7 de junio de 2011 | Por J. L. Mohedano

Jornada de reflexión

¡AY DE LOS VENCIDOS!

Jornada de reflexión
Jornada de reflexión
Cuando un león vence a su rival, lo primero que hace es matar a toda la camada de leoncillos que tienen las hembras, hijos del vencido, de las que ha tomado posesión para asegurar que sean sus genes los que se transmitan en la siguiente camada.
Cuando los chavales de diferentes colegios del Valle del Guadiato se reunieron para exhibir su aprendizaje dentro del programa Futuros Emprendedores Rurales en el segundo día de junio y montaron en el Parque de Carbonífera sus tenderetes con los esbozos de las empresas que habían ido creando en sus centros escolares para la ocasión, al contemplar las exposiciones de los otros, se despertó en ellos un innato deseo de negociar, mejor sería decir la palabra que ellos mismos usaban, de “timar” a los otros, daban por sentado que cada uno de ellos eran más inteligente que los desconocidos que integraban los otros grupos y aquello era cosa hecha.
No habían pasado tres horas desde el cierre de los colegios electorales cuando se supo el sorprendente resultado de las pasadas elecciones municipales del 22 de mayo en Peñarroya-Pueblonuevo -la tan codiciada Perla del Guadiato-, gracias generalmente al programa extraordinario emitido desde la emisora Radio Peñarroya durante el que ya se escucharon las breves explosiones de los cohetes de quienes festejaban el evento, aunque con menor efusión que la empleada en cualquiera de los numerosos, y repetidos, “derbis del siglo” vividos recientemente. Los peñarriblenses habían otorgado su confianza mayoritariamente al Partido Popular y, con ello, habían invertido la tendencia manifestada en todos los comicios democráticos desde 1922, última ocasión en la que venció la derecha representada por el partido Conservador y dinástico. Y mientras, los principales derrotados se preguntaban qué era lo que habían hecho mal para recibir tal varapalo abriéndose paso la idea de que la ciudadanía había querido darle al presidente del Gobierno una bofetada y lo había hecho en sus caras. También se hablaba de pactos y contubernios entre quienes estaban a su derecha y a su izquierda, por lo menos de intención.
Desde la noche del 22 se han sucedido una serie de rumores con mayor o menor fundamento, expandidos de una manera más o menos interesada, que han contribuido a generar, entre la natural esperanza de quienes han propiciado el cambio, un fácilmente detectable desconcierto.
Hasta 1920, con la llegada del alcalde liberal Ambrosio Castaño López-Ibarra, cada renovación municipal era un auténtico drama para los empleados municipales, que eran sustituidos por los allegados del partido entrante y nuestros mayores se quejaban porque decían que los miembros del partido que se iban ya tenían los bolsillos llenos y que ahora se los tendrían que llenar los que habían entrado.
El martes siguiente -el día anterior se celebraba la festividad trasladada de Santa Rita, patrona de los empleados municipales y estuvo cerrado el Ayuntamiento- las dependencias municipales se vieron llenas de parados que iban a pedir trabajo –a rentabilizar su voto, según unos, a expresar sus esperanzas, según otros- a la nueva Alcaldesa como si ya estuviera en ejercitando el cargo, algo mas que disculpable dada la desesperación y los apuros que genera esta lamentable situación entre quienes la sufren. Desde entonces se ha hecho de dominio público, aunque sea siempre a título de rumor, que los futuros ediles van a eliminar proyectos de la anterior corporación por considerarlos ambiciosos o simplemente inadaptados a la situación socio económica de la Ciudad, aunque en algunos casos casi se puede apreciar la dudosa satisfacción de echar por tierra lo puesto en marcha por quienes les precedieron en los escaños del Ayuntamiento, sin tener demasiado en cuenta que, de obrar así, el daño no sería para estos sólo, sino para el conjunto de la población. Ha pasado ya casi un siglo de los métodos de la Partida de la Porra, cuando grupos organizados por los distintos partidos destrozaban físicamente algunas de las obras realizadas por sus adversarios políticos, aunque en la actualidad se puedan disfrazar las maneras bajo un barniz más civilizado.
Ahora son ellos, nuestra nueva Alcaldesa y nuestro nuevo gobierno municipal, los responsables de buscar las vías que nos conduzcan a un futuro de progreso y trabajo. Pero en los mentideros y en la calle, se mencionan nombres propios de cargos de servicios e instituciones nombrados dedocráticamente que van a ser removidos, incluso aunque hayan estado desarrollando su cometido de una manera satisfactoria, y que serán cubiertos por los nuevos mandatarios de la misma manera: dedocráticamente. Caso de ser así, sin que sean tenidos en cuenta los méritos y capacidades reales en mayor medida que la simple cercanía ideológica o el amiguismo, quizás en lugar de la renovación esperada se concluya, echando mano del refranero, en que una cosa es predicar y otra dar trigo o en el todavía más desalentador de que son los mismos perros, pero con distintos collares.
Han pasado 25 siglos desde que el caudillo galo Brenno acuñase el famoso ¡Vae victis! -que encabeza esta colaboración- cuando los romanos protestaron por las medidas fraudulentas usadas por los vencedores a la hora de pagar el rescate, tras la toma de Roma. Ahora, a pesar de todas las imperfecciones de nuestro sistema democrático, y como se ha demostrado cumplidamente en estas elecciones, los cargos públicos no son para toda la vida, que dependen de una ciudadanía que periódicamente encumbra a unos y defenestra a otros, por lo que, dada la situación socioeconómica y laboral que atravesamos quizá fuera llegado el momento de poner como objetivo fundamental de la gestión municipal la Ciudad y el bienestar de sus habitantes, ese capital que todos los políticos aseguran retóricamente que es lo mejor que tienen a su disposición, pero que tan frecuentemente ignoran y menosprecian, unas veces por sí, otras siguiendo las instrucciones de los partidos a los que se deben. Y que se atrevan a desarrollar un proyecto ilusionante que tenga en cuenta los intereses y las necesidades de la mayoría de sus gobernados aplicando el tan imprescindible sentido común a la resolución de los problemas de la cosa pública.
Estos no son consejos, de los que seguramente tendrán ya el saco lleno los interesados; ni siquiera advertencias, son reflexiones en voz alta de un ciudadano al que no le gusta demasiado el un tanto enrarecido ambiente que se respira en la calle en estos días previos a la toma de posesión de la nueva Corporación, a la que es preciso desear -aunque no sea nada más que por egoísmo puro y duro- el mayor de los éxitos en la difícil gestión que van a desarrollar durante esta nueva etapa histórica –aunque sea un adjetivo muy devaluado por su excesivo uso- ya que su acierto será el de todos los peñarriblenses.
 
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Comentarios

JOTA
08-06-2011 19:03:05
Mis felicitaciones Sr/Sra Mohedano por su artículo. Aunque es cierto que no llego a entender el sent...
 
el otro
08-06-2011 16:56:06
Hoy leo en toda la prensa provincial que nuestra actual Alcaldesa, Luisa Ruiz, va a pasar a ser Dele...
 
PEPE
08-06-2011 11:23:24
¿Quien llevará ahora la dirección del nuevo hotel? ¿Quien gestionara la residencia? jejejeje........
 
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