Hay momentos en la vida que te cuesta asimilarlos, momentos que te encuentras vacío, cuando te llega esa triste noticia del fallecimiento de alguien que tiene tu piel, tu sangre, tus genes, noticias que te destrozan el corazón, así es nuestras vidas, llenas de sensaciones de alegría y tristezas que nos van forjando a través de los años, uno siempre tiene que estar preparado, eso me decía mi querido padre, pero nunca llegué a entenderlo, cuando amas a una persona, cuando convives cerca de él o de ella, muy cerquita, juntitos, cuando respiras juntos y cuando siempre lo tienes a tu lado, cuidándote, pues eso hizo mi querido hermano durante toda su vida, aún a pesar de ya ser mayores, desde su lugar de residencia, no dejaba de unirnos, en Belmez donde serán esparcidas sus cenizas como él quería, y en esos lugares de lo que fue inmensamente feliz, ahí en ese parque nuestro ese lugar que tanto amó, ahí quedará para el resto de los día, moviéndose a través de ese aire fresco de ese gran pueblo, mi hermano Manolín, como le llamábamos todos, era ese referente de mi familia, una persona muy buena con un corazón muy grande y siempre al lado de sus amigos, lo cuales los llegó a conservar siempre, son muy duros momentos para todos, este año, ha sido para la familia un muy duro golpe al perder a esas dos personas que dignificaron nuestro arraigo, y fueron un claro ejemplo de comportamiento con todos, MANUEL Y MARI, esos cuñados que se querían y respetaban, estas dos personas que nunca olvidaremos de por vida, ya que ellos dos dejaron en todos nosotros, ese sello de cómo debemos ser una familia, en todo el proceso de internamiento de mi mujer, ahí estaba esa llamada diaria, preguntado como estaba mi mujer, y dándonos ánimos y ánimos, él renqueante de sus dolencias pero entero en ese amor que nos mostraba en esas conversaciones, un hermano siempre cercano, amable, luchador por su familia, trabajador incansable en esos tiempos que estuvo en el día a día en su profesión, un hijo con un trato muy especial para sus padres y hermanos, un buen belmezano, que nunca perdió su acento, y que hacía gala de su tierra allende donde estuviera, una persona que trasmitía lealtad y honestidad, en una palabra una buena persona, como siempre le decía mi abuelo Daniel Sújar, espejo donde mi hermano se fijaba, amante para con sus padres y estando a su lado día tras día, mientras Dios los tuvo junto con nosotros.
Nunca dejarás Manolín de estar junto a nosotros, tus hermanos que te querían con locura, todos te echaremos de menos y nunca serás olvidado D.E.P. HERMANO DE MI ALMA.

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