24 de septiembre de 2014 | Araceli Ramírez Arévalo
El Montgó arrasado una vez más
El Montgó arrasado una vez más
Esta vez no lo he vivido en primera persona, esta vez estaba lejos. Me estoy refiriendo al descomunal incendio que se produjo el miércoles 10 de Septiembre en Dénia, bonita ciudad costera con mucha historia a sus espaldas en la que resido desde hace 38 años, aunque últimamente paso parte del estío en mi querido pueblo natal, Peñarroya.
En Dénia, existe un centro de vigilancia del Montgó –así se llama el monte guardián de la ciudad- es por ello que muy pronto se dio la voz de alarma, aunque el viento que en verano azota diariamente a la ciudad, hizo que el fuego se propagara con violencia. Al parecer se han producido 5 focos distintos y han sido numerosos los hidroaviones y helicópteros, junto con los Bomberos, Protección Civil y voluntarios los que han intentado salvar al Montgó una vez más de las llamas. Según me cuentan mis amigos, el ir y venir de los aviones impresionaba tanto que daba la sensación de que estuvieran en guerra y en realidad lo estaban, pero esta vez en guerra con el fuego, que esta vez ha arrasado 450 hectáreas de terreno y se ha llevado por delante algunas viviendas y un precioso merendero situado en el Cabo de San Antonio, siendo 1.800 los vecinos que han tenido que ser desalojados.
Con éste han sido tres los grandes incendios que han asolado al Montgó. El primero fue hace unos 34 ó 35 años, Aquel también fue descomunal y lo recuerdo vivamente. Desde la casa donde vivía entonces –una vivienda del ferrocarril- se veía perfectamente cómo el fuego iba devorando todo lo que salía a su paso. Parecía tal que un volcán en ebullición. El humo dificultando la visión y que apenas te dejaba respirar, la pavesa flotando en el aire, el calor sofocante –debido al fuego y a la humedad existente en las zonas de costa-, el olor a bosque quemado… inundaron las calles. Era como estar en el mismo infierno.
No quiero ni pensar lo que pasarían aquellas personas al ver cómo el fuego se adueñaba de sus propiedades, amén del miedo a perder sus propias vidas
La segunda vez fue hace unos 20 años y también fue de grandes dimensiones. Recuerdo que se produjo el día 15 de agosto coincidiendo con el Desfile de Gala de Moros y Cristianos y que, si mi memoria no me falla, se suspendió. Como anécdota puedo contar que, en la zona por la que se propagó el fuego esta segunda vez, hay una ermita dedicada a Sant Pere- un fraile franciscano que ayudó a muchos dianenses en su lucha contra la peste, allá por la edad media y quien vivía en una cueva de diminutas dimensiones al lado de donde se construyó la actual ermita-. El fuego se apagó milagrosamente al llegar a un Vía Crucis existente en este punto, protegiendo la ermita y las viviendas colindantes.
El Montgó, goza de un microclima en sus aledaños y se precia de tener muchos tipos diferentes de raras especies autóctonas. Es una pena que una zona de estas características haya sido quemada intencionadamente en tantas ocasiones.
Yo no sé cuál será el propósito de estos despiadados pirómanos, quemando la naturaleza, con toda la flora y fauna que ello conlleva, pero sí sé que no merecen clemencia alguna. Ojalá que la justicia recaiga sobre ellos.
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