15 de junio de 2021 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Un hombre invisible

─ " No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague"

Un hombre invisible
Un hombre invisible
Visto, y no visto. Ayer domingo, en Colón, manifestación de un " grupito" de fachas, según la Voz de su Amo refiere.
"Fachas" que dicen lo mismo que hace tan sólo unos días decía uno de esos “medio─ seres” de una obra de teatro de D. Ramón Gómez de la Serna ─" ¡Hola, y adiós, Mr. Biden! ¡Siempre a sus pies, Mr. Biden...!"─, y logrado personaje de un relato de Mark Twain:

─ "Juré mentira tras mentira, fraude tras fraude y villanía tras villanía, hasta que mi alma quedó revestido de perjurio y se desvaneció para siempre el respeto que tuviera de mí mismo".

Verdad es que en la Edad Media se confinaba a los leprosos, como ahora hace el nuevo clero del Ministerio de la Verdad con partidos constitucionales; pero qué se podría decir de aquel loco que surcaba las aguas del Sueño en profundas y agudas conversaciones de tan sólo treinta segundos de duración: ¿Que es un experto en resúmenes, y en hacer “chuletas” de exámenes…?
Y es que la España actual es el perfecto correlato del " cole" de nuestros días.
Allí el chulo de Las Vistillas, que amenazaba de muerte al personal, y que nos corría a soplamocos, hasta que, para su desgracia, un buen día topaba con alguien que, cansado de aguantar, le hacía pagar sus bromitas.
A partir de ese instante el chulito estaba obligado a soportar el continuado acoso de sus víctimas, que, por la ley del diapasón, se ponían en cola para facturar, y para mostrar al gallito que había dejado de ser imprescindible, y que ahora tocaba callarse.
Y allí la repetitiva frase: " ¡A la salida nos vemos!"
Algo así le pasó a uno de esos “invisibles” con Alonsito "El Consentido", el día siguiente de la muerte de John F. Kennedy, un presidente americano por el que los españoles sentían un gran afecto, y simpatía.
Sentados en un portal de la calle Olózaga comentaba el Rey del Tango a un grupo de condiscípulos las profundas razones del asesinato de Dallas cuando, sin saber de qué hablaban ni de qué no, el invisible se acercó hasta ellos para dar los buenos días.
Como tren sin frenos, o mejor como perro de presa neurótico, Alonsito se echó encima del ya visible ser, rechazándole a base de empellones e insultos de todo punto inexplicables para quien no se sabe culpable de delito alguno, y menos aún de haber dado muerte a un discípulo de Washington.
Aquella fiera actitud le costó al chulito de marras un sangrado de nariz, un moratón en el ojo, y la burla de algún alumno de Magisterio, hastiado de sus tropelías.
Es lo que tiene la exposición pública, y todo un aparatoso márquetin, cuando la pretensión del artista es hacer de Supermán, o cuando miente sobre el papel que se le tenía asignado, sacando a luz una tesis copiada, un libro escrito por " un negro", o una foto tirada al albur.
No todo consiste en transmitir la apariencia de saber más que Briján, de ser feliz hasta el infinito, de dominar la conversación, o de ser más rápido aún que el alígero Ulises.
Puedes llegar a pensar, como le pasó al rey del cuento, que luces ricas telas de cachemira, cuando en realidad vas desnudo.
Ya pasó el tiempo de la mojigatería, y de dejar que piensen otros por uno mismo; de los sustos risibles, y del miedo al " qué dirán..."
Aún queda mucha literatura que mostrar a quienes presumen de " guapos, listos, y elegantes" sin serlo; y es pedagógico decirles, si es eso lo que pretenden, que son feos, torpes, e invisibles; y que si hay un ápice de justicia, mucha leña debería ser la que se les venga encima. ¡Ay, benditos...!
Lo que el personal pudo ver tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, y la creación del Foro de Ermua, es que todos los vascos no son partidarios de ETA, ni carlistas, ni seguidores de las doctrinas de San Ignacio; que la mayoría silenciosa no son seres invisibles a los que se pueda obviar: que sueñan, que sufren, y que sienten la injusticia, la muerte de los demás, y la gran maldición que les echó encima una banda de asesinos.
Como pasa con aquellos a los que les ocupan sus domicilios, que siendo mayoría legal no ven respetados sus derechos, a no ser que pongan un dinero en la mesa, y llamen a los " desocupa", que son una especie de " contra" consentida por un poder impotente que opta siempre por cruzarse de brazos.
Lo mismo los catalanes que, pese a superar los exámenes de constitucionalidad siguen ahí tragando quina para evitar la desgana.
Cuando el Ayuntamiento de Sevilla construía el aparcamiento de mi calle para su interés particular, y el de los inversores de turno, me quejaba yo a un taxista de la difícil situación a la que, sin consulta alguna, se abocaba a los vecinos ─impacto ambiental, filtración de aguas, movimientos de tierra, etc...─ , y más aún cuando a pocos metros de allí había un gran espacio libre donde poder construir bajo tierra: los terrenos de feria, y el Parque de los Príncipes; mi acompañante me dijo que la solución era echarse a la calle, como en su barrio habían hecho con resultados positivos.

