8 de agosto de 2019 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Reflejos y luces
Reflejos y luces
Como nacido de una siesta en el atardecer del estío el pueblo se espeja en la cal de sus paredes, se perfuma de olores ─ rosa, jazmín, madreselva…─ y se echa a pasear, al compás de sus vecinos, en un eterno diálogo entre el ayer, el mañana, y el presente:
─ “Volverán las tupidas madreselvas / de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas / sus flores se abrirán”.
Abiertos de par en par los balcones y ventanas nos invitan a conocer el misterio de cada casa al hilo de una animada conversación.
“El hombre es la medida de todas las cosas”, decía el griego Protágoras; y Juan de Mairena, el “alter ego” de D. Antonio Machado, que el diálogo y la cordialidad son los hilos que tejen las telas de araña del amor, y la comprensión:
─ “Quien dialoga abiertamente, afirma a su vecino; todo manejo de razones ─ verdades o supuestos─, implica convención entre sujetos, o visión común de un objeto ideal. Pero no basta la razón (…) para crear la convivencia humana; ésta precisa también la comunicación cordial, una convergencia de corazones en un mismo objeto de amor”.
Pensaba el buen andaluz que para desarrollar unos determinados modos dialécticos no era preciso ser sabio, que bastaba con ser un individuo reflexivo y honesto, incapaz de engañarse a sí mismo, y habituado a “hablar a otros hombres en lenguaje esencialmente humano”.
Y es que, por encima de torpes encuestas, o de tendenciosas estadísticas, el individuo no es un frío algoritmo, pues todos tenemos un punto de interés que nos hace ser únicos.
Todo el mundo es un tesoro que alimenta la alegría de los demás, , un romántico entrañable, un renglón que alguien trazó en el libro de la vida.
Bien es verdad que hay espíritus avinagrados, “tontos adulterados”, zalameros interesados, corruptos de la lisonja, asesinos de indefensos, malajes de la codicia, perversos sexuales, manadas de enanos, constructores de frases huecas, expertos en galimatías, des─ informadores del personal, amigos de decretazos, viejos “infantilizados” por mor de la publicidad, y otros tales…
Pero no hay que pensar que un lunar lo es todo, por muy maligno que sea; y habrá que fiar su remedio a la magia de un bisturí, a la buena educación, al empuje de una sociedad sana y bien informada, al apoyo desinteresado de la familia…
En “La nieta del señor Linh”, obra maestra de Philippe Claudel, dos completos desconocidos, a los que ha unido el azar ─ el Sr. Bark, y el Sr. Tao─ Lai ─ desafían los rigores de la soledad, de la guerra, y del exilio, con un animoso “¡Buenos días”.
Así mismo en cientos y cientos de páginas se nos muestran personajes que representan los más nobles ideales. Da igual que sean de papel, o seres reales capaces de experimentar en carne propia toda clase de emociones y sentimientos.
Por una extraña manera toda luz lleva a cuestas su sombra, que “Todo vive”, como dice el poeta:
─ “Nada es fingido ─ Todo vive / Hasta las sombras son verdad
Y si yo sueño acaso/ es porque el sueño es realidad
y la vida la sombra de mi paso/ sobre la eternidad”.
Los “boni viri”, “hombres buenos” a los que alude Cicerón, son la base ideal de toda “res─ pública”; los de más capacidad para el desempeño de un cargo público; los que a diario nos regalan su canto, su esfuerzo, su ilusión, su capacidad para ver lo bello y simple de la vida.
Tal lo expresa el sevillano Rafael Lasso de la Vega, un espíritu bohemio de quien se dice que, por hambre, se comió el perro que una amiga confiara a su cuidado; y a quien se le reconoce el mérito de haberse anticipado en más de una década a la poesía marinera de Alberti, o a los tonos populares de Federico García Lorca:
─ “Yo amo los cantos que llevan dentro/ aire, agua, tierra y fuego,
Los cantos que son claros, ligeros y diáfanos, / vivientes como mundos lanzados al azul,
con algo de magia y de prodigio, / cual pompas de jabón que no se rompen.
Yo canto para que dancen bajo el cielo/ los que vendrán un día.
La vida es voluntad alegre y bella, / y el arte el juego más sublime de los juegos.
Las visiones del mundo son profundas/ en las aguas más hondas y tranquilas,
pero vuestra mirada ha de ser pura.
Malditos son los que producen/ el lodo de las aguas removidas,
La esfera de cristal concentra el orbe en iris, / y es ella misma un orbe sutil y transparente”.
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En la Glorieta de Bécquer, del sevillano Parque de María Luisa, un ramo de rosas blancas que marchitara el paso del tiempo, es la singular ofrenda de unos enamorados a quien supo cantar al amor.
En el interior de una hornacina de mármol, que sirviera en otro tiempo como receptáculo de libros, se agolpa un sinfín de mensajes escritos sobre papel, o bien sobre la superficie de una hoja seca.
Como al azar me resuelvo a coger una carta de sugerentes trazos, redondos y femeninos, que dice así:
─ “Siempre me dijiste que lo más bello que le podía obsequiar a una persona era una sonrisa sincera, “cabeza en alto, no te rindas y ayuda al prójimo, dado que no hay nada que pueda hacer tan feliz como eso”.
Ojalá pudieses ver cómo estoy llevando a cabo justo lo que me aconsejaste, estando rodeado de personas que nunca han dejado de creer en mí, al igual que tú.
Y es precisamente en Andalucía, hogar que tanto quisiste, donde me siento más cerca de ti.
Te quiere tu nieta, Anna”.
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En el Muelle de la Sal la figura de un flamenco de color rosa ha venido a posarse sobre la sombra de un muro: el que separa la estructura de hierro del Puente de Isabel II─ obra de un discípulo de Gustave Eiffel ─ del Paseo de Marqués de Contadero.
Las luces del ocaso, reflejadas sobre el río, parecían la viva imagen de un cataclismo: la amalgama de colores que espejan en una cerámica, el tráfago de marineros de camino a las Américas, la blancura de la cal de los corrales de vecinos, el tañido de campanas de la iglesia de Santa Ana. Ecos de un tiempo que fue.
Paisaje y paisanaje confundidos por la luz, como queriendo corroborar las palabras que un noble anciano le dijo a un profesor que explicaba la historia del arrabal a sus alumnos:
─ “Triana es algo más que todo eso que ha dicho usted : ¡Triana es un sentimiento!”
Y para arropar tamaño aserto las “Tejedoras de sueños” del Muelle de la Sal saludaron la llegada del verano con la figura de un flamenco tejido en lana, y lo suscribieron con unas líneas, escritas a mano, que dicen así:
─ “El verano ya ha llegado y con ella las garzas, golondrinas y cigüeñas acompañan a nuestros flamencos a conformar ese paisaje maravilloso que podemos observar en la Cañada de los Pájaros o en la Dehesa de Abajo, lugares que con un hábitat de aguas cálidas dibujan esa estampa única de nuestras marismas.
Las tejedoras del Muelle de la Sal le rinde este pequeño homenaje (…) Buen verano a todos”.
Ya me dirán ustedes si en la ciudad de Carmen, la cigarrera, de D. Miguel de Mañara, de D. Juan, y de Dª Inés, estas historias no son como para comérselas a besos…
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