12 de octubre de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez

Juglares a lo divino

“SE MERECEN TODAS LAS NOTAS ESCULPIDAS EN UN PENTAGRAMA SIN FIN”. (TUNA “EL TERRIBLE”)

Fiesta taberna
Fiesta taberna
Así se expresaba un juglar de la tuna “El Terrible” refiriéndose a un auditorio constituido por personas mayores, por enfermos, por jóvenes enamorados, y por la buena gente que sufre:
─ “Se merecen todas las notas esculpidas en un pentagrama sin fin”.
Y ante una frase tan rotunda, ¿qué queda ya por decir?
─ ¡Divino! Nos parece divino que unos jóvenes con exageradafama de tenorios, se expresen así de bien, con la refinada prosa de quien lleva prendido asus cintas el vuelo de mil gorriones.
“¡Divino!”, como sólo sabe decirlo el teatral Boris Eizaguirre.
Porque, los tunos de “El Terrible” son unos juglares “a lo divino”, aunque vayan derramando su musical galantería por cada rincón del país:
─ “Si el sereno de la esquina/ quisiera hacerme el favor/ de apagar su linternita, / para cantarle a mi amor”.
Y son juglares “a lo divino” no sólopor su manera de vestir ─ ropa universitaria de jubón y calzas, manteo y largas cintas, beca en forma de “uve”,tricornio, etc…─, o por la temática de sus canciones, que responden a una tradición secular.
Son juglares a lo divino porque aunque no les llegue la música para comer, como les era obligado a sus precursores, ni se expresen en latín, son hijos putativos de aquellos escolares “goliardos” que en tan “buen” lugar dejaron el “oficio” ( Mester) de Clerecía.

En el título 31 del Código de las Siete Partidas hablaba Alfonso X “El Sabio” del “Estudio General” como “ayuntamiento de maestros y escolares, que es hecho en algún lugar con voluntad y con entendimiento de aprender de saberes”.
Pero hasta aquí la teoría. La posibilidad de estudiar era cosa bien distinta para el pobre, como siempre sucedió, y como aún sucede hoy en día. Que ya lo dijo el dramaturgo Max Halbe cuando un joven le preguntó si era posible vivir de la poesía: “Seguro que sí─ respondió─, pero no hay que limitarse sólo a escribir poesía. De vez en cuando hay que escribir una carta a un pariente rico”.
La posibilidad de estudiar existía si el escolar encontraba esa clase de parientes, si le apoyaba un mecenas (“becado”, o “porcionista”), o si tenía una gran inteligencia y disposición─ como es el caso de Tomás Rueda, el simpático personaje de “El Licenciado Vidriera”─, que hiciera viable su formación, al tiempo de prestar sus servicios a un amo.
Lo normal para esa clase de estudiante era ayudarse de la picaresca:sobrevivir de “gorrón”,colándose en los convites; calentarle el asiento a un compañero (“empollón”);o echarse a la calle a cantar, para llevarse a la boca, al menos, un plato caliente de sopa (“sopistas”).
“Por todos los caminos se llega a Roma”, dice una peregrina frase.
Y por los caminos que vienen de Europa, y que confluyen en Santiago, probablemente llegara hasta aquí una clase de poesía, en latín, que satirizaba a la Iglesia y a los poderosos, y que aparece recogida en unos escritos de mediados del siglo XIII: el Carmina Burana.
Los “Cantos de Burana” son una especie de cancionero, cuya notación musical es irreconocible, que ha sido versionado, en 1937, por el alemán Carl Orff.
Y en este “jardín” de canciones los escolares “goliardos” compusieron toda clase de parodias, con unos modos muy cultos, y con una gran variedad de temas, entre los que destacan: los placeres de la vida, la libertad, el amor, la amistad, y el vino.

“Dicen que la distancia es el olvido”, y muchas lunas han pasado desde entonces, pero la música seguirá vivita y coleando, y las emociones floreciendo,mientras existan unos juglares “a lo divino” que las sepan expresar:
─ “Yo no le canto a la luna/ porque alumbra nada más/ le canto porque ella sabe/ de mi largo caminar”,
Mientras haya quienes se sueñen en un perfume,
─ “Perfumada de magnolias/ rociada de mañanita/ la veredita sonríe/ cuando tu piel acaricia”.
Mientras queden unas manos por acariciar:
─ “Te quiero, dijiste, / tomando mis manos/ entre tus manitas/ de blanco marfil”.
O mientras haya unos amigos, un espíritu viajero (“tuno”), unos enamorados, o un pasacalle que cantar:
─ “Se va, se va, se va/ la estudiantina ya se va./ Se va mi corazón/ otros amores a encontrar”.
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