En el uso de la Biblia, la palabra “Padre”, se aplicaba en un sentido espiritual a los maestros. Como el oficio de enseñar incumbía a los obispos, el título de “Padre” fue aplicado originariamente a ellos. Son testigos privilegiados de la Tradición de la Iglesia, transmitiéndonos un método teológico que es a la vez luminoso y seguro. Los escritos de los Padres ofrecen una riqueza cultural y apostólica, que hace de ellos los grandes maestros de la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre (José Antonio Loarte. Tesoro de los Padres, Rialp, Madrid, 1998: págs. 13-18).
Por este motivo era necesario para mi proyecto realizar una exhaustiva lectura de sus reflexiones sobre la danza.
Hermas de Roma
Hermano del obispo de Roma Pío I, décimo papa de la Iglesia, fue un escritor cristiano autor de ” El Pastor” de Hermas, un texto del siglo II que constituye el escrito más largo del periodo de los Padres Apostólicos.
Según se relata en “El Pastor” de Hermas, era un esclavo que fue vendido a una mujer romana llamada Rodé, la cual posteriormente le liberó. En su obra nos cuenta como visita la montaña de Dios y es recibido mimosamente por doce vírgenes vestidas de blanco. A la vez que todas cantan, unas ejecutan una danza lineal y otras diferentes danzas. El pastor explica a Hermas que las vírgenes vestidas de blanco son espíritus santos (el blanco es interpretado como símbolo de unidad, inocencia, paz o virginidad) siendo necesario vestir estas mismas vestiduras para entrar en el Reino de Dios. Estas doce inmaculadas vírgenes, también son interpretadas como fuerzas que derivan del hijo de Dios. También guarda una gran relación con los doce signos del zodíaco. Lo más sorprendente y admirable de esta obra, es la novedosa y prematura concepción de la danza celestial y que aparezca relacionada al número doce, ligado a ideas cósmicas y astronómicas. Algo a destacar es la concepción que se tenía de la danza, interpretándola como parte de la dicha celestial.
Justino el Mártir
Es el Padre apologista griego más significativo e importante del siglo II y una de las personalidades más nobles de la literatura cristiana primitiva. Citamos un pasaje de su obra “Quaestiones”: “No está hecho para los pequeños el cantar solos, sino mas bien hacerlo juntos, con instrumentos musicales y danzas, de la misma forma en que uno disfruta de las canciones y de la música en la iglesia” (Backman, L, 2009: pg.19).
En estas bellas palabras de Justino el Mártir, interpretamos que los coros infantiles se incorporaron hacia la mitad del siglo II, interviniendo así en el servicio divino. La misión de estos lindos niños parece ser que era cantar y bailar al compás de los instrumentos que ellos mismos tocaban. En la forma en la que lo describe el mártir Justino, nos recuerda al coro de chicos que danzaban y cantaban vestidos de inmaculados angelitos ante el altar en la catedral de Sevilla. Por esta razón consideramos que los coros de niños a los que Justino hace referencia en su obra, simbolizan las danzas que ejecutaban los ángeles alrededor del altar, durante la celebración del oficio divino.
San Clemente de Alejandría
San Clemente de Alejandría, según nos cuenta el historiador Epifanio Escolástico (historiador del siglo VI) nació en Atenas en el año 150 d.C. Como ejemplo, citaremos un fragmento de su discurso a los paganos: “Yo os mostraré la palabra y los misterios de la palabra y os los describiré como imagen de vuestro propio destino. Esta es la montaña querida de Dios. En ella se regocijan las hijas de Dios, los más hermosos corderos, que revelan las reverentes fiestas de la palabra con acompañamiento de una danza coral que se repite constantemente. Los hombres juntos pueden tomar parte en ellas. La canción es un himno sagrado al rey de la creación. Oh, en verdad misterios divinos ¡oh, qué luz pura! Mientras las antorchas son llevadas ante mí, percibo los cielos y a Dios. Soy guiado al servicio de Dios. Me santifico. Estas son las orgías de mis misterios. Tú también, si lo deseas, puedes ser guiado. Entonces bailaras en mi circulo, junto con los ángeles, alrededor de ÉL, que no tiene principio ni fin, el único Dios verdadero, y la palabra de Dios es parte de nuestra canción”. (Backman, L, 2009: pg.19).
San Clemente quiere decirnos que si eres un nuevo iniciado en los misterios cristianos, ejecutarás una danza circular alrededor del altar, con el sacramento, pero no sólo con los demás novicios, sino también con los ángeles, ya que también están presentes y participan en el misterio. “Estas son las orgías de mis misterios”, enestas palabras encontramos un rito de iniciación acompañado de antorchas y danzas. El mismo San Clemente fue precedido por chispeantes antorchas y danzas, para introducirlo en las orgías de los misterios religiosos. La montaña (parte norte del monte Harmoed) de la que nos habla San Clemente, era donde se representaban y realizaban los misterios de la Palabra, junto con la solemne danza de los hijos de Dios.
Algo muy significativo que nos cuenta San Clemente en su obra es, que los cristianos tenían la costumbre de mover los pies al final de cada oración.
“Así que levantemos nuestras cabezas y nuestras manos al cielo y moveremos nuestro pies al final de la oración- pues excitamos, con entusiasmo y alegría de espíritu alcanzamos al ser que sólo puede ser entendido mediante la razón”. (Backman, L, 2009: pg.22).

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