24 de junio de 2017 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Arca de los Perfumes
─ “Llamó a mi corazón, un claro día, / con un perfume de jazmín, el viento”
Arca de los Perfumes
Hay individuos tan instruidos que tienen por libro de cabecera las Actas del Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados.
Otros, en cambio, son tan admirables que sin tener tiempo de mirarse a un espejo se buscan en la lectura de la Biblia, en los vínculos que le atan a los demás, y en el afectuoso trato con las palabras, como le sucede a Lucía, la encargada de la limpieza de mi bloque.
Bien mirado, Melania ─ que es el segundo nombre de pila de esta alegre dominicana─ en poco se parece a Melania Hamilton, la protagonista de “Lo que el viento se llevó”, ni a Melania Trump, personaje de “reality”; que ni vive de los “flashes”, ni desaprovecha ocasión, por oscura que ésta sea, para clarear nuevos amaneceres:
─ “Que Dios me lo bendiga”.
Que en jornadas de calor, como las de este tórrido verano, el personal se siente como bendecido por el hisopo de tan devota oficiante.
Porque Lucía es la sonrisa dulzona, y la frase sabia y agradable; la fuente que preside el jardín de este viejo y desolado bloque de pisos.
Qué lástima que no haya inspirado a poetas de la talla de D. Antonio Machado, de la humanidad de Isaac Prieto, o del espíritu analítico de Antonio Colinas:
─ El ser humano es un ser escindido, que se debate entre dudas y entre extremos y que busca su centro y su unidad.
(…) Buscamos la unidad para buscar la trascendencia. Pues bien, el jardín puede ser ese espacio de búsqueda de una unidad superior.
Con frecuencia o a diario buscamos el jardín no solo para recuperar aquellos gratos espacios perdidos de nuestra infancia, sino─ lo que es más importante─ para reencontrarnos con nosotros mismos.
Querida Lucía ─ “Estrella de la Mañana”, “Consoladora de los Afligidos”, “Rosa Mística”, “Virgencita de tus Hijas”, “Arca de los Perfumes”… ─ permite que te dedique una letanía, y que le rece una plegaria a ese Dios que te trajo a España, como a tantos otros emigrantes: el Dios de tus dieciséis y un eneros desapacibles, el que te da fuerzas para sonreír cada día, el que nos regala a los vecinos de este bloque con tu fregona alegre y parlanchina, que es tanto como decir con los aceites esenciales del Caribe:
─ “Que Dios me la bendiga”.
(“Aspira de la lisura que da la flor de canela, adornada con jazmines matizando su hermosura”).
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