28 de noviembre de 2017 | R.C.G.

Caras, Cáritas y Carotas

Que falta de respeto y que poquita vergüenza denotan tras el suceso

Foto archivo
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Próximamente disfrutaremos de unas fechas muy entrañables, familiares y deseadas, a la vez que odiadas por algunos, a los que la vida les ha arrebatado a familiares cuya existencia representaban los pilares de su vida.
Por estas y otras razones, las Navidades hacen aflorar sentimientos que deberíamos mostrar durante todo el año y sin embargo sólo cuando nos ablandan el corazón con publicidad, luminosidad y panderetas somos capaces de acordarnos del prójimo y de alguna forma intentar ayudarles. De todos es conocido, que hay organizaciones sin ánimo de lucro aunque con cierto interés y con nombre y apellidos, que aun perteneciendo o no a las Parroquias locales se encargan de solicitar en Centros comerciales y Entidades las ayudas pertinentes para asistir a esas personas que tanto lo necesitan. No obstante, como humanos que son cometen fallos muy importantes y deliberadamente no llegan a todos los lugares que deberían, unas veces porque no se preocupan de estudiar a aquellos que le solicitan la ayuda y otras porque no conocen in situ los verdaderos necesitados, puesto que estos sienten tanta vergüenza que no piden la ayuda.
De momento y en esta ocasión no quiero distraer vuestra atención sobre el encomiable trabajo de Cáritas a través de las Parroquias ni quitarle su mérito pero si quiero relatarles la desvergüenza con la que me encontré hace unos días.
La semana pasada mientras tomaba un café con un amigo, una señora que trabaja altruistamente para una de nuestras Parroquias nos ofreció participar en una rifa por un precio módico argumentando que la recaudación era para una buena causa y acto seguido nos confiesa que sería para dar de comer en estas fiestas a tres familias muy necesitadas de la localidad. En ningún momento dudamos de su finalidad, adquirimos las papeletas y ni tan siquiera preguntamos por el contenido del premio el cual era una cesta de navidad.
La sorpresa y lo irreverente viene ahora, y es que al día siguiente me comunican el fallecimiento de una gran persona, amigo y compañero de trabajo, por lo que como buen cristiano aunque no practicante decido ir a su funeral y justo a escasos centímetros de su féretro me encuentro expuesto sobre una mesita todo el contenido de la rifa (jamón, fiambres y licores, etc.) al pie del altar y junto al cuerpo de mi gran amigo y compañero.
Que falta de respeto y que poquita vergüenza denotan tras el suceso. Yo sentí vergüenza ajena y no sé cómo los familiares del finado no denunciaron tal situación. Ni el sacristán, ni el Párroco ni nadie de los elegidos para distribuir las ayudas a los necesitados movieron un dedo para evitar esa escena tan ilógica y para mi tan irreverente. Tras disculparme ante mi amigo por la vergüenza ajena y dar las condolencias a sus hijos y familiares decidí salir del Templo con el consiguiente enfado relatado.
A veces , el personal elegido como gente con clase , para entregar a los necesitados la ayuda humanitaria requiere a veces unas clases magistrales de cómo actuar dando y entregando a los demás cualquier cosa ……aunque sea una buena palabra o un buen gesto y siempre a cambio de NADA que también es importante. 
 
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