─ "En mi barrio ─respondí ─la gente es muy educada, y amable, pero se considera imprescindible y no tiene tiempo que perder, ni siquiera en defensa de sus hijos, que ni un mal colegio público tiene a un kilómetro a la redonda".

En el caso de los indultos el Ejecutivo socialista, y sus voceros, invisibles a los ojos del ciudadano de a pie, son una máquina inmunda de hacer mentiras.
Ayer, en La Sexta, pudimos oír los comentarios de los mal llamados "periodistas", y ver hasta la saciedad la imagen repetida de un pequeño círculo de manifestantes, que más bien parecían diminutos juguetes en un rincón de la trastienda.
Así manejaba el dios Morfeo a los hombres, tocándoles con el tallo de una amapola, y sumiéndoles en el más profundo de los sueños.
Y de ese modo también actuaba Samuel Goldstein, el Enemigo del Pueblo, abogando por la libertad de palabra y de pensamiento ─ todo “de mentirijillas”─, mientras gritaba airado que la revolución, " su revolución", había sido traicionada por un solapado enemigo.
"¡Que todos queremos paz!", que decía la canción de "Agua Viva".
¿Paz dices cuando tantos “medio─ ser” andan suelto, y tantos chulos de pacotilla que compran voluntades con dinero, que hacen caso omiso de la Constitución, que se pasan por el forro las leyes que dicta el Supremo, y que usurpan la voz del pueblo, y la manipulan?
Entiendo yo que la política es el arte de amoldarse a lo que hay, de disfrutar de lo que no hay, y de lo que nos vino llovido del cielo, y de compartir con los demás; y no como otros la viven, pretendiendo ser los dueños del cotarro, vivir a costa del erario público sin haber hecho ni el huevo, y sembrar pleitos por ambiciones de poder. Al parecer desconocen que para una inmensa mayoría la política deja de ser tal si no tiene una carga moral que encaje con los intereses generales, y con el respeto a la voluntad popular, que a todo ciudadano nos obliga.
Que la política no se resume en “¡más manteca colorá!”, ni en una astronómica subida de impuestos, del gas, de la luz, y de esa enorme, e injusta carga, que soportan sobre sus espaldas los condenados de siempre.
En ese punto de contestación me identifico con la alcaldesa de Madrid, que dijo que el Rey no puede firmar aquello que los ojos de la ley, y de su propia conciencia, repugnan.
Y si no lo hace así qué problemas resuelve, y para qué lo queremos ver en el papel de corista.
Tengo entendido que Casado no piensa así, y que salió a escena para rectificar a Díaz Ayuso.
Casado, como Susana Díaz, y como el profeta Balaam, no entienden de rebuznos libertarios del pueblo - o mejor dicho, del épico sonido del mar- que les advierten cada día del peligro de ser unos paniaguados en tiempos de crisis.
Meros comparsas a quienes no impulsa el sentido de la libertad, y la justicia, y menos aún rebelarse contra la disciplina de partido.
Que nadie gana y convence en el papel de pusilánime si no se expone a la crítica, y se pone a tirar del carro del interés colectivo.
En ese punto, “Su Majestazzz”, cuánto mejores son las Ayuso, y las Álvarez de Toledo, que en oratoria, y en sentido común, les dan sopas con ondas a toda una tribu de feos, de feas palabras, y feo talante.

─ “¡Machismo!¡machismo...!”, grita el Conseguidor, El Amigo de los ERES, los reduccionistas de cabezas, la ministra de Cabra, y hasta Rodrigo de Triana en el momento mismo de avistar tierra firme. ¡Cuánta pose, y qué cansinos…!

"El cristal cuando se empaña se limpia y vuelve a brillar. ¡Ni más, ni menos!", cantan Los Chichos para desgracia de Narciso, el invisible, que no supo mirar su honra más allá de la superficie del charco; que como dice Felipe González ningún político quiere mirar el índice de aceptación que entre la ciudadanía tiene; y es por ello que algunos han perdido la honra, el honor, la palabra, y hasta el prestigio, que les será tan difícil de recuperar.
Tiempo al tiempo, y despacito, que como diría el “malote” de D. Juan Tenorio: " No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague".
 
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