11 de mayo de 2021 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Con luz propia
─“Érase que se era, el bien que viniere para todos sea, y el mal, para quien lo fuere a buscar…”
Con luz propia
En el mito de la caverna Platón plantea un escenario de sombras que el resplandor de una hoguera proyecta desde el exterior de la cueva hasta la pared de fondo del recinto, creando entre los allí reunidos la idea de una falsa realidad.
De manera tan sencilla el filósofo explica, de forma alegórica, la complejidad del conocimiento.
Reflejos de realidades que todos interpretamos a nuestro aire, luchando por bautizar el mundo que nos rodea; como lo interpreta el Sr. Sánchez y su cohorte de asesores, conformando un extraño paquete de “palabros”, y de ideas, de gran presencia en el mercado de ocasión: un viento ilusorio que mezcla la picaresca de Rincón y Cortado, la compostura del Tenorio, y el misticismo angelical de una estampa decimonónica; temas recurrentes de nuestra tradición literaria todos ellos, pero insuficientes para afrontar con garantías el tema de las pensiones, los problemas del país, la fragilidad de nuestra economía, la gobernabilidad de las autonomías, la insurrección de Madrid, la pandemia, o el debate subyacente entre tres generaciones de españoles que, por suerte, no llegaron a conocer las miserias de la guerra, y contra cuya secular confrontación advierten Peter Turchin y Sergey Nefedovy, en su libro “Secular cycles”:
─ "Aquellas personas que experimentaron directamente la guerra civil se “inmunizaron” contra ella y, mientras están a cargo, mantienen las cosas estables. El período de paz dura una generación humana, entre veinte y treinta años. Eventualmente, sin embargo, la generación con cicatrices de conflicto muere o se retira y surge una nueva cohorte, personas que no experimentaron los horrores de la guerra civil y no están inmunizados contra ella. Si las fuerzas sociales a largo plazo que provocaron el primer brote de hostilidades internas todavía están operando, la sociedad se deslizará a una segunda guerra civil. Como resultado, los períodos de conflicto intenso tienden a repetirse con un período de aproximadamente dos generaciones (cuarenta a sesenta años). Estos cambios en el estado de ánimo social pueden denominarse "ciclos de generación" porque involucran generaciones alternas que son propensas a conflictos o no".
En " Las tres sorores" ─ remodelación de "Siete domingos rojos"─ el novelista Ramón J. Sender expresa su idea de " grupo social" mediante el dibujo de tres sociogramas con los que pretende reflejar tres diferentes clases de sociedades.
Los individuos aparecen allí señalados en pequeños círculos; y las preferencias de unos con respecto a otros vienen expresadas por la dirección de unas flechas.
En el sociograma A se observa un grupo compacto cuyo jefe es ocasional, dependiendo de la tarea que realice.
En el grupo B se nos muestra claramente la presencia de un líder; y el grupo C lo conforman individuos aislados, y discrepantes entre ellos.
Escribe Sender que el primero de esos grupos es el más natural, mientras que "en los otros dos se da, frecuentemente, el tipo sociopatológico o sociópata. Se dan en ellos perturbaciones producidas, principalmente, por la falta de sentido de responsabilidad en el que manda o de adaptación a los patrones éticos establecidos espontáneamente de antemano por el grupo como causa de la tendencia natural a la integración.
Los individuos de los grupos B y C no es que sean enemigos entre sí, necesariamente, sino que están inadaptados al medio cultural que prevalece en la sociedad que los rodea".
Tan singular esquema explica que los jugadores del F.C. Barcelona quieran llevarse bien con Leo Messi, que es su jefe celestial, y el que reparte las cartas; que si el líder no funciona, apaga y vámonos…
Explica también que haya empresas competentes capaces de superar desastres y bancarrotas, gracias a la inteligencia emocional de sus jefes, a la total confianza en los trabajadores, al estímulo de las virtudes, a un aporte de energías, y a la facilidad para delegar en los más capacitados para tirar del carro…
Y explica, por último, la desconfianza del grupo en quienes no asumen responsabilidades y se escaquean, en quienes culpan a los demás de sus propios fallos, en quienes dan muestras de descontrol en momentos difíciles, en quienes nombran cónsul a su caballo, y utilizan la maquinaria gubernamental en beneficio propio, o del partido...
