17 de enero de 2016 | Infoguadiato

La carretera del descrédito

La Granada-Badajoz , cuyo desdoble continúa sin llegar, ha registrado en sólo una semana dos accidentes de gravedad, lo que la ha puesto de nuevo en el mapa negro de la siniestralidad.

SI hay una infraestructura que pueda servir para poner en duda la labor de quienes han decidido el sentido de las inversiones de dinero público en la provincia, esa es, probablemente, la N-432. La Granada-Badajoz atraviesa la provincia como una cicatriz curvilínea que deja atrás municipios, dehesas y olivares, a la manera de las carreteras de antaño, con sus travesías, sus tractores cargados de aceituna y sus bares a pie de cuneta, recuerdos de épocas en que pensar en los dos carriles de circulación por sentido era pensar en esa Europa rica y lejana. Junto a la carretera N-331, cuyo trazado hasta Málaga hacía cortar la respiración en las escapadas a la playa hace no muchos años, la N-432 registraba buena parte de los accidentes de circulación graves que tenían lugar en la provincia.

La construcción de la autovía a Antequera, tras una dura contestación de los vecinos de los municipios afectados, liderados por sus alcaldes, solucionó el problema de la N-331. Pero ahí sigue la Granada-Badajoz, engrosando la estadística de la siniestralidad de tráfico: en sólo una semana, dos accidentes de gravedad la han puesto de nuevo en el mapa negro. El sábado pasado, estuvo a punto de convertirse en escenario de una tragedia, cuando seis personas resultaron heridas -cuatro adultos y dos menores de edad, una niña de cinco y un niño de diez años- en un accidente que se produjo en el kilómetro 194, en el término municipal de Peñarroya-Pueblonuevo. Los hechos se produjeron sobre las 09:15, cuando los dos vehículos implicados -un Renault Megane y una furgoneta Peugeot Partner- chocaron frontolateralmente. Este mismo viernes, otra mujer resultaba herida esta vez en el kilómetro 190, también en el término peñarriblense, cuando el vehículo que conducía la víctima, un Renault Clio, se salió de la vía, rompió las barreras protectoras y se precipitó por un terraplén. La joven, natural de la aldea de Cuenca, en Fuente Obejuna, salvó la vida de milagro.

La siniestralidad, abundante, no es sin embargo el único motivo que debería llevar al Gobierno central, administración con competencias en la materia, a apostar de una vez por todas por el desdoble de la carretera N-432 y su conversión en autovía, aunque la pérdida de vidas humanas es un motivo que por sí mismo justificaría una inversión de este calado. No hace falta ser un experto para conocer que el desarrollo económico de una zona depende, entre otros motivos, de sus buenas comunicaciones. Y contar con carreteras adecuadas es básico. Por mucho que los municipios de la comarca del Valle del Guadiato se esfuercen en poner en carga suelo industrial para atraer a posibles inversores, la tarea será difícil si las carreteras no acompañan. Algo parecido ocurre en el Sur, donde las cooperativas de la Denominación de Origen del Aceite de Baena no pueden competir en igualdad de condiciones, por ejemplo, con las de Lucena o Montoro, que sí cuentan con autovías cercanas.

Durante la campaña de las últimas elecciones generales, candidatos de uno y otro partido repitieron como un mantra que el desdoble de la carretera N-432 será uno de los objetivos de la legislatura que a duras penas intenta arrancar, aunque la alta política anda más ocupada estos días en concretar el reparto de sillones en Madrid. En todo caso, poco crédito tienen ya las promesas relacionadas con la Granada-Badajoz, que aparecen y desaparecen cual Guadiana dependiendo de si a la vuelta de la esquina hay procesos electorales a la vista. Ni siquiera en los tiempos de vacas gordas, el Gobierno central fue capaz de concretar este proyecto, que beneficiaría a algunas de las zonas con más desempleo y más necesitadas de inversión de toda España. En su lugar, quienes deciden en qué se gasta el dinero público prefirieron invertirlo en aeropuertos de dudoso futuro o en extender la red de AVE como una tela de araña por toda la península. Ahí sigue, mientras tanto, la N-432, motivo de sonrojo y descrédito, una cicatriz que cada cierto tiempo se abre y sangra.
Fuente: El Día de Córdoba
 
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