25 de octubre de 2017 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Un “sindiós”
─ “Los canónigos, madre, no tienen hijos/ Los que tienen en casa son sobrinicos”
Un “sindiós”
Como resulta fácil de comprobar espigando en la novela española de los dos pasados siglos, nuestros escritores son enemigos de los curas, a los que consideran influyentes, intrigantes, autoritarios, vanidosos, disolutos, con ambición de poder, y con tantas otras “virtudes”.
El paradigma de tan compleja personalidad bien podría ser D. Fermín de Pas, Magistral de la catedral de “Vetusta”, y personaje central de una de las novelas más sonadas del siglo XIX: “La Regenta”.
Como animadores de tan ácida crítica bien podríamos destacar la labor de Pérez Galdós─ a quien reprochan su “clerofobia progresista de has étage”─; la de Pérez de Ayala, y Blasco Ibáñez, azotes ambos de los jesuitas; la de Ramón J. Sénder, autor de “Réquiem por un campesino español”; las de José Mas, Felipe Trigo, Rodríguez Marín, Unamuno, y todo un largo etcétera de grandes y pequeños escritores…
El mismo tono anticlerical se aprecia en nuestra tradición oral que, bajo forma de canciones ─“El otro día en la función”─, de romances ─ “Yo tenía un curita” ─, o de dichos populares, muestra la imagen del cura, distorsionada o real, como la del benefactor de los suyos, el amigo del poderoso, y el incontrolable mujeriego...
─ “Los canónigos, madre, no tienen hijos/ Los que tienen en casa son sobrinicos”.
Para quienes fueron educados en colegios religiosos muchas veces la indiferencia, cuando no la inquina hacia sus educadores, fue el verdadero mar de fondo de tantos alumnos brillantes, víctimas de una educación sesgada, falta de libertad, e incapaz de articular el pensamiento en alta voz, y en una línea argumental:
─ “¿Cómo recuerdo yo a los jesuitas? Con indiferencia, salvo ciertos casos particulares (…) Cuando vi en qué consistía aquella educación, en fachada más que en interior, me desentendí. Predicaron el miedo, el escalafón y la intolerancia. Se me responderá que la España de la época no ofrecía las mejores condiciones para desarrollar inteligencia y caridad, pero qué diablos, yo siempre he juzgado a las personas por ellas mismas más que por el marco general.
(…) Educación donde la memoria se encargaba de todo, sin clases prácticas, con mucha religión de pandereta; ahogante y triste educación llena de humo”.
Y es repasando viejos libros, o leyendo esas palabras que el profesor universitario D. Manuel Mantero escribió en su libro de memorias, como llega uno a la consideración de este “sindiós” que adorna la vida de ese batallón de religiosos sin Dios, y de esas pavorosas sombras que proyecta sobre el mapa el poder negro de los jesuitas.
Un auténtico “sindiós” del que el periodista catalán Oriol Trillas nos deja constancia en su artículo “Iglesia y Proceso Soberanista” (“El Mundo”, 23─ X─ 2017).
Completando el debate, ya expresado por otros muchos intelectuales, sobre la tendenciosa educación impartida en Cataluña durante las tres últimas décadas, el periodista incide en la nefasta labor realizada por el jesuita Enric Puig, y su número dos, el pedagogo barcelonés Carles Armengol Siscares.
El padre Puig, director de la Fundación de Escuelas Cristianas de Cataluña─ integrada por toda una compañía de curas, por 434 centros privados, y por más de 264.000. alumnos─ fue uno de esos directores generales que Pujol mantuvo durante años en el escalafón de poder de la Generalitat.
Allí el Arzobispo de Barcelona, el Obispo de Solsona, los frailes de Montserrat, los salesianos, los maristas, los jesuitas, los dominicos, las Vedrunas de Gracia, el Corazón de María, y otras tantas falanges de “Cristians per la Independencia”… aglutinados por un mismo puño.
Y es gracias a la “entente” cordial con la alta burguesía, y a los “intereses” económicos devengados por la Generalitat, que muchas parroquias bendijeron a dos manos el milagro de las urnas, que dispusieron de una sólida defensa a la entrada de los templos, y que arropado en blanca estola, el pastor ponía bajo la advocación de “la Moreneta”, asegurando, con tan particular “¡Detente!”, el mayor favor para las almas que marcharan hacia el combate contra el odiado español.
***
Servidor, que únicamente asistió al colegio "de los cagones", y a continuación a uno “de palmeta y pago”, puede afirmar orgulloso que nunca fue víctima de ese tipo de enseñanza “religiosa”, que más que “ligar” sentimientos los desliga, que propicia el miedo a las cosas más bellas y simples de la vida, y que constituye para muchos el escalafón entre personas de talla y de linaje.
