4 de enero de 2019 | Joaquín Rayego Gutiérrez

El Bu

─ “Vi tantos perros correr sin sentido que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido”

El Bu
El Bu
Los periódicos anuncian que en el día de ayer fallecieron el escritor Amos Oz ─ premio Príncipe de Asturias de las Letras, y pacifista convencido─, y el cantante catalán Ramón Calabuch Batista, “Moncho”, por todos conocido como “el rey del bolero”.
Cuánto de bueno aprendimos de ellos, y de todas aquellas personas cuyos sueños e ilusiones quedaron enterrados por el paso del tiempo, o reducidos a una sucinta esquela necrológica en un periódico de provincias; individuos que, como el protagonista del mito, nos mostraron la salida de los más complejos laberintos: el de las relaciones humanas, el del respeto hacia los demás, o el de aspirar a la belleza, que en palabras del rockero Silvio “es una cosa que no se tiene, sino que sólo se practica, como el swing”.
Cuánto de bueno aprendimos de los que tuvieron el sueño de allanar los problemas para que grandes y chicos, negros y blancos, amarillos y cobrizos, camináramos de la mano.
Y cuánto de bueno dejamos por aprender de aquellas Inquisiciones que, en el fuego de la intransigencia, alimentaron esa cultura del “aquí el bueno soy yo”, el más fiel representante de todas las virtudes habidas y por haber… y el feo, y el torpe, mi vecino.
¿Que lo quieren ustedes ver?: ¡Niño, muéstrale a estos señores esa parte de mi anatomía en la que doy el perfil del actor George Clooney! ¡Qué guapo soy, qué tipo tengo..!
Gracias a tan burdo ardid de pasar por alto lo negativo ─ en siete meses hago yo lo que Rajoy en siete años… ─ los palomos de la política llenan su buche de trigo; la golfería andante forja su emblema de casta con el “de aquí no me echa ni Dios”; los moralistas e intransigentes tapan bocas inocentes al grito de “¡Qué viene el trifachito!”; y en un “divide y vencerás” los gurús y sus santones deniegan soluciones, crean pleitos, fomentan disputas, y aplauden el “manque pierda” del limpio de corazón.
No hay que hacer una tesis doctoral para entender lo que digo: nos lo mostró hace pocas fechas un programa de La Sexta: “La Canina” y su guadaña por las calles de Marinaleda a la caza y captura de unos votantes de “Vox”; la crueldad y los bajos instintos de las pinturas de Goya, de los romances de ciego, de las páginas de “El Caso”, o de los crímenes de Puerto Hurraco.
Nos lo muestra, día a día, el Boletín Oficial del Estado, convertido por obra y gracia de los padres de la patria en la caja negra de este tren de la bruja que todos amamos.
Así, tras haber sido anunciada a bombo y platillo una subida salarial para los funcionarios, el pasado día jueves, día 27 de diciembre, salía a la luz un Real Decreto que proclamaba “la imposibilidad de hacer efectivo el incremento de retribuciones del personal al servicio público con efectos desde el 1 de enero de 2010”. Y “donde dice digo, digo Diego”.
Y al siguiente día, viernes 28, en el apartado de asuntos referidos al “Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación”, el BOE nº 213 haría pública una “Resolución de 17 de diciembre de 2018 del Instituto Cervantes por la que se publica el Convenio con la Universidad del País Vasco/ Euskal─ Herriko Unibertsitatea, para la formación del profesorado en el ámbito de la enseñanza del español como lengua extranjera”.
¡Alucina, vecina! Lea, y traduzca esta noticia, si puede; que no es una broma del día de los Inocentes. Que los vascos tengan que matricularse en el Cervantes para aprender castellano no se le ocurre ni al que asó la manteca…
“La Casa de los Enredos”, qué buen título para tan hilarante comedia.
Que tampoco es broma que ese mismo día, a las diez y media de la mañana, ante el edificio de los Ministerios, de Córdoba, sede de seis delegaciones de la Junta de Andalucía, los incrédulos viandantes captaran la presencia de una furgoneta de “autodestrucción” de documentos, algo que viene siendo frecuente en otras ciudades andaluzas. ¡Si los funcionarios hablaran..!
Y mientras el ciudadano de a pie asiste atónito al espectáculo único de “La Casa de las Fieras” ─ “¿Quién quiere ver un titirimundi por un alfiler?” ─, los trenes en Andalucía y Extremadura duermen en vía muerta.

Nos lo mostraron los resultados de las elecciones al Parlamento de Andalucía, una crisis ya anunciada por una mayoría silenciosa harta de sastrecillos valientes que solo matan pulgas de circo; harta de aguantar caciques, de las mil y una mentiras históricas, de la adulación servil que hizo del carnet en la boca un seguro de trabajo, del mal rollo cainita, de la repetida trola de que el atraso andaluz tiene raíces profundas…
Y lo recalcaron, una y otra vez, personalidades de la talla del sevillano D. Alfonso Lazo, militante socialista, y profesor emérito de la Universidad Hispalense:

─ Desde los primeros días del primer Gobierno de Zapatero, la izquierda clásica desapareció en España arrastrando tras ella hacia la nada los valores, las ideas y lenguaje que le había dado su personalidad histórica.

