25 de abril de 2015 | Joaquín Rayego Gutiérrez
Castillos en el aire
Castillos en el aire
─ Y construyó, castillos en aire/ a pleno sol, con nubes de algodón,
Hoy, domingo de feria, el sueño toca a su fin. La traca de cohetes de colores nos advertirá de la inconsistencia de una estructura de madera, como le ocurrió a D. Quijote cuando creyó volar sobre el firmamento a lomos de Clavileño.
Y con la resaca a cuestas, mañana lunes, volverá el pobre a su pobreza, el rico a su riqueza, “y el señor cura a sus misas”, que diría Serrat.
Algunos se alegrarán de que los pájaros noctámbulos retornen a sus nidos. Los briosos caballos buscarán el reposo de una cuadra, y el ruido de sus cascos competirá, en el silencio serrano, con el balido de la oveja o el chasquido del pastor.
Muchos buenos ciudadanos regresarán al insomnio de las pantallas de plasma, a los colores de diseño de los anuncios de neón; oirán, en un receso de su trabajo, el célebre vals del minuto, porque ya no les quedará tiempo para más. Retornaremos todos a la fila ─ “¡Un, dos, tres; un, dos, tres! Dentro de un momento volvemos otra vez”─, a ritmo de competición.
Las oficinas de Kafka nos esperan, y el silente funcionario nos examinará ─ como el dentista con su berbiquí─ en escenarios impolutos de toda clase de efusiones.
Hace unos años me decía una madre “coraje” que la clase doctoral era desconocedora de lo que se cuece en la calle, para ella la auténtica Universidad. Le contesté que teoría y ensoñación no tienen ni un pelo de torpes, y nos ayudan a sobrevivir.
Por desgracia esta chica falleció. Su historia entró en la espiral de la prostitución y las drogas, y a partir de eso ya puede usted imaginar...
Son muchas las circunstancias que llevan a un buen sociólogo a interesarse por la psicología “de calle”; una asignatura que a mí nunca se me dio, pero que permite a cualquier guía turístico conocer si el “turista” que le tocó en suerte es un tipo atravesado o es amigo de fiar.
En estos tiempos de “sexo, drogas y rock and roll” proliferan los antihéroes, y aquellos grandes mitos de otros tiempos se convirtieron en “rara avis”, en peligro de desaparición.
Rodrigo Díaz de Vivar era uno de aquéllos, que a la postre recibió la calificación de forajido de poca monta, de buscavidas y ganapán que alquilaba su “Tizona” al mejor postor; de vergonzante lame suelos a quien el rey promocionó casando a sus hijas con reyes. (José Mª Valverde dixit)
Lo que socaba el dinero; y lo que abunda la presunción…
─ Cualquiera que pleitos trata, / Aunque sean sin razón,
Deje el río Marañón, /Y entre en el de la plata;
Que hallará corriente grata/ Y puerto de claridad. / Verdad.
Alonso de Quijano, “el Bueno”, el idealista que soñamos ser, resultó un enfermo mental, un individuo afectado de trastorno bipolar, según la calificación que de él hizo el psiquiatra Alonso Fernández.
Con el buen rollo que nos daba, enfrentado contra los gigantes Calambar y Caraculiandro, en lucha tan desigual. ¿Y tendré que ver ahora el negativo de una foto tan auténtica y singular?
─ Iba en una procesión/Un donoso loco un día,
Y un galán que atrás venía/ Le sacudió un pescozón.
El loco la mano alzando/ Dio otro tal al delantero,
Diciéndole: «Compañero, / Dad, ¿no veis que vienen dando?»
Y de D. Juan qué decir que no haya dicho ya el Dr. Marañón: que era un homosexual latente, y no el “machote” empeñado en hacérnoslo creer. Que desde que le salió la señorita Scarlet O´Hara con el parrafito aquel de “A Dios pongo por testigo de que no volverán a aplastarme”, el negocio se le hundió, y no hay novicia que, a estas alturas, le tome una chispita en serio:
─ ¿A que no me das un beso? / Me dijo Inesilla loca
Teniendo en su linda boca. / De punta, un alfiler grueso.
Yo, que siempre mi provecho/ Saco de sus burlas sabio,
Fingí dárselo en el labio/ Y se le planté en el pecho.
De la Celestina, en cambio, nadie ha comentado nada y aún sigue teniendo en alto su oscura reputación. Hasta las piedras la llaman “¡puta vieja!” y alcahueta, cuando pasa por su calle.
Su historia, con infinito número de versiones y perversiones aparece representada en “Salsa Rosa”, y en otros muchos programas de televisión, que bien pueden condensarse en graciosos epigramas:
─ Dos días tienen de gusto/ Las mujeres (si no yerran
Los que sus acciones tasan) /Y son en el que se casan
Y el que a su marido entierran.
A su mujer, ofendido, / un marido llamó,
Y ella se desagravió/ Con llamarle su marido.
En mi barrio había un barbero que, aunque uno no rindiera visita a su local, controlaba por dónde andaba; y si iba a misa o no. Lo que no tuve muy claro es si intuía la tendencia de voto de sus vecinos, o si manejaba alguna desconocida encuesta del CSIC.
Que por lo que a mí respecta, no tenía más que preguntar: le habría dicho por quiénes no voté, que es para mí la tendencia más segura.
Y hablando de antihéroes. Hace tan solo unos meses fui a oír a un grupo de rock. ¿Y sabe qué impresión me causaron? Que el mundo seguirá dando vueltas mientras exista la pasión, y mientras uno lleve su baúl a tono con sus sentimientos.
Me encantó una canción “Locked Out Of Heaven”, de Bruno Mars, que a todos metió el baile de San Vito en el cuerpo. De tanto en cuanto sonaba un “¡Uh!” que recordaba a Tino Casal y su “Eloise”. Qué estética la de aquella gente, tan contraria a la de D. Rodrigo, a la de Dª Inés, y a la de D. Juan; tan “pasotas” con los serios, y tan cercanos a la bipolaridad.
Qué vitalidad y energía la de Amy Winehouse; cuánta luz en Ocaña, el pintor de la ilusión que hizo de un paisaje gris una feria:
─Vamos bajando la cuesta/ que arriba en mi calle/ se acabó la fiesta.
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