19 de julio de 2020 | Daniel Solano Sujar
Aquella década de los sesenta setenta
La amistad quedó para siempre
Aquella década de los sesenta setenta
Años de muy buena música, años de emigración y años de sentimientos muy encontrados, aquellas charpas, esas amigas y amigos que fueron nuestros referentes a esa bonita palabra de amistad, ese pueblo lleno de ilusión viendo a su alcalde participando en ese concurso de Un millón para el mejor, donde D. Rafael Canalejo Cantero, se llevó ese suculento premio que lo invirtió en Belmez, y de paso disfrutar muchos años de esa inolvidable piscina, también esa participación televisiva posterior en ese programa de Un pueblo para Europa, donde se dejó esa gran actuación, anteriormente ese gran disfrute con esa inolvidable banda de música de D. Alejandro Gala, que en esos domingos tocaban en ese antiguo quiosco del Parque, esas melodías se escuchaban y mientras las parejas paseaban por ese lugar preferente nuestro parque municipal, ese paseo desde el Excmo. Ayuntamiento, hasta nuestro parque, esa banda tocaba como los verdaderos ángeles, tiempos de esos cines de verano y de invierno, esas películas que nos traía Alonso Gallardo y Paco Sierra, por parte del cine Gran Capitán y el de Aguilera, cine Aduana, esos dobles que en ese lugar, te pasabas una noche al fresco buenísima, antes ya habías pasado por la heladería de Juan Jiménez el BARQUILLERO, para llevarte al cine, esos conos y esos cortes de chocolate y de vainilla, en esa repostería del cine, te esperaban esos referentes refrescos muy nuestros, los cristos de naranja y de limón.
Con que poco y que felices y que felices éramos, en el cine de abajo se hizo esa reforma y ya tenían esos veladores independientes de las butacas, donde te sentabas con tu pareja y era una delicia ver ese cines y en esa pantalla de cinemascope, esas películas que nuestro Aniceto, las traías desde la estación de ferrocarril, películas semi estreno y que nos hicieron muy felices en esos momentos.
Esos años donde la juventud estudiaban, muchos en nuestras escuelas, otros en el Instituto y otros en esa escuela de maestría, también en esos momentos, en nuestro pueblo, esa entrañable escuela de peritos de minas, en la plaza del santo y posterior ya en la avenida de la estación.
Momentos de feria, y esas corridas de las que siempre se llevaba esa oreja de oro, MANUEL BENITEZ EL CORDOBÉS, que junto con otros maestros, nos alegraban esa fiesta nacional, Belmez y su feria, y en ella, esa procesión de nuestra Patrona que reunía a muchos belmezanos y bemezanas presentes y ausentes, unos día de fraternidad y disfrute con los amigos y familia, nuestro Recre, organizaba ese partido con trofeo en esa feria, y la verdad, nos sentíamos muy felices participando en ese evento deportivo.
Esas casetas de feria, la del Casino y la del Cordobés en aquellos años, nos alegraban con esas orquestas, y sobre todo esos dos grupos nuestros que tanto aportaron a la música belmezana, nuestros Veloces e Imperiales, empezaban por esas fechas y cuanto nos dieron, desde aquí mi mas sincero agradecimiento como belmezano, no me quiero olvidar de D. RAFEL NARVAEZ, Rafaelito el Ciego, esa Rondalla con esa calidad en sus interpretaciones y cuanto nos dieron en esas serenatas y canciones populares que tanto gustaban.
Una década maravillosa, esas reuniones con el “picú”, aprendimos a bailar algunos, y esos ratos de unidad nunca fueron olvidados, ya tenemos unos años y esos recuerdos están presentes, algunos amigos y amigas ya se nos fueron, pero siguen y seguirán en nuestras mentes, una felicidad compartida que sigue muy viva y que renace cada vez que tenemos la suerte de volver por ese lugar que tanto queremos y tanto echamos de menos, BELMEZ se nos metió en nuestras entrañas y esas amistades no son ficticias, son verdaderas y así las queremos de por vida, esos colegios, ese colegio de presentación de María, todo eso muy nuestro, tuvo mucha vida y en ella y con ella supimos disfrutar, los años van pasando y el recuerdo sigue muy vivo y nadie lo enterrará, son nuestras vivencias, nuestras vidas y ante eso sólo puedo decir, gracias Dios mío por haberme permitido tener a esas personas amigas, amigos, vecinos, belmezanos y belmezanas, que tanto me aportaron y que me ayudaron a quererlos cada día mas y mas.
Belmez y los belmezanos y belmezanas, siempre juntos y unidos.
Así debe de ser.
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