23 de abril de 2020 | Carlos Serrano

Hacia el desconfinamiento…

Las cifras que nos dan a diario, parecen diagnosticar que caminamos hacia un desconfinamiento, que todos ansiamos tras un estado de alerta que ha puesto a prueba los nervios más templados. 

Durante este tiempo de dificultad y sufrimiento a causa de la pandemia que nos azota, hemos asistido a un gran espectáculo de solidaridad ciudadana sin precedentes, quizá porque en los momentos difíciles es cuando más se manifiestan, tanto los defectos como las virtudes de las personas. 

Muchas han sido las epidemias y pandemias que han azotado a los distintos pueblos a lo largo de la historia. Podemos recordar algunas, como son la viruela, el cólera (sólo los brotes de 1843 y 1854 causaron más de 300.000 muertos), el escorbuto (solía darse en los viajes transoceánicos, relacionado con la falta de Vitamina C, por la carencia de frutas y verduras frescas), la fiebre amarilla, la sífilis, la malaria (hoy día sigue matando a más de medio millón de personas al año en África), el sida (de tan malos recuerdos y experiencias en España)…,innumerables epidemias y pandemias que azotaron con voracidad a regiones, ciudades y naciones. Pero, aparte de que tampoco ellos disponían de los medios sanitarios de que hoy disponemos, nunca se registró un espectáculo de solidaridad ciudadana como el que estamos viviendo en los momentos actuales con el Covid-19. Ello nos anima a pensar que, una vez superado, podremos vivir un nuevo y esperanzador amanecer de la sociedad, donde todos hayamos aprendido a vivir como hermanos.

Durante los momentos difíciles que estamos viviendo, nuestros pueblos han realizado un derroche de solidaridad sin fronteras sociales, de edad, de sexo o de creencias. Hemos visto cómo cada ciudadano ha aportado lo mejor de sí mismo, buscando fórmulas nuevas de ayuda, confeccionando mascarillas, realizando voluntariado (tanto en Protección Civil como en asociaciones y a título personal), repartiendo esas mascarillas; llamadas de teléfono a casas de personas mayores por parte de vecinos, familiares o amigos, incluso por parte de desconocidos, ofreciéndose y preguntando si necesitaban algo de la farmacia, alimentación, o cualquier otra gestión.

Parece ser, así nos lo dicen, que estamos en el buen camino, que la curva va siendo descendente, que se reduce el número de contagiados y de fallecidos, y ello nos lleva a pensar en una desescalada progresiva del confinamiento que estamos sufriendo. También nos dicen que se comenzará abriendo la mano con los niños, y ello nos alegra sobremanera, contribuirá mucho a la estabilidad del estado emocional y conductual en que se encuentran, tras tantos días recluidos en sus casas.

Pero yo también me pregunto: ¿qué ocurre con los mayores, los que viven solos en sus casas particulares y no en residencias, los que no pueden relacionarse con sus familiares, ni con amigos o vecinos, los que no pueden salir fuera de sus domicilios, los que no salen siquiera al supermercado o la farmacia porque se lo llevan a casa, los que se encuentran derrengados emocionalmente, con ansiedad, depresión, con deterioro cognitivo, incluso con dificultad para dormir? ¿No podría comenzar también, la desescalada, para este colectivo? Yo pienso que sí, aunque con medidas restrictivas de seguridad, y ello por tres razones:
-Por problemas de salud mental.
-Por responsabilidad en su actuar. Es un colectivo que, por edad y sabiduría, jamás descuidará, conscientemente, las medidas de seguridad.
-Porque se lo merecen, porque sin estar contagiados y viviendo en soledad, necesitan salir a respirar y ver que el mundo sigue existiendo.

Según el INE, en los datos correspondientes a 2018, más de 2 millones de mayores de 65 años viven solos en España, y, lógicamente, esta cifra se dispara mucho más si a esa cantidad sumamos el número de mayores que viven solos con su pareja o esposa/o. Estas personas no viven en residencias, viven solas y, si no están contaminadas, ¿por qué no se les deja que puedan salir un rato a que den un paseo?

Y ojalá todos, salgamos de este confinamiento con un nuevo concepto de sociedad. Hago mío lo escrito por Daniel Solano (publicado en Infoguadiato el 21 de abril) donde, refiriéndose a los mayores escribía: “Ellos nos dejan un legado importante, su trabajo, su esfuerzo y ese sentimiento de lucha por hacer un país mejor”. Como igualmente acepto lo escrito en Infoguadiato el 21 de abril bajo el título “Valorando la vida”, escrito por S.J.B.: “…este es el sentido de la vida, ser solidario…ayudar sin recibir nada a cambio…sentirse con la grandeza de tener a Dios en nuestros corazones y pensamiento positivo…” Con amor todo es posible.
 
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