Para el ilustre catedrático de Historia Contemporánea los términos “izquierdas” y “derechas” son inadecuados en el momento histórico en que vivimos; algo que, amén de decirlo una voz autorizada, lo confirma el sentido común de quien no sea un sectario, pues cómo definir los pactos entre nacionalista e izquierdistas en el País Vasco, y en Cataluña; y qué decir del pacto entre el PP e IU, que desplazó a Fernández Vara del Gobierno de la Junta de Extremadura, en favor de Monago.
Caldeado tal vez por ese mal rollo autonómico recientemente leía una declaración de renuncia de un andaluz residente en Cataluña que hacía años que no pisaba su tierra, y que pasaba “de viajar sesenta años en el tiempo” a su comunidad de origen.
Remataba el escrito una frase testimonial que, para su autor, escenificaba todo un ideal de modernidad y progreso: “Soy consciente de que estamos muy lejos de ellos pero me da igual, soy feliz en Cataluña”.
El sueño de no volver la vista atrás, hacia la miseria de otros tiempos; y el ideal de transitar por la autopista del futuro, rehusando circular por carreteras plagadas de incómodos parches.
Y leyendo estos comentarios me surgieron raudas las preguntas: ¿Cuál es la sombra alargada de una personalidad herida? ¿Es justo que lo más granado de toda una generación tenga que emigrar a la ventura, mientras en innecesarias poltronas se columpian los arribistas?
Es tan hermoso tomar café en una luminosa Venta, parar en un recodo del camino, liarse tranquilamente un cigarrillo mientras disfrutas de la amistad, abrazar a los hermanos de sangre, contemplar un paisaje tantas veces soñado…, que quien se haya currado un porvenir en largas horas de vigilia sentirá como una burla la lotería del enchufismo.
Y pasadas las elecciones, sin tiempo aún de discurrir ─ que la acepción latina de la palabra discurrir es “correr de un lado para otro”─, va el Doctor Sánchez, como pollo en corral ajeno, y dice que condenará “ipso facto” al recalcitrante tripartito “si eventualmente se produce ese Gobierno y pone en cuestión derechos y libertades recogida en leyes aprobadas por el Parlamento de España o ponen en cuestión la seguridad de las mujeres”.
¡Más madera!
─ Sr. Sánchez, repita usted el trabalenguas : “El cielo está emborregado, quién lo desemborregará…”

Y “que los españoles tomen nota” dice eufórico, como si los españoles que están en el tajo, o los que buscan trabajo bajo una piedra, tuvieran tiempo de echarle cuenta; que más que un hombre de Estado se asemeja a un valentón, con las mismas trazas chulescas de aquél que pintara Cervantes:

─ Y luego, in continente, / caló el chapeo, requirió la espada,
Miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

Unos aires que recuerdan a los que en su día describió Rafael Cansinos Assens, en “La novela de un literato”, refiriéndose a la redacción de El País, “aquella redacción con aire de logia”, en la que al escritor sevillano le repelía “aquella chocarrería de lenguaje…, aquel interpelarse unos a otros con motes grotescos…”
Ayer como hoy, el “¿Cómo estás, maricona?” como fórmula para relacionarse entre individuos de esta ralea.
Como ayer no, que a causa de un saludo amistoso, que hacía mención a su santa madre, el bueno de mi amigo Miguel Ortega le arreó una bofetada a uno que todavía se estará pensando la frase que dijo.
¿A que siendo tan bien hablado, y esgrimiendo tamañas razones, no tiene usted perejiles, Sr. Sánchez, de “echarle el Bu” ─ como decían por mi tierra─ a catalanes y vascos?
El “Bu”, según refieren algunos, era un ser mitológico parecido a la lechuza, con el que se asustaba a los niños de teta; y según D. Francisco de Quevedo, en su novela picaresca “La vida del Buscón”, uno de esos seres monstruosos que aparecían en las comedias, asustando al personal con la consabida onomatopeya: “¡Buuhhh! ¡Buuhhh!”
Y “Echar el Bu” entre los viejos de mi tierra, era algo así como intimidar, amenazar, o amilanar al contrario, luciendo voz destemplada, y hechuras de bolero.
Pero qué artista cómico es el Sr. Sánchez.
Acojonar a la gente son modos que hoy en día no se llevan, si no es entre maltratadores y mafiosos.
Como lobos les vimos medrar por esta bendita tierra, repartiéndose la carnaza de un puesto de los de por vida; y como lobos les vemos salir, negando el saludo a quien no hizo otra cosa que aguantar sus impertinencias, sus “salidas de pata de banco”, y sus regalos de Reyes a amigotes y cocainómanos, a costa del erario público que uno de aquellos acólitos dijo que el dinero público no es de nadie. “¡Cráneo privilegiado!”
¡Treinta y siete años de pernada! Pero, hombre, ¿y encima se van a enfadar con nosotros, si aún les quedan Ayuntamientos, Comunidades, Diputaciones, y Sacristías que repartir?
La elegancia se tiene aunque se vaya desnudo, Sr. Sánchez; y usted ha demostrado no tener más repertorio que la mentira, el decretazo, la trapacería…; y amén de no ser persona de fiar, ha demostrado también no ser digno de asumir la historia de su partido.
 
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