19 de mayo de 2020 | Daniel Solano Sújar

La bondad era su estandarte

Su cariño y su lealtad a su pueblo siempre fueron con ella

La bondad era su estandarte
La bondad era su estandarte
La vida a veces te da esa gran oportunidad de conocer y tratar a las personas, y de estos encuentros, sacas una gran conclusión muy hermosa, que a la postre es una delicia el haber conocido a este gran grupo de amigos y de paisanos que compartieron contigo esa necesidad de tener vivencias, que sirvieron para unirnos mas y mas en ese sentimiento hacia ese lugar que todos tanto queremos.

Hoy hemos despedido a una nonagenaria, que desde la década de los sesenta, dejó esa casa en ese grupo de las casas nuevas, en Belmez, eran tiempos complicados en cuanto a trabajo y la ciudad de Madrid, le dio la oportunidad que buscaba, junto con su esposo e hijo,
ENCARNACIÓN CRESPO BENAVENTE, vecina de esa barriada de Carabanchel bajo, y belmezana que nunca perdió sus raíces, era una persona muy querida en todo ese núcleo de viviendas donde vivía, ese recuerdo a su pueblo lo llevaba muy adentro, y sus relaciones era siempre esas amistades de amigos belmezanos que vivían en esta ciudad, Encarna junto a su marido e hijo, pasan a engrosar la lista de socios de esa gran familia belmezana de residentes en Madrid, que un día ya lejano, de la mano de Juan Peñalta Castro, se regularizó y sirvió de mucho para unir a todos los que vivíamos en esta ciudad de Madrid, años maravillosos que nos identificaron con los nuestros, trabajando y trabajando para que nuestro entorno siempre estuviera presente.
Encarna era esa persona amable, junto con esa otras grandes mujeres Nati y Juani, siempre disfrutaban en esas cenas, comidas y viajes que organizaba esta Asociación, y era su semblante acogedor y con una educación exquisita en sus alocuciones, gran mujer que siempre la tendremos en nuestros recuerdos, Encarna era muy feliz, cuando su hijo fue nombrado Presidente de esta Asociación belmezana, y se sentía muy orgullosa de ellos, he tenido durante muchos años, muchas conversaciones con ella, y siempre tenía ese talante, ese saber estar y ese cariño que te mostraba continuamente, una mujer que a pesar de los años emigrados, su acento era patente y su devoción hacia su Patrona la Virgen de los Remedios era constante, ese referente era su mayor consuelo, Encarna era muy familiar, adoraba a su familia, a sus nietas y su hijo era ese bastión donde ella reflejaba en su rostro esa sensación de madre, la vida pasa y se nos van personas con un alto valor de afecto, cariño y respeto hacia los demás y ella era sencillamente admirable, se que ahí arriba, tendrá ese sitio que se merece, ya que en su vida terrenal, dejó de corazón todo lo mejor para todo el mundo y se ha marchado queriendo mucho a su familia y amigos, que Dios la tenga en su infinita gloria D.E.P.


 
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