28 de octubre de 2011 | lamaquinilla.blogspot.com
Un pueblo sin memoria
CADA VEZ QUE DESAPARECE UN EDIFICIO HISTÓRICO EN UNA POBLACIÓN, SEA DE LA TIPOLOGÍA QUE SEA, SE ABRE UN SOLAR EN LA MEMORIA DE LOS QUE ESTÁN Y DE LOS QUE VENDRÁN
Antigua sede del Casino del Terrible
A falta de los testimonios de las personas que vivieron antes que nosotros, las viejas construcciones o los restos de éstas se han convertido en elementos insustituibles para interpretar la cultura y/o estilo de vida de una sociedad o comunidad en un momento concreto. Gracias a ellos, el ciudadano común y corriente puede contactar con el pasado de un modo más ameno y, por tanto, entender el presente, sin la necesidad de recurrir a los laberínticos libros de historia.
Sin embargo, al margen de las lecciones educativas que podemos extraer de ellos, no podemos olvidar la enorme contribución de los edificios históricos a la creación de una identidad propia en las poblaciones en las que están ubicados. En la aldea más insignificante o en la mayor de las megaurbes, los habitantes protegen con esmero sus monumentos y sitios históricos. Iglesias, fuentes, fábricas, incluso viviendas se convierten en objeto de peregrinación y devoción por parte de los residentes, no solo por bellas o antiguas, sino porque son portadores de su esencia como pueblo, de sus recuerdos, de su manera de ser, estar y entender el mundo.
Esta tendencia antropológica hacia la conservación del patrimonio propio contrasta sobremanera con la actitud de determinados microsociedades que, acomplejadas, quizá, por su origen diferente, minusvaloran su pasado en todas sus manifestaciones, cuando no lo borran materialmente como si fuera un estorbo.
Hoy por hoy, Peñarroya-Pueblonuevo corre el riesgo de convertirse en un pueblo sin memoria. Se dirige inexorablemente hacia la destrucción de su legado arquitectónico, por la desidia de los que pueden hacer y por el silencio de los que pueden gritar. La penúltima ficha que acaba de incorporarse a este juego de dominó sin fin es la antigua sede del Casino del Terrible.
Ahí está. Rodeado de vallas y precintado, como un pobre leproso al que no conviene acercarse para evitar el contagio. Entre los que pasean por su lado a diario, los hay que miran hacia arriba con desdén y cierto aire de vendetta, al presenciar la caída de un símbolo del capitalismo local y extranjero. También los hay que miran abajo, hacia el suelo, como cuando se cambia de canal para evitar ver las imágenes que golpean nuestra hipocresía. En último lugar están los indiferentes, la mayoría, que esquivan los cascotes de la acera pensando en cuán caliente o frío estará el pan de Mercadona.
El Casino del Terrible de Peñarroya-Pueblonuevo es mucho más que una simple construcción burguesa de la belle epoque. Sin entrar en absurdos debates ideológicos sobre su "casta" y admitiendo con toda justicia su valor estético, este inmueble es pieza fundamental para comprender la sociedad peñarriblense de todo el siglo XX. Fue hospital de sangre durante la Guerra Civil, junto al de la SMMP, un faro de cultura para la localidad, escenario de fiestas de ricos y pobres, sala de conciertos y exposiciones, atalaya de ganadores y refugio para perdedores. En definitiva, un pedazo importantísimo de la historia de Peñarroya-Pueblonuevo.
Por su significación histórica, su ubicación y dimensiones, este edificio merecería estar entre más mimados en ésta y en cualquier localidad de España.
En este sentido, resulta contradictorio que las instituciones que han promovido su protección patrimonial permanezcan a la expectativa. Proteger un edificio es mucho más que incluirlo en un censo local de patrimonio histórico. Supone actuar cuando es necesario. Y ahora, como ayer, es necesario hacerlo.
Los casos recientes del Mercado de Abastos de Pueblonuevo o la Casa Cardona de Fuente Obejuna, ambos librados de la destrucción en el último momento, demuestran el poder que tienen los poderes públicos para cambiar la realidad cuando se lo proponen.
