27 de junio de 2023 | Carlos Serrano
Defensor del mayor, una necesidad urgente
Nuestros mayores son los más olvidados de la sociedad.
Atravesamos momentos muy difíciles, económicos y sanitarios, consecuencias de una pandemia, de una mala gestión de los recursos propios, y de una maldita guerra de Ucrania.
Hoy quiero llamar la atención sobre en un problema que se acentúa mucho más en las circunstancias actuales: LA SOLEDAD Y DESAMPARO DE MUCHOS DE NUESTROS MAYORES.
Por “soledad” entendemos “un sentimiento que, vivido durante la vejez, puede llegar a representar dependencias…y desencadenar problemas de salud…”, causa de muchos males, especialmente la DEPRESIÓN, cuyas consecuencias son harto conocidas por todos.
No hay soledad mayor que la impuesta, la no buscada o deseada, la que sienten más de 5,5 millones de españoles, según datos oficiales, y que se extiende como un manto por toda la geografía española, azotando, con especial crudeza, a nuestros mayores.
En este mundo globalizado, donde, al menos en el papel, se reconocen los Derechos Humanos de todas las personas sin distinción por razón de género, raza, ideología o religión, no deja de llamar la atención la situación de tanta persona mayor que viven olvidadas de la sociedad. La soledad, el olvido y la penuria, en muchos casos, son sus únicos compañeros de vida. El Siglo XXI ha sido testigo del mayor crecimiento tecnológico y de longevidad en la historia de la Humanidad, pero al mismo ritmo crece el abandono de nuestros mayores.
LOS DATOS HABLAN POR SÍ SOLOS:
El 16% de las personas entre 65 y 75 años, viven solas en España, un colectivo que representa el 21% de la población. El colectivo de más de 80 años (más de 1.500.000 personas) es el que más crece. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2018, 4,7 millones de ciudadanos de todas las edades, viven sin nadie más bajo el mismo techo, de los cuales el 43% (2,037,700) son personas mayores. Según estudio sobre perfil de las personas mayores en España, realizado por el CSIC en 2018, 3 de cada 10 mayores viven en soledad, un grave problema al que la sociedad no puede cerrar los ojos.
Cáritas, en informe hecho público el 25/06/2020, acompañó en 2019 a 2,4 millones de personas. Actualmente, a consecuencia del Covid-19, y ante un aumento de situaciones de necesidad (57% más), Cáritas llega a invertir 337 millones de euros en sus programas de Ayuda y Asistencia. Muchas de estas ayudas van destinadas a personas mayores que viven en soledad.
Superado el umbral de los 2 millones de personas mayores de 65 años que viven solas, España tiene un grave problema social de convivencia. Entre este grupo de personas mayores, muchas se sienten arropadas y protegidas por el cariño de la familia, pero también se dan innumerables casos de mayores que sufren una terrible soledad física y afectiva, y todos debemos salir, de forma unánime y solidaria, en su defensa.
Todos conocemos casos de personas mayores olvidadas por su familia. VIVEN A NUESTRO ALREDEDOR, BASTA CON MIRAR. De vez en cuando, salta la noticia de personas que, tras varios días desaparecidas, son encontradas muertas en sus domicilios. Todo ello me hace revivir con nostalgia la casa de nuestros padres y abuelos, donde el primer plato que se servía, y el mejor bocado, era para “los abuelos”, en reconocimiento a su edad y entrega a la familia, ocupando un lugar destacado en la casa. Hoy día, la filosofía familiar ha cambiado mucho, y aumentan las Residencias, como antesala de la muerte. Para muchos jóvenes, los mayores son un estorbo ante los que se disculpan con un “no tengo tiempo”, “estoy muy ocupado”, “los niños me ocupan todo el tiempo”, Etc.etc.
Ante este hecho social, urge una respuesta colectiva. En el Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se afirma: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado, que le asegure… asistencia médica y los servicios sociales necesarios”. Entre esos servicios sociales, debe destacar el acompañamiento y un trato afectivo, tan necesario en este sector de población. Se sienten abandonados, como trastos viejos inservibles y arrinconados. Las noches se les hacen largas, pero las horas cortas, rememorando los recuerdos bonitos de una vida que nunca retornará, y lamentando los errores cometidos que nunca podrán rectificar.
No se protege en nuestra sociedad, ni garantiza, el auténtico valor de la “ancianidad”, como Derecho Humano Universal. La palabra de nuestros mayores está silenciada, borrada, no tiene valor, lo cual conlleva un gran error, al no valorar, como activo vital para la sociedad, la sabiduría y experiencia acumuladas a través de los años. Ellos podrían ser los maestros y cooperar a un verdadero y justo desarrollo de la sociedad. Por ello debemos reivindicar:
-AL GOBIERNO CENTRAL: la creación de la figura del Defensor de Mayor, con atribuciones suficientes para hacer llegar la voz de todos ellos a las más altas esferas de la Administración.
-A NUESTROS AYUNTAMIENTOS: creación de la misma figura a nivel municipio, al que puedan acudir nuestros mayores buscando soluciones efectivas a sus necesidades y problemas.
¿Por qué muchos alcaldes tienen miedo a su creación? Exijámoslo. Sería muy bueno para todos, especialmente para nuestros mayores, que les ayudaría a no sentirse abandonados en soledad, y a tener una vida mucho más digna y reconocida.
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