Eran tiempos donde el ferrocarril de nuestra zona estaba completamente trabajando a diario y eso se dejaba notar en la influencia de nuestra zona minera, esa línea de Córdoba-Almorchón, donde se hacía ese trasbordo hacia la capital del reino de España, Madrid, cuantos belmezanos hicimos ese traslado, la otra línea de ferrocarril de vía estrecha, Puertollano-Fuente del Arco, dos vidas paralelas de estos don grandes motores de trabajo en este lugar nuestro, cuanta gente se movía a diario en esas llegadas de esos trenes a Belmez, y cuanto se dejaba notar, y a la vez ese transporte de carbón, desde la Raña a la Vega, llevando el carbón para la térmica, aquellas maquinillas que a la vez nos dejaba un insuperable servicio, aquellos vagones para los trabajadores y para todas esas personas que se subían en aquél lugar belmezano, ese montadero, ahí se les esperaba y nada mas llegar, todas las personas aparte de los trabajadores ,los utilizaban para ir de compras en ese pueblo hermano, Peñarroya Pueblonuevo, donde el referente comercial era muy importante, aparte del hospital minero, y tiendas de alto nivel, dicho pueblo en esos años de la década de los cincuenta-sesenta y setenta, era aún un hervídero,y la verdad nos desplazábamos, a multitud de servicios que ese pueblo ofrecía en eso años.

Los chavales acudían a sus estudios del instituto y escuela de maestría, donde se adquirían esos conocimientos para una época mas tarde, tener ese conocimiento para logar una estabilidad económica y social y la verdad que esos centros fueron parte muy importante en la vida de muchos, de la misma forma que lo fue y lo es la escuela de minas, ahora politécnica, orgullo de todos los que hemos nacido en esta cuenca minera.

Ese montadero, al final de la calle José Alcántara, esa calle referencial de muchos ilustres belmezanos y en especial del nunca olvidado y siempre presente en mi memoria y en mi corazón, ALONSIN JARILLA, cuantos belmezanos en horas muy tempranas pasaban por esa calle en busca de esa maquinilla, la Belmez, La Terrible, y otras, en su hora acudía a ese entrañable montadero y ahí salían para esos centros de trabajo, esas minas, Antolín, Santa Rosa, Cervantes, San José, talleres generales, hornos de coz, central térmica, papelera, fábrica de ladrillos refractarios, fundición, yogurtera, fábrica de tejidos y muchos mas centros, esa zona en pleno esplendor,donde la ocupación era casi total en esa cuenca minera, esa Sociedad Minera Metalúrgica de Peñarroya y posteriormente esa empresa del Instituto Nacional de Industria, ENCASUR, en el año 1961, empieza y coge todo lo dejado por esa Sociedad Minera, y a pesar de la ya desenfrenada emigración, todavía se consigue mantener esos pozos mineros, que mas tarde se fueron cerrando y abriendo esas cortas a cielo abierto, San Ricardo, Cervantes y Ballesta,que de una manera u otra mantuvieron los puestos de trabajo, junto con la poca minería de interior, que aún había, pozo San José, Pozo Belmez y Mina María, en los años 1984 en nómina había unos 1.200 trabajadores.

La vida pasa y pasa, y esos lugares de nuestras vivencias, fueron parte muy importante en la vida de todos los que tuvimos esa oportunidad de vivir en directo esos tiempos y recordarlos con todo el cariño del mundo, ya que como he dicho fueron lugares inolvidables para todos los que vivimos esa época.

El montadero de Belmez, y esa maquinilla, La Belmez, siempre en mi recuerdo y en mi memoria.

Desde Madrid, un fuerte abrazo para todos mis paisanos y amigos.

Daniel Solano Sújar

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