3 de septiembre de 2017 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Palabras para Emma

─ “…mi niña duerme/ con los ojitos abiertos/ como las liebres.”

Palabras para Emma
Palabras para Emma
¡Han vuelto, preciosa Emma!
Los fantasmas del pasado han regresado a la vida para remover los rescoldos de una llama incombustible; de ese “polvo enamorado” que se rebela a morir, del que hablan los poetas.
Al reclamo de tu voz, acudieron tu madre ─ revestida de luz como un sol ─, tu tía, y tu abuela ─ataviadas para la ocasión de un verde Primavera─, concitando un estrecho vínculo entre vosotras, las mujeres, que tiene mucho de mágico.
¡Olé tú, mi bruja buena!
Pero ese grito de vida arrastraba tras de sí todo un río de pasiones, y de amantes secretos; un rosario de afectos, de recuerdos en la sombra, de palabritas dulces, y de caricias no reprimidas que venían corriendo arterias arriba buscando el centro, para ofrecerte, brujita querida, su nutritivo maná, su arrumaco, y su nana dulce de cada día, apta para toda clase de momentos.
Desde ese preciso instante en que entraste en nuestra vida me dije: "¡Es ella...!"
Y aquí me tienes, bolita de caramelo, enamorado como un colegial, y dispuesto a cualquier hora del día para lo que gustes mandar.
Mi querida "mujer fuerte" ─ viuda de Canuto “El Grande”, y de Edelfredo “El Indeciso”, según comentan tus padres en el colmo de la risa─ para tu gente ya eres la Biblia en pasta, una encantadora mujer “cañón”, por esa manera tan poco sutil de expresar tu genio; un puyazo en el costado que, sin compasión alguna, nos atraviesa el corazón de punta a punta desde el momento mismo en que te vimos.
“¡Dios me libre de mi nieta...!”, me digo repetidamente desde que te conocí, que el simple hecho de ser abuelo me transformó en un devoto de tu persona, en un loco de atar, y en un tipo poco fiable.
Para mí, hermosa niña, eres la gracia alada de un ángel que vino a posarse al gran árbol familiar para cautivarnos con sus ojillos abiertos, y con su piel rosada y suave.
De tan poco advertido que soy en detalles y minucias desconozco si habré sido merecedor alguna vez de la "medalla" de padre que la diosa Fortuna me regaló, pero espero con ilusión que la experiencia de lo vivido me sirvan para mejorar en tan apasionante tarea de ser abuelo.
Tenerte cerca, para nosotros es como volver a empezar una nueva vida, con el corazón puesto a airearse al viento cual camisa blanca, o cual vela de esperanza henchida por la ilusión.
Enamorado como un sultán de tu frágil personita…
La familia se complace en acogerte entre sus brazos.
Bienvenida a esta tierra, y al calor de su hermosa gente.
Bienvenida a tu casa, mi niña.
Te quiere: Tu abuelo.
 
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