Así mismo he de decir, que es algo que no me pesa, que servidor fue uno de aquellos ciento cincuenta mil vascos que el día 6 de noviembre de 1982 ondeó la bandera blanca y amarilla del Vaticano, durante la visita que el Papa Juan Pablo II hizo al Santuario de Loyola.
Qué sorprendente y hermoso aquel día que algún ángel bueno nos regaló.
Fueron unas fechas después de que el Papa llegase a Sevilla, y se empapara de la alegría de un popular estribillo: “¡Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!”
Aquella dulce amanecida, compartida con sus nuevos vecinos por aquel matrimonio tan joven que éramos nosotros por entonces, fue una muestra más de la cordialidad de una gente, y de la fraternidad de esa tierra.
Desde la estación de Zumárraga viajamos hasta Loyola en un viejo tren de vía estrecha, con asientos de madera, que hacía su recorrido desde Zumárraga hasta Zumaya, pasando por los pueblos guipuzcoanos que bañan las aguas del Urola: Aguiñeta, Aizpurucho, Olózaga, Azcoitia, Azpeitia, etc…
Aunque muy de mañana, no nos pasó desapercibida la amable niebla que da verdura a aquellos montes; ni el calor de hogar de tan hermosas familias; ni la reconfortante taza de caldo que estimula a día de hoy el más dulce de los recuerdos.
Y en llegando a la campa de Loyola todos eran risas, comentarios, sofocos y equívocos de: “¡Por allí viene el Papa!”, “Juan Pablo II, te quiere todo el mundo”, etc.
Todo ese amplio colorido que representa a las tierras de España, al País Vasco, y al Vaticano, lucía por el espacio abierto con la alegría de unas cometas.
Sobre el estrado un señor, embutido en túnica blanca, no cesaba de reclamar ese íntimo silencio que, a su modo de ver, era una virtud básica del pueblo vasco, y un desdoro para la manera de ser del bullicioso pueblo andaluz:
─ “Nuestra alegría es silenciosa y profunda, y nada tiene que ver con la del pueblo andaluz…”
Y quien pareciera cuervo, por lo agrio e imperativo de su carácter, y por lo infamante de su retórica, no paraba de repetir tan torpe mensaje bajo una inmaculada apariencia de blancura; acompañado de tristes intervalos musicales, y de desagradable graznidos, con los cuales aquel “mal ángel” conseguiría al fin doblegar a la multitud, e imponer un incómodo y opresivo clima de silencio.
Desde ese mismo instante sentí en propias carnes el odio a esa clase de gente que viste su alma de negro, y la nobleza de un pueblo que por ley de herencia llevo en mi sangre.
Y desde ese mismo día, tan luminoso como un Sur, sentí la indescriptible alegría de soñar y de sentir como español, y en el más neto y puro andaluz con que me halaga mi gente.
¡Agur Jaunak! ¡Bienvenido a esta tierra, hermano!
Comentarios
Joaquín Rayego Gutiérrez
22-11-2017 06:04:09
Estimado amigo, convendrá conmigo en que salvo honrosas excepciones -como el "San Manuel Bueno, márt...
El Campesino.
09-11-2017 11:17:00
Como breve ejemplo que desdice de sus afirmaciones de anticlericalismo, sólo le voy a poner uno: ALB...
El Campesino
04-11-2017 19:47:47
Me maravillo dela apropiamiento que hace tan "sui generis" de la clase intelectual tan afín a ideas ...
Joaquín Rayego Gutiérrez
22-11-2017 06:04:09
Estimado amigo, convendrá conmigo en que salvo honrosas excepciones -como el "San Manuel Bueno, mártir" de Unamuno-, y por muy variadas razones de tipo sociológico, el anticlericalismo es un motivo fundamental en la novela española de los siglos XIX y XX.
En los últimos años la participación de los jesuitas en el nacimiento de E.T.A., y su protagonismo en el "Process" catalán han vuelto a poner el tema de moda.
No obstante, como sólo un espíritu puro podría estar en posesión de la verdad, agradezco humildemente su opinión, y espero con los brazos abiertos una más amplia y documentada refutación a mi escrito. Un abrazo, paisano.
El Campesino.
09-11-2017 11:17:00
Como breve ejemplo que desdice de sus afirmaciones de anticlericalismo, sólo le voy a poner uno: ALBERT EINSTEIN, Y SI QUIERE LE PUEDO PROPORCIONAR UN GRAN LISTADO, PERO CREO QUE CON ESE SOLO BASTA, NO CREE?
El Campesino
04-11-2017 19:47:47
Me maravillo dela apropiamiento que hace tan "sui generis" de la clase intelectual tan afín a ideas partidistas. Por favor, ¿mantiene su afirmación de que toda la clase intelectual sea tan anticlerical ?
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