"Gente obediente hasta en la cama..." que diría la canción del grupo “Jarcha”. Y no andaba la letra muy descaminada, que la política es acción, ilusión, creatividad, y confianza; y aquí sólo se mueve la cola del paro, los grandes lobbies financieros, los fondos buitres, los nacionalista vascos, los monjes de Montserrat─ “a Dios rogando, y con el mazo dando”─, la alta burguesía del paloduz, el carlismo ultramontano, y los que en otro tiempo llevaron al dictador bajo palio, como primerísimo espada.
Gente sufrida, corriente, y con luz propia, a la que un año de encierro le habrá dado la oportunidad de saber que el 90% de los impuestos que el Estado malgasta a su costa sale de sus costillas; que una legión de sablistas ─ cocainómanos, puteros, y jugadores de monte, a los que alude Machado─ hace bandera de la confrontación, de las regalías, del insulto fácil, y de la impunidad que la casta les otorga; insensibles, e intolerantes a todo aquello que no sea “el juego de las vanidades”, o la oscura labor de zapa de zánganos y reinonas, apegados a los beneficios del néctar, de la jalea real, y de la dulce ambrosía:
─ “¡Pobres españoles! Infeliz nación; no hay mejor pueblo en el mundo. La clase oficial es la corrompida, y no hay medio de aislar esta enfermedad”, escribía desde su exilio interior el sacerdote sevillano José María Blanco White.
Que si pensadores de la talla intelectual de nuestros Juan Ramón, Machado, Blanco White, o Unamuno, tuvieron problemas de fe, y aún dudas de “sus verdades “, cómo se puede entender que esta tribu de conversos sólo pretenda " convertir" al enemigo a golpes de despropósitos, de argumentos "ad baculum" (“puedo castigar, y castigo…”), de falacias, etc…
¿Cree el necio que con el achilipúmn de “izquierda ─ izquierda ─derecha ─ derecha ─ delante ─ detrás ─ un, dos, tres…” se aglutinan voluntades, se amputan inteligencias, o se apaga la luz de un candil?
Que si por ellos fuese el personal estaría todo el tiempo acuartelado; los sanitarios harían guardias hospitalarias de noventa y seis horas semanales, en lugar de las cuarenta y ocho como su trabajo les demanda; y los docentes, obligados a repetir siempre la misma lección: aquélla que, según anotaciones de Pío Baroja, enseñaban las maestras de la República a cada balanceo de comba:
─"¡Comunismo, sí; fascio, no...!"
Como si un condenado pudiera distinguir un gulag de un campo de concentración; o como si un Hitler, o un Lenin, no fueran la misma cosa: tiranos─ sacamantecas, y punto...
Para la filósofa Hannah Arendt, en su “poética de la natalidad”, todos tenemos la oportunidad de rectificar; la extraordinaria facultad de renacer en cada acto de amor, en cada nuevo pensamiento, en cada golpe de alas…
Un pequeñísimo pero: si hay asesinos que matan, y que estrangulan el pensamiento de su adversario, a quiénes reserva Herodes el derecho de nacer, y de desempeñar el papel de faro, ala, jilguero, o veleta…
Son muchos los logros, y los frutos recogidos; incontables los ángeles urbanos, y la gente de bien, a la que hay que agradecer sus buenos oficios, su amorosa dedicación, y sus esfuerzos─ llámense socialistas, comunistas, béticos, cristianos, de Cáritas, o de la extinta UCD─ pero estamos en el camino, y no cuenta el paso atrás, ni la aplastante añoranza.
Es necesario estar alerta, para que no nos engañen; superar adversidades, y obstáculos; trabajar por los demás, y merecerlos; luchar por la juventud, y evitar que la manipulen; hacer piña con el débil, como hicimos en su momento; y entonar animosos el “hit parade” de actualidad, ante quienes realmente hayan hecho méritos suficientes para ello:
─ “De todos, menos de usted, Sr. Presidente es el cante; de todos, menos de usted, Sra. Ministra, es el cante; de todos, menos de usted, Sr. Diputado es el cante; Señor Ministro es el cante, de todos menos de usted…”.
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