5 de octubre de 2020 | Manuel Villegas Ruiz
Puellae gaditanae
Las muchachas de Cádiz
En la antigua Roma eran conocidas como puellae gaditanae, aunque no procediesen solamente de esta ciudad, ya que se daban en cualquier localidad de la Turdetania, o Bética como la denominaron los romanos, por el nombre del río Betis, actual Guadalquivir.
Tenemos innumerables testimonios de autores romanos que nos hablan de ellas como jóvenes alegres que cantaban y bailaban al son de sus castañuelas, canticos lascivos e impúdicos. Sus danzas eran igualmente provocativas.
Alcanzaron fama en el mundo entonces conocido por su erotismo, su sensualidad y por su habilidad en diversas artes como la danza y la música.
Podrían equipararse a hetairas griegas, es decir, cortesanas de lujo versadas en todo tipo de artes, como la música, la poesía, la danza, el canto, especializadas en amenizar banquetes .
Entre los varios instrumentos musicales con los que se acompañaban en las fiestas, se encontraban los crótalos, conocidos hoy como castañuelas.
Marcial nos habla de una de ellas que podríamos considerar como dueña de una compañía de cantantes y bailarinas llamada Teletusa, de la que manifiesta:
“Experta en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas béticas y en danzar según los ritmos de Gades, capaz de devolver el vigor a los miembros del viejo Pelias, y de abrasar al marido de Hécuba junto a la mismísima pira funeraria de Héctor. Teletusa consume y tortura a su antiguo dueño. La vendió como sirvienta y ahora la ha comprado para concubina” .
En las páginas 162 y siguientes de la sátira XI de Juvenal, confirmando lo que manifiesta Marcial nos dice
“Acaso esperes muchachas gaditanas que en coro se pongan a entonar lascivos cantos de su país y enardecidas por los aplausos, exageren sus temblorosos movimientos de cadera, y las jóvenes esposas que, tendidas junto al marido, contemplan este espectáculo que sólo contado en su presencia debiera ya ruborizarlas. Son acicates de unos deseos languidecientes y estímulos apremiantes de nuestros ricos. Mayor es, sin embargo, esta voluptuosidad en el otro sexo, que se excita con más viveza y, pronto al placer que se mete por ojos y orejas, provoca la incontinencia. Estas diversiones no caben en mi casa. Escuché esos repiqueteos de castañuelas, esas palabras que ni siquiera pronunciaría el esclavo desnudo que permanece en el maloliente lupanar; gócese con esos gritos obscenos y con todo refinamiento del placer aquél que ensucia con sus vomitonas el mosaico lacedemonio; nosotros perdonamos esos gustos a la Fortuna” .
Homero en su Odisea, nombra a una tierra Shería-Turdetania- en la que la música tenía un papel casi básico en la vida diaria .
Siempre se ha considerado que el cante y baile flamenco es genuinamente gitano. Posiblemente su aportación tenga mucha importancia, pero no debemos de olvidar que los egipciacos, nombre con el que fueron denominados estos, entraron en España en el siglo XIV, y que los cantes y bailes de las puellae gaditanae tenían muchos siglos de existencia y puede que, las reminiscencias de ello sean los cantes y bailes de los Carnavales de Cádiz, y de sus Chirigotas y Comparsas.
Mostramos dos Pragmáticas reales sobre los egipcianos. En una de ellas no quedan bien parados. Pero es la Historia.
«…Como nuestro amado y devoto don Juan de Egipto Menor… entiende que debe pasar por algunas partes de nuestros reinos y tierras, y queremos que sea bien tratado y acogido… bajo pena de nuestra ira e indignación… el mencionado don Juan de Egipto y los que con él irán y lo acompañarán, con todas sus cabalgaduras, ropas, bienes, oro, plata, alforjas y cualesquiera otras cosas que lleven consigo, sean dejado ir, estar y pasar por cualquier ciudad, villa, lugar y otras partes de nuestro señorío a salvo y con seguridad… y dando a aquellos pasaje seguro y siendo conducidos cuando el mencionado don Juan lo requiera a través del presente salvoconducto nuestro… Entregada en Zaragoza con nuestro sello el día doce de enero del año del nacimiento de nuestro Señor 1425. Rey Alfonso.»
Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente de estos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida.
Real Pragmática de 1499, fechada en Medina del Campo, Novísima Recopilación, Libro XII, título XVI.
Son muy hondas las raíces de los cánticos y bailes tartésicos, turdetanos, béticos y andaluces para que queramos reducirlos a una sola cultura.
Ya Estrabón nos habla de que los tartessos tenían leyes con una antigüedad mayor de seis mil años.
No podemos olvidar que estamos en la tierra del Mítico Gerión, el de los tres cuerpos, al que venció Hércules atravesándolos con una flecha impregnada con el veneno de la Hidra. ¿Representarían estos tres conocimientos o formas de vida?
También es la tierra de Gárgoris y Habis, y en ella que nació la cultura del Vaso Campaniforme en el Calcolítico, y se extendió por toda Europa, hasta más allá de Rusia, las islas británicas y las del Mediterráneo.
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