19 de septiembre de 2019 | Carlos Serrano

Dialéctica y política

Hemos asistido estupefactos al espectáculo bochornoso de nuestros políticos en el último pleno del Parlamento, más preocupados por sus intereses personales que por los de los ciudadanos a los que dicen servir.
Los ciudadanos nos sentimos decepcionados, abandonados y esclavos de los intereses oscuros de nuestros representantes. Observamos que son incapaces de trabajar y conseguir aquello para lo que los hemos elegido y pagamos sus sueldos: diálogo sincero y desinteresado entre todos para buscar el apoyo de todos en la búsqueda del Bien Común.
Pero debemos otorgar un sobresaliente cum laude a todos nuestros políticos. No cabe duda que todos han recibido una formación amplia en dialéctica, aunque también es cierto que todos han debido estudiar dialéctica en el mismo centro y con los mismos profesores, ya que todos siguen el mismo patrón: uno que pregunta de forma escueta sobre un tema, el interrogado que contesta de igual forma escueta, y de nuevo, de inmediato, el que preguntaba lanza la pregunta que realmente llevaba en cartera. Es muy curioso observar que todos hablan como auténticos dioses en posesión de la verdad, con gestos y grandilocuencia más propios de actores de comedia que de servidores del pueblo. Si analizamos los gestos de nuestros políticos, la expresión de sus rostros, sus miradas, los movimientos de sus manos… descubrimos que nos hablan de soberbia, de espíritu dictatorial trasnochado, de egoísmo, de afán de poder, de intransigencia… y por encima de todo, de FALTA DE CAPACIDAD DE DIÁLOGO, de incapacidad para hablar todos, respetuosamente, “como y entre iguales”, para buscar el Bien Común de los ciudadanos a los que dicen representar. ¿Tan difícil es ESCUCHAR, DIALOGAR Y CONSENSUAR para buscar el Bien Común? ¿Cómo puede pedirnos el voto una persona que no tiene capacidad, como líder, para arrastrar y llegar a formar un gobierno de consenso en aras del bien común de TODOS?
Todos mucho blablablá, pero nadie cede ni busca puntos de encuentro para no tener necesidad de ir a nuevas elecciones. Todos contra todos. Todos culpan al vecino pero nadie reconoce sus errores. Todos dicen estar dispuestos a dialogar, pero nadie acepta los mínimos postulados del diálogo. ¿Y ahora nos piden, de nuevo, casi con súplica, el voto para gobernar? ¿Acaso alguien quiere la mayoría absoluta? Ilusos!, ¿acaso no han comprendido que los ciudadanos lo que queremos, realmente, es un entendimiento de todos, donde cada uno aporte lo mejor de sí mismos, para crecer y asegurar el Estado de Bienestar? Exigimos DIMISIÓN de todos esos que no son capaces de renunciar a sus intereses personales. Que entren nuevos líderes más carismáticos, con ideas nuevas, y sobre todo con mayor espíritu de SERVICIO.
Lo cierto es que “entre todos los mataron y ellos solos se murieron”. Ellos siguen ahí, como si nada hubiese ocurrido, cobran sus sueldos, se aseguran pensiones millonarias, se gastan nuestro dinero, se colocan de nuevo dentro de las listas para las elecciones, y NO REALIZAN SU TRABAJO. ¿Tan férreo es el dominio de determinadas personas dentro de las estructuras de los Partidos, que habiendo demostrado su incapacidad y su ambición, no se les pone freno?

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