25 de noviembre de 2020 | Una trabajadora de residencia
Que ese bicho no entre aquí
Día 252 de pelea y día de reflexión
Reflexionando sobre el esfuerzo titánico que está haciendo el personal de las residencias de mayores para proteger a los residentes, para “que ese bicho no entre aquí”.
Personal que se ha privado de hacer planes con amigos y familiares por un sentido enorme de la responsabilidad para con nuestros abuelos porque: “Por Dios que ese bicho no entre aquí”.
Personal que puso a disposición de residentes y familias sus propios teléfonos móviles para que pudieran verse, para que no faltara información, ni una voz amiga de apoyo.
Personal que ha hecho mascarillas, pantallas y todo lo que ha podido. Aportando sus propios recursos materiales, su propio dinero, su propio tiempo (y eso que el descanso escasea) y, por encima de todo, su cariño a nuestros abuelos.
Personal que ha sufrido y sufre por ver cómo nuestros mayores no pueden ver a sus familiares todo lo que quisieran, no pueden abrazarlos y besarlos. Por eso, llevamos más de 8 meses intentando hacer lo imposible: llenar un poquito ese vacío insustituible. No es fácil. Más aún cuando los días pesan y ellos cada vez se ven más desbordados por la situación. Pero seguimos intentándolo cada día, dándoles nuestro amor.
Personal que lejos de encontrar palabras de ánimo, apoyo y consuelo, ha escuchado datos que les han hecho llorar más que nunca lo habían hecho. Pasamos con ellos más horas que con nuestras propias familias y hemos tenido que oír barbaridades como:
- “Si uno se contagia, fallecerán el 80% de vuestros residentes”
- “Si enferman, no habrá respiradores para ellos”
- “Si van a fallecer por Covid, no podrán ser despedidos por sus familiares”
- “Si tenéis un gran brote, deberéis decidir sobre a quién se seda y a quién no”
- “Si os necesitamos, podréis ser requeridos por las administraciones públicas y tendréis que dejar a vuestros abuelos”
- “Si enfermáis, trabajad con los contagiados porque, probablemente, no tendréis personal de apoyo”
- Y tantas cosas más…
Personal que trabaja con mascarillas, con guantes, con gorros, con pantallas, con gafas, con batas,… con lo que sea necesario en cada momento, y no protesta. A pesar de que falta el aire, a pesar de que en los aislamientos trabajas sin apenas ver porque las gafas se empañan, a pesar de los granos en la cara, a pesar de las grietas en las manos de tanto lavarlas, a pesar de los problemas de garganta por las mascarillas… A pesar de todo, lo primero es proteger a nuestros abuelos. Ese ha sido, es y será el santo y seña.
Personal que toma decisiones difíciles, que no le gustan en absoluto, pero que debe tomar aunque sea a regañadientes. A veces son buenas, otras no tanto, pero siempre se toman con la mejor de las intenciones, “que ese bicho no entre aquí”.
Personal a quien no le faltan apoyos, pero también críticas. Demonizados en los medios de comunicación, olvidados por las administraciones, culpados de miles de muertes, acusados de no hacer lo necesario y, algunos, testigos de lo que dicen no desear ni a su peor enemigo… pero personal que continúa su trabajo incansable y silenciosamente.
Porque nuestros abuelos son sagrados, porque son los más vulnerables ante esta situación, porque nuestro principal objetivo es protegerlos y cuidarlos, también porque es nuestro trabajo, pero sobre todo porque los queremos. Nadie dejará de pelear ni un segundo por ellos y para “que ese bicho no entre aquí”.
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