3 de octubre de 2022 | Pepe Bernal
Audacia es el juego
Pepe Bernal
Las guerras terminan, pero los conflictos no, he analizado muchas veces esta guerra absurda que vivimos y a pesar de sus raíces históricas, económicas y legislativas no encuentro (como en tantas otras guerras) la razón intrínseca del conflicto. Lo fácil es culpar a Vladímir Putin de loco, sátrapa y otros tantos adjetivos descalificativos que se quiera.
Pero desde luego, Putin no es Hitler ni Napoleón, ni siquiera es Stalin; para mí este sibilino personaje es la verdadera reencarnación de su siniestra profesión, alto mando de la KGB. La inteligencia militar es al ejército lo que el Opus seria a la Religión Católica -y sé bastante de ello-. Sus teorías conspiratorias contra Europa y la humanidad son fruto de haberle perdido el miedo al enemigo, conociendo a fondo los elementos que pueden provocarlo. Poco le importa que su ejército no esté preparado o que su armamento esté obsoleto, él juega al ajedrez on line no directamente conta un adversario concreto. Por otra parte, ha tirado a Ucrania para medirse en poder y en filosofía de nacionalismo. No me cabe duda de que está haciendo trampas contra la máquina, para ganar (es propio del loco listo) … elecciones amañadas, sabotajes encubiertos o liquidación de disidentes y/o detractores. Mantenerse en el poder no es culpa suya, ni las consecuencias. Putin ha sacado los pies del plato cuando ha perdido, como he dicho antes, el miedo a Europa y a Estados Unidos, audacia descabellada sin duda, propia de una inteligencia maliciosa.
La democracia para Sócrates sería contraria a la razón puesto que no se daría el gobierno a los sabios y preparados para la tarea ardua de gobernar. En la democracia ateniense parte de los cargos electos eran elegidos por sorteo lo cual implicaba que el cargo pudiera recaer en alguien poco cualificado para ello. Este hecho no solo era rechazado por Sócrates, sino que también era rechazado por Platón. No se pueden pedir peras al olmo, no se puede esperar que todos los líderes sean ejemplo de virtudes e idóneos para su cargo.
Vladímir -el nombre- es la versión eslava de Baldomero cuyo significado es “famoso por su audacia” y audacia no esta emparejada con inteligencia… por eso, quizá haciendo honor a su nombre a Putin le gusta hacer trampas en la guerra como en el ajedrez, que no dejan de ser juegos de estrategia. No le gusta perder, seguro. Ahora que se ve bastante perdido balbucea, y amenaza. Guarda en la manga el comodín de las armas nucleares y anuncia que si le obligan a retirarse apretará el botón, para no irse solo.
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