus oídos cada vez que le pedía opinión de lo que mi corazón y pensamiento habían redactado en un trozo de papel, a mi madre, que siempre estuvo ahí sosteniendo los pilares y las bases de los cimientos de su hogar.
Agradezco infinitamente a mi padre por su colaboración y sobre todo por el tiempo que ha estado más animado con una distracción e ilusión de vida; es fabuloso tener un aliciente donde emplear nuestras horas de ocio, a sabiendas que el beneficio es para los demás.
Muchas gracias Miguel, mi más fiel compañero siempre a mi lado con tu apoyo y perseverancia ofreciéndome tu hombro donde sostenerme y por supuesto desde el anonimato porque sé que no te gusta mucho el protagonismo.
Gracias a las dos maravillas de mi creación, mis hijos, Marcos y Sergio, especialmente a mi pequeño el cual una vez me dijo:
-Mamá ¿por qué la gente te felicita por tu libro? ¿Es que eres importante?
A lo que le respondí con gran sencillez, de manera fácil y amena para un niño de 9 años:
-Sí, hijo, soy muy importante y ¿sabes por qué?
Porque soy quien siempre está a tu lado en los mejores y peores momentos de tu vida. Soy la persona que te cuida cada vez que te encuentras mal ofreciéndote todo tipo de remedios y soluciones para que tu organismo se sienta mejor; quien te acompaña siempre en tus tareas del colegio, te ayuda y motiva para que continúes por el camino más adecuado; quien te alimenta y se preocupa que estés bien nutrido cada día; quien te ayuda y orienta en todos los problemas y dudas que la vida te vaya planteando fortaleciendo tu estima para que cuando estés preparado puedas volar sin dificultad. Y soy y seré lo que tú desees que sea para ti…
Entiendes, mi amor, del porqué de mi importancia. Mi corazón está lleno de ternura y amor, recuérdalo siempre, hijo mío, que como tu madre te quiere pocas personas te sabrán amar y por todos esos pequeños detalles, mi niño querido, soy tan importante en tu vida y la de tu hermano.
También agradecer a Inma, con su corazón de oro, la ayuda prestada en mis momentos delicados y bajos de moral, como se suele decir siempre existen esas “almas gemelas” que no unen lazos de sangre pero que son tan parecidas a tu yo interior que las horas se te hacen cortas a su lado.
Un especial agradecimiento a Santiago, por esos maravillosos consejos de paz y relajación que me hacen contemplar la vida con más tranquilidad y sosiego.
Y sobre todo infinitas gracias a mis seguidores y amigos, sus felicitaciones y comentarios, el referirme en alguna ocasión que mi libro dormía en sus mesitas de noches como terapia sanadora para aquellos momentos oscuros del alma, que todos tenemos en determinadas ocasiones, han sido para mí de las mejores satisfacciones recibidas a lo largo de la vida, me he sentido tan realizada y querida como persona, que ha contribuido a que ocupéis un lugar en las profundidades de mi corazón, mis queridos amigos, vuestro contacto físico conmigo ha sido maravilloso, un magnifico aporte de sensaciones positivas que me impulsan a seguir escribiendo con mayor entusiasmo.
Cuantas manos maravillosas han adquirido mi libro, viajando a muchos rincones de la geografía española, por citar algunos lugares, Barcelona, Tarragona, Galicia, Valencia, Madrid, Badajoz, Cáceres, parte de Andalucía, la tierra que me vio nacer y para mi querida Extremadura dejo todo lo mejor porque es en Azuaga donde se han quedado la mayoría de mis libros, donde está mi gente más querida, mi familia y mis amigos.
Pero mi mayor agradecimiento es como siempre a mi fuente de inspiración, la luz que ilumina mi vida, mi guía espiritual que protege y acompaña siempre y cuya foto aguarda en el lugar más privilegiado de mi casa, por supuesto a mi abuela Antonia. Ella, a quien yo corregía faltas de ortografía que me mostraba cada vez que escribía magnificas cartas ofrecidas a su revista afiliada “El pan de los pobres”.
Entonces era como le preguntaba:
-Abuela, ¿cómo escribes estas cartas tan bonita si casi que no fuiste al colegio?
A lo que su voz melódica respondía:
-No lo sé, mi vida, pero me salen del alma, aunque fíjate cuántos errores ortográficos tengo. Yo leía aquellas maravillas que sus dedos plasmaban en armoniosas letras unas tras otras, encajaban a la perfección.
¡Cuánta belleza! ¡Cuánta dulzura emitían esos mensajes! ¡Qué expresividad tan fascinante! ¡Cuánta espiritualidad escondida en aquellos escritos! Ahora sé que mi abuela escribía con el corazón y este no entiende de gramática ni ortografía, solo de amor y ternura y la sencillez de transmitir a los demás lo que llevaba en su interior y que me transfirió a mí durante los años que compartimos.
Gracias abuela, allá donde te encuentres, porque fuiste muy importante para mí. He afianzado unos recuerdos, que han construido una vereda profundizando en mis entrañas logrando sentirme cada día más cerca de tu alma.
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