Hace unos años se perdió una oportunidad de oro para reconvertir el edificio en Palacio de Justicia. No obstante, hoy podría ser restaurado para satisfacer otras necesidades que todavía no han sido cubiertas en la población. Una opción podría ser la creación de un centro cultural y museístico. Existen varias e interesantísimas colecciones locales que no pueden ser expuestas por falta de un recinto apropiado. Asimismo, la apertura de este centro permitiría a Peñarroya recibir exposiciones itinerantes de Diputación o Junta de Andalucía y que no acuden por la escasa capacidad de las salas de la localidad. Por último, sería un decorado perfecto para la celebración de conferencias, charlas y ponencias. De este modo dejaría de ser utilizado para estos fines el vetusto salón de plenos del Excelentísimo Ayuntamiento.
Como defensora del patrimonio del Guadiato en general, la Asociación "La Maquinilla" quiere manifestar su preocupación por la ruina de un edificio histórico de primer nivel e insta a los poderes públicos y a la sociedad propietaria del edificio a negociar una solución de urgencia para evitar su desaparición.
Cada vez que desaparece un edificio histórico en una población, sea de la tipología que sea, se abre un solar en la memoria de los que están y de los que vendrán.
Aún queda tiempo para recobrar la memoria. Ojalá lleguemos a tiempo.
Comentarios
Gustavo
30-10-2011 17:37:13
No se quienes son sus propietarios, ni me importa. Lo único que se, es que ese edificio supuestament...
Isabel
28-10-2011 19:11:32
Recuerdo cuando se llenaba el casino de los socios para leer el periodico, jugar a las cartas, o al ...
Gustavo
30-10-2011 17:37:13
No se quienes son sus propietarios, ni me importa. Lo único que se, es que ese edificio supuestamente genelo del edificio consistorial, se está cayendo a pedazos por culpa de unos propietarios que ni comen ni dejan comer.
Hace años,en la época del alcalde Alvaro Muñoz, creo que hubo ocasión de venderlo al Minsitario de Justicia, para hacer ahí el Palacio de Justicia que luego se hizo en una parcela -zona verde- del parque Carbonífera, pero los socios se negaron porque querían negociar con este edificio, pensando que debajo tenían petroleo o algo así.
Luego el paso del tiempo ha demostrado que mantenerlo en pie y funcionando les cuesta dinero y lo han cerrado a la espera de un Principe Azul y se les está cayendo a pedazos.
Que a los propietarios le de igual su estado, no me parece bien, pero hay que aceptarlo como ciudadano que ni pinchamos ni cortamos en este asunto, pero que al Ayunyamiento le esté dando lo mismo lo que ocurra con este edificio emblemático, me parece algo insultante.
Como ayuntamiento debería haberles puesto las cosas claras a los propietarios en cuanto a su mantenimiento exterior por el tema de la seguridad de los ciudadanos que pasamos casi todos los días junto a el y de también como Ayuntamiento deberían haber intentado una negociación e incluso una despropiación forzosa por estar el edificio en ruinas, para una vez restaurado podamos disfrutarlo todos los ciudadanos en forma de sala de exposiciones o museos varios.
Isabel
28-10-2011 19:11:32
Recuerdo cuando se llenaba el casino de los socios para leer el periodico, jugar a las cartas, o al domino. Las celebraciones de bodas .....
Por ingresar una cuota todos los meses han heredado una maravilla arquitectónica, pero también han disfrutado de ella cuando estaba en pie.
Les pediría a los socios que mirasen un poquito en su interior y piensen en los buenos ratos que han pasado allí. No sería mejor donarlo al ayuntamiento y restaurarlo para así poder decir a sus descendientes, !esta maravilla la mantuvimos en pie un grupo de personas y porque siga en la memoria de todos vosotros hemos renunciado a hacer negocios con ella!. (Que por otra parte pienso que a la mayoría de los propietarios no les hace falta)
Ya es hora que estas personas den algo para su pueblo.
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