15 de diciembre de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Un chulo de película

Un chulo de película
Un chulo de película
Muy atenta a la lógica del algoritmo la clase seguía las amenas explicaciones del profesor.
Con aquel vaquero de película cada paso adquiría su verdadero sentido, y cada conclusión venía a ser un nuevo interrogante en que la curiosidad del alumno quedaba prendida, como arañita en la red.
Pero incluso para quien no tuviera interés en seguir aquel cúmulo de abstracciones, la personalidad del docente constituía un extraño guarismo sobre el que reflexionar, y sobre el que extraer una gran cantidad de teorías y conclusiones.
Porque a quién le apetecería pavonearse por el estrado en pantalones vaqueros, y sutil camisa de seda, en uno de esos duros inviernos en que hasta los lobos se muerden; y quién se atrevería a salir de casa con la sonora compañía de un cencerro; o a quién se le ocurriría acumular escritos en el cinturón, cual victoriosas muescas en un revólver, las lujuriosas perlas de una noche de amor: “Me has hecho muy feliz”, “Eres lo que necesito”, “De repente, sonreí”, etc…
─ ¡Chulo, que eres un chulo!
De improviso, y en el silencio expectante de la clase, la desgarrada expresión de aquella jovencita sonó al aire como el sordo chasquido de una tralla de cuero.
Imperturbable en el gesto, sin dar muestras de emoción, con la mirada de frente, y descansando los pulgares sobre las trabas del pantalón que quedaban a nivel de la cintura, el vaquero se avino a dar una delicada explicación a la pregunta que segundos antes había tenido la poca delicadeza de ignorar:
─ Señorita, soy chulo porque se puede.
Y luego incontinente, como diría aquel famoso soneto, “caló el chapeo, requirió la espada/ miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.
Ya en la calle los universitarios comentaban en corro la explosiva reacción de aquella audaz compañera, y su oportuna salida de “pata de banco”; ella, complacida ante las muestras de solidaridad de sus condiscípulos, daba feliz cauce a sus no contenidas emociones:
─ ¡Chulo! ¡Y ciertamente es un chulo! Pero es un chulo adorable con quien yo no me podría enfadar, por mucho que disimule…
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