15 de marzo de 2021 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Permítame usted que sea rubia

- " Lo que está bien plantado no podrá ser arrancado." ( Lao Tse)

Lo que está bien plantado no podrá ser arrancado
Lo que está bien plantado no podrá ser arrancado
Vivimos un tiempo de bombo y platillo; de omisiones interesadas, y silencios escandalosos; de enfrentados maniqueísmos, que a nada conducen.
Cada individuo es un mundo, una conciencia puesta en pie, una experiencia de vida; pero, como ni es factible la autoayuda, ni es bueno que el hombre esté solo, surge la necesidad de ampararnos en el grupo, de participar de una conciencia colectiva: toda una red de intereses plasmados en unas leyes, en una cultura, en una idea de familia y sociedad, en un país, en una religión...
Todo ficción, puro aire; que, como refiere el dicho, " no hay mal que cien años dure"; ni memoria que resista el paso de una generación.
La convertibilidad universal del dinero, y la globalización de la economía, no nos hace ser más ciudadanos del mundo, ni menos; ni nos conduce a olvidarnos de llevar flores a nuestros muertos el día de los difuntos; ni nos impide soñar con el bienestar de los vivos, que trabajan y luchan a dos palmos de nosotros.
En fechas recientes un colectivo sevillano, de nombre " Jartura", se ha empeñado en una lucha de proximidad que va desde la defensa de la identidad andaluza, a la crítica del turismo desaforado, y de la gentrificación, que convierten a nuestras ciudades en mercadillos de la especulación, y en espacios desprovistos de vida propia.
Que "la virtud no es desdeñosa", ni "arrogante en la prosperidad", ni se ufana de la desgracia ajena, ni se engríe..., es un catecismo que aprendimos de los grandes clásicos de la literatura, y el arte.
¿Le parecería a usted de recibo que un invitado a su mesa le escupiese la comida; o que una tribu de " salvadores" y "tronistas" criticaran sus afectos, y costumbres, procesionando a " la Virgen del coño insumiso"?
Y sin embargo, cuánta arrogancia, e insolencia, se han gastado nuestros " evangelizadores" con gitanos, y flamenquitos, tan afanados que estaban en ligar sus destinos con el del pueblo andaluz.
Ríete tú de Tarquino " El Soberbio", y de su escolta de romanos...
Allí las negras que llaman tintas; y el escarnio maldiciente de desafectos, e ilustrados; de insumisos de papá; y de un nacionalismo excluyente, montaraz, y racista:

- "¿Qué es el flamenquismo sino... los harapos piojosos de la delincuencia gitana?"

El veredicto odioso de la gilipollez, convertido en bomba atómica del final de los tiempos, que llevó a algún sabio a decir que los andaluces son vagos; o que "los campos de concentración deben subsistir (...) a fin de que personas como Solzhenitsin no pueda salir de ellos".

- ¡ Anchura, anchura...que viene el carro de la basura...!

- ¡Permítame usted que sea rubia, y deje de llamarme tonta, que acabaré diciendo lo que pienso...!
Que el cero infinito, siga siendo su emblema, señor; y el de los míos, la capacidad de encontrarse en lo distinto, y de ser felices en lo poco.
Que si hay un día en el calendario para todos, también debería lucir para quienes han tenido la sabiduría de echar sus penillas al aire, y de haber sabido conservar sus señas de identidad en un mundo tan desdibujado de comportamientos, e ideales.

***

En mis primeros años de casado tuve la suerte de asistir a una academia de baile.
Los profesores, los hermanos Ortega, eran unos chicos jóvenes de una energía pasional, e inagotable.
Su horario de trabajo comenzaba muy de mañana cuando, en compañía del guitarrista "Niño Jero", ensayaban en "petite comité" los distintos palos del flamenco.
Luego, al mediodía, Pepe y Juan -que así se llamaban- marchaban desde su casa de " El Cerro del Águila" a Triana, para recibir clases en la conocida Academia de Matilde Coral.
Por la tarde, de cuatro a doce, impartían clases a sus alumnos.
Como con ocasión de la feria de Mairena del Alcor recibiéramos la invitación de un conocido, una noche de viernes, concluida la faena, nos desplazamos hasta allí las dos parejas de amigos, en la grata compañía de "Niño Jero", y de Juan.
Nada más pisar el real de la que tiene a gala ser la primera feria andaluza, mis acompañantes se pusieron a bailar en corro, con Periquín "Niño Jero" batiendo ritmo de palmas.
No hubo necesidad de acogerse al amparo de una " caseta" de amigos.
A poco de arrancar las primeras " pataditas", pude observar con agrado que, entre los espectadores, había un señor que mostraba un extraordinario interés: era la bandera gitana del cante flamenco, el mismísimo D. Antonio Mairena,
"maestro de maestros".
Sin dudarlo un instante me dirigí hacia él, y solicité respetuoso una dedicatoria para la Escuela de Baile "Los Caireles", que aquel sabio subscribió con humildad franciscana.

Ya por entonces, y a pesar de su corta edad, los hermanos Ortega tenían asumida la idea de que se les había pasado la oportunidad de erigirse en grandes figuras del baile. Tan realistas, y humildes, eran.
Todo su empeño lo cifraban en ayudar a Luis, el pequeño de la familia, para darle así la oportunidad que ellos no habían podido tener: la de formarse en el Conservatorio, y en las mejores academias de danza.
Pasado el tiempo los periódicos traerían noticias de los Ortega: habían formado parte del elenco de "Azabache", acompañado las sonadas actuaciones de Rocío Jurado, y prodigado su arte por Japón, y medio mundo.
Las nuevas de "Niño Jero" decían que formaba escuela en su Jerez natal, que era un gran compositor, y que acompañaba en el toque a los mejores cantaores del momento.
Y las noticias de Luis, el más pequeño de todos: que había adquirido un gran renombre en los más prestigiosos escenarios del mundo, y entre los mejores de su especialidad: los Manuel Marín, Sara Baras, Víctor Ullate, etc...
Toda una muestra más del arte de los flamencos; de su amor a la música; de los lazos que unen a una familia de artistas, entusiasta y trabajadora, a la que el reconocimiento llegó por méritos propios; por su encendida pasión, y sus meritorios esfuerzos; sin regalos "honoris causa", ni un falso, y desacreditado máster...
Cómo no te voy a querer, si eres un orgullo de pueblo...

( P.D: Podrá deleitarse en el baile de Luis Ortega tecleando en internet :" Luis Ortega. Seguiriyas")
 
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