21 de febrero de 2020 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Borrón de escribano

─ “Nunca podría mirar detenidamente a un mono sin caer en humillantes reflexiones…”

Borrón de escribano
Borrón de escribano
A pocas fechas de la celebración del “Día de Andalucía” quien visite esta ciudad tiene la posibilidad de asistir a una exposición, en la sevillana Casa de la Provincia, en la que Pablo Juliá presenta un escogido muestrario de fotografías en blanco y negro acerca de la Transición.
En “Otros tiempos” asistimos a la contemplación de un pasado, relativamente cercano para muchos andaluces, que nos pone en los labios un dejo de ternura, de alegría, de esperanza, de rabia, o de dolor, y que invita a la reflexión por lo que supone de experiencia personal de cada uno.
Al ser un relato global, capaz de recoger la realidad en un instante, la fotografía transmite esa sensación de plenitud de quien ve el mundo desde arriba, y a toro pasado; de “cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”, que dijo el poeta.
Qué júbilo el de aquéllos que, a la busca de sus derechos, marcharon unidos de la mano, por la Avenida de la Constitución, clamando por una Andalucía libre; qué festiva juventud la de aquellos soñadores de “la foto de la tortilla”; qué plasticidad la del miliciano caído bajo balas enemigas; qué horrorosa imagen la de esa niña huyendo de las bombas de napalm; qué resignación la del padre que sostiene entre sus brazos al hijo fallecido; qué instantes tan oportunos…
Otra cosa es el pie de página que, en no pocas ocasiones, contradice la imagen, para devenir en paradoja.
En las fotos de Kaulak que ilustran un poema de Campoamor vemos a un cura escribiendo una carta con pluma de pato, y a una joven, inclinada sobre la mesa, que dicta unas palabras de amor:

─ ¿Morir? ¿Sabéis que es ofender al cielo? . . .
—Pues, sí, señor, ¡morir!
—Yo no pongo morir. — ¡Qué hombre de hielo!
¡Quién supiera escribir!

Así como en la foto es el ojo del fotógrafo el que selecciona la realidad, en la carta es la mente del escritor la que escoge la palabra, en detrimento de otras que bien podrían haber ocupado ese lugar en el texto.
Como todo, la escritura requiere de aprendizaje, si queremos que no escriban por nosotros; tan sólo se necesita una pluma, y un blog con amplios márgenes a los costados, para dar cauce a la reflexión personal, para rectificar lo que salió mal, para anotar lo que otros dicen, y para aprender a conocernos.
Es fundamental el trabajo, según atestigua el guitarrista Paco de Lucía. Un trabajo solitario, honrado y gustoso, a ser posible:

─ “Yo no creo en eso de los grandes genios: pienso en gente que trabaja y ha trabajado mucho, y que tiene talento; pero el trabajo yo creo que es fundamental para eso. Y algo común para toda esa gente es la sensación de que no saben nada”.

“¡Quién supiera escribir!”, decía Campoamor. Quién supiera reciclar de un plumazo toda esa basura informativa, que pone palos a la ilusión de hombre libre.
Según Albert Boadellas los espíritus que no escriben al dictado, y que carecen de mecenazgo, deben estar dispuestos a la marginación, y al silencio total por parte de esas “nuevas religiones laicas que bajo la cobertura del progresismo y de la modernidad quieren construir una sociedad liquidando el pasado de tajo”.

─ “ And the winner is… ¡Pedroooo..!”

Pero, ¿acaso no es más duro el sentido del ridículo que la muerte civil? ¿No es más insoportable la vergüenza que el dolor que de una crítica?
En el curso de 1982─ 83 las asignaturas de Hogar, y de Educación Física, aún la impartían miembros de la Falange, algunos tan significados como D. José Ramón Agote, personaje que marcó un hito en la evolución del deporte de la canasta en Peñarroya─ Pueblonuevo.
En mi caso fue distinto, pues yo nunca fui de la Falange, y me vi obligado a impartir clases de Hogar en el instituto de Sanlúcar la Mayor ─ “A usted le han aprobado por su capacidad pedagógica…” ─ decía el Sr. Inspector, como si el hecho de aprobar un examen te convirtiera en un experto en labores de ganchillo.
Ya se sabe que en esos años aún se usaba DDT para desinfectar los hospitales; y que la educación de los hijos de familia bien se ponía en manos de internados de mucho fuste, como el Colegio San José, de Campillos.
En Sanlúcar pasé aquel año inolvidable, enseñando a bailar sevillanas, resolviendo carencias de otras asignaturas, y siguiendo la máxima hipocrática de no hacer daño a mis alumnos. Incluso Gordillo me regaló un colorín…
Años después, con la Logse en puertas, la cosa no cambió mucho. En lugar de mostrarle al profesorado “los nuevos caminos de la Pedagogía” todo se fue en humo, y en “reciclajes” de poco unto: aquí un curso de flamenco, que daba comienzo una hora después; allí unos paseos con los ojos cerrados, para aprender a confiar en los compañeros; allá un señor al que reprochaban los más recalcitrantes su mala preparación, y ¡ vamos a tomar café…!
En resumidas cuentas, pamplinas y más pamplinas que de nada sirvieron, si no fue para medrar, o para engrosar el “currículum”.
Ahora con la buena nueva de las clases de sexualidad, me pregunto si le habrá dado tiempo a doña Pedagogía para formar su grupo de expertos en clases prácticas de kamasutra.
Por los conocimientos que recibí en el I,E,S, “Triana” por parte de aquel ilustre Doctor, era como para ponerle orejas de burro, o preguntar al ponente que qué tal se le daba en la cama.
¿Entiende usted lo del “pin”, y el por qué hay padres que no se fían de los generosos donantes de preservativos?
Hace unos días asistía en el Colegio Médico a una conferencia de Sexualidad, impartida por D. Antonio Ortega, Médico de Familia, y director de un Centro de Salud, que habló distendidamente de una materia que requiere de años de dedicación, y de amplios conocimientos en el campo de la Biología, la Antropología, la Sociología, la Fisiología, la Neurología,…
Un elegante resumen de dos horas, y una información útil para todos los públicos; y no la labia del arribista, ni el conjuro del hechicero , ni el “corta y pega” de un advenedizo.

─ “Nada mata en la vida tanto como el ridículo; y no sólo en sentido figurado, sino cruel, real. El temor a aquél suele armar el brazo para el desenlace de muchos dramas…”

Esa frase, que dijo Alcalá─ Zamora, tiene su aplicación en el enfrentamiento que mantienen el Ministerio de Educación y la Comunidad de Murcia.
El ridículo que a diario hacen nuestros políticos en Cataluña, y el País Vasco, en tantos y tantos temas vitales para el país, armó el brazo inquisitorial contra el más débil de todos. ¡Vergüenza les debía dar!

─ “¡Qué justa sería la vida si a cada uno se le aplicaran sus propias ideas!”

No es éste un pueblo de “bueyes” que se deje uncir, por más que algunos se muestren crecidos con el título de Marqués; ni la autoridad se reconoce a quien desmerece de ella.
A falta de gestores honrados, y de políticos de confianza, la solución ha de venir de la sociedad civil, y de las personas competentes, y honradas.
En la Enseñanza Pública hay que seguir confiando en esos profesionales que hacen bien su labor, con entrega y honradez, y que no se venden por tres monedas ; y en los padres, que son los que con su sudor dan de comer a su prole, y a quienes se les exige que velen por la educación de sus hijos:

─ “¡Apretad! ¡Apretad! ¡Que el mayor tesoro son los hijos!”.
 
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