19 de mayo de 2021 | José Bernal Roldán
Expulsión de los mercaderes
José Bernal Roldán
Ya llevamos muchos cursos estudiando "Democracia", es hora de hacer examen y demostrar lo que cada uno hemos aprendido de ella, habrá alumnos que se hayan aplicado y otros que han dedicado todo el tiempo a vivir de juerga en juerga.
Quien haya aprendido que lo demuestre y le den su título, quien no que hinque los codos en lugar de empinarlos con cervecitas para sellar pactos, porque el que no saque su curso en junio, no tendrá otra oportunidad en septiembre.
Como para otros tantos capítulos de la vida, el evangelio tiene su ejemplo, Jesús expulsó a los mercaderes del templo con su poderosísima razón de que lo habían convertido en “cueva de ladrones”. La Democracia debe ser considerada algo sagrado, un templo, y por enésima vez diremos que hay que limpiarla de trúhanes.
Los judíos preguntaron a Jesús: “¿Que señal nos das para obrar así?” Jesús les respondió: “Destruid éste templo y en tres días lo levantaré”. Sabemos que se refería a su resurrección. Y volviendo al comparativo con la Democracia, salvando las distancias, debo decir que aunque se haya intentado históricamente, en ocasiones, destruir la Democracia, esta revive siempre, porque es innata en el hombre.
Somos un país muy dado a los excesos repentinos y como aquí no hubo revolución con guillotina para cortar cabezas en su momento, con frecuencia perdemos la propia por nada y menos. Así lo hicimos cuando comenzó a llover el maná de los fondos europeos y nos olvidamos (sin complejos que decía el más estulto de nuestros presidentes) de que éramos obreros españoles, hijos y nietos de los que colaboraron al “milagro” europeo. Así lo hicimos cediendo a los falsos profetas de los bancos y de los promotores inmobiliarios que nos prometían una hipoteca sin problemas y una vida feliz a pie de playa. Y ahí tenemos tan campante a la misma jerarquía católica que nos impuso el catecismo a los de mi generación velando ahora para que no se “adoctrine” a los escolares con la Educación para la Ciudadanía, y con los mismos privilegios o más. A los representantes de esos círculos de “empresarios” que reclaman constantemente bajadas de salarios como la única solución para nuestros males sean los muy graves de ahora o los de antes. Y más. Aquí tenemos “castas” para dar y tomar.
Conviene recordar que en este país, la participación política brilla por su ausencia y solo reaparece si acaso en periodo electoral. Como aquellos mercaderes por Pascua.
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