25 de septiembre de 2018 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Alma de mujer

Alma de mujer
Alma de mujer
─ “Acogedora como un viejo camino. / Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen/ pájaros que dormían en tu alma”.

Según las más recientes encuestas de calle la gran afección del españolito de a pie es el aburrimiento mortal que le causan sus políticos ─ “donde dije digo…”─ afectados por la estolidez, y por esa extraña patología bautizada con el nombre de Mitomanía que da en engordar currículum, en inventar biografías, y en transmitir a voz en grito la idea de que no “todo es aire lo que echa la trompeta”.
Lo peor de todo es, como diría “Chicote”, que hay malas maneras que afectan a la credibilidad y buena marcha del negocio; que como apunta el francés Guy Durandin, “en publicidad, y por lo que concierne a los consumidores, la mentira es de carácter ofensivo, pues consiste en atribuir a un producto más cualidades de las que posee y en obtener un beneficio importante”.
De la mentira en todas sus facetas nos habla Durandin largo y tendido ─ mentiras respecto de uno mismo, respecto del adversario, del entorno; relativas al presente, al pasado, o al futuro, etc…─ en un magnífico libro: “La mentira en la propaganda política y en la publicidad”.
Derechas que hablan de ética, izquierdas que apuestan a favor de excluyentes nacionalismos, dirigentes “populares” cuyo único norte es llegar a ser una nueva aristocracia sin merecerlo, apóstatas que reniegan de su padre por unas monedas de oro…
¡Y “a mover el hopo”, y a vivir del queso, como la zorra del cuento!
Quién habría de decir que en pleno siglo XXI aún tendrían actualidad las frases del viejo refranero: “Alcaraván zancudo, para otros tiene consejos; para sí ninguno”, “Como el capitán Araña, que a la gente embarcaba y él en tierra se quedaba”, etc…

─ “¿Quién quiere ver un titirimundi en un alfiler?”

Gracias a Dios que de las cuatro patas del banco hay tres de muy distinta condición. ¿Se imagina que nos aclimatáramos todos a vivir del vicio y de la mentira? ¿Que la gente del común tuviera la misma mentalidad que los mafiosos? Para todo hay que valer…
Para caer en la cuenta de la realidad que pisamos son necesarias las crisis como ésta, porque ayudan a reflexionar sobre aquello que pasó desapercibido, o no supimos comprender a tiempo.
A Arthur Koestler, su “diálogo con la muerte” en sus ciento dos días de cárcel, le llevó a denunciar tanto la crueldad soviética como la barbarie nazi; y más todavía, a renunciar a su ideología comunista.
En “El cero y el infinito” el escritor húngaro tuvo los redaños suficientes como para enfrentarse a Stalin, y denunciar los procesos de Moscú; algo que el camarada Alberti procuró disimular mirando hacia otro lado cuando su amigo Mijail Koltsov, “invitado” a regresar a Moscú, fue fusilado tras sufrir la “farsa” de un juicio, la mentira vomitiva de la propaganda del Kremlin, y a una posterior sentencia de muerte:

─ “¿Qué es la agonía de un individuo comparada con la agonía de una ciudad? La muerte es un proceso biológico natural, pero aquí un organismo social, los cimientos de la propia civilización se dislocan. El contribuyente regresa al estado de hombre de las cavernas, y en sus ojos miopes detrás de las gafas con montura de concha acecha el miedo ancestral”.

Quien ejerciera como informador del partido comunista en nuestra guerra “incivil” fue testigo de primera mano de la crueldad de D. Gonzalo Queipo de Llano; de las mentiras de D. Juan Negrín─ el del oro de Moscú, el de la compra a Rusia de un armamento obsoleto, el hombre del que se decía que fue padre de su nieto Juanito─ ; y del éxodo de los malagueños que huían de la ciudad traicionados por sus líderes.
Una “Historia Universal de la Traición” reescrita con tachaduras y veladuras de “Typex”, como diría Guy Durandin:

─ “No se puede rehacer la historia, pero sí se puede reescribir. La historia, por otro lado, hace poco tiempo que se escribe de forma científica, más concretamente desde la segunda mitad del siglo XIX. Desde este punto de vista, la reescritura no es de hecho sorprendente: es una vuelta a la historia mítica”.

¿Y que por semejantes impresentables tenga que hacer el pueblo de chivo expiatorio? ¡Anda y que se maten ellos!

Como ya referían nuestros mayores la historia se repite por los mismos pasos que Virgilio tradujo en “La Eneida” ─ la treta del Caballo de Troya que escondía la traición en su vientre de madera, el “alma de cántaro” de quien se fía de los demás, la fingida retórica de los hijos de Caín… ─ razón demás para que en beneficio de la salud, el más displicente de los viajeros abandone la comodidad de un sillón, apague la caja tonta, y se lance a la aventura de un jubiloso fin de semana.

Y carretera y manta camino de Guadalupe, donde desde las ramas más altas de un ciprés hasta las raíces más profundas de quien se sabe “ateo por la gracia de Dios”, buscan aliviar sus males entre los brazos de la morenita.
Allí, a las pocas horas de llegar, cualquiera se sabe parte de aquel nutricio silencio.
Y a las primeras luces, tras un surtido desayuno de olores y sabores de pueblo, su olfato le guiará hacia las primeras huertas, hasta los viejos molinos del río, o hacia las agrestes y azules sierras.
Nostalgia de un paraíso perdido: “Et in Arcadia, ego”.
“Sustancia espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, que informa al cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre”, que tal es la definición que de la palabra “alma” registra la Enciclopedia Espasa Calpe; y por extensión: “Principio sensitivo de los animales y vegetativo de las plantas”.
Ni el sentido común, ni el gusto personal de cada uno, serían capaces de hacer de menos la belleza inmarcesible de una rosa, ajena en su simbolismo al paso del tiempo, y a cualquier forma de manipulación.
Son consideraciones que el peregrino se hace cuando, al atardecer de aquel día, el destino le había de topar con dos preciadas señoras; la música, y la poesía. “De este a oeste, poesía de mujer”.
El encuentro tuvo lugar un 27 de julio, en la sala Chimenea, del Parador de Turismo de Guadalupe.
En cartel tres magníficas poetisas: la cordobesa Maricruz Garrido Linares, de Priego, la pacense Antonia Cerrato Martín─ Romo, y la murciana Isabel Ascensión M. Miralles; a la guitarra, el mágico acento de Agustín Portalo.

─ “Acogedora como un viejo camino. / Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen/ pájaros que dormían en tu alma”.

Qué se podría decir de aquella “tertulia” entre corazones amigos que no haya señalado la crítica: que no era música para un desfile, ni gritos para un combate.
Que con hábiles juegos de palabra la poesía supera con mucho los regates y filigranas que Messi realiza sobre el césped de un campo de fútbol.
Que hay voces antiguas, y nuevas a un tiempo, que no se cansan de cantar sin pretensión alguna de "mover el hopo": de cantarle al amor, a la amistad, a la belleza, a la familia, a los amigos…; y de compartir piropos ─ mirada y pasión a un tiempo─ con un auditorio mayoritariamente femenino.
Que evocando sus fragancias tal vez la expresión más adecuada para definir aquello sea la de “alma de mujer”.
Que “alma”, según la Espasa Calpe, es también “Lo que da vida y aliento a algo”, “Lo que se mete en el hueco de alguna cosa para darles mayor solidez”.
 
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