De nueve meses a día de hoy estamos viviendo tiempos que hace apenas un año jamás hubiéramos podido imaginar.
Vivimos en tiempos de pandemia, guerra silenciada y ya ganada por quien la provocó, en la que están muriendo muchas personas a causa de un nuevo virus al que se le conoce como Covid-19 por ser este el año en el que de alguno de los laboratorios chinos se escapó, bien voluntaria o accidentalmente, este bichito que nos trae de cabeza al mundo entero.
La vida nos ha cambiado a todos. Desde la Segunda Guerra Mundial el mundo no se enfrentaba a una situación tan difícil y devastadora.
El pasado mes de marzo sufrimos todos un confinamiento obligado gracias al que se controló un poco esta epidemia.
Llegó el verano y nos dieron vacaciones. De alguna forma era necesario dar un respiro a la economía porque de no ser así, si no moríamos por covid acabaríamos haciéndolo de hambre.
En teoría el periodo estival frenaba la expansión del virus, cosa que hemos comprobado que es completamente incierta.
Todos sabemos que según la carga viral que se reciba la enfermedad puede causar en nuestro organismo un grado u otro de gravedad llegando en muchas ocasiones a causar la muerte.
Los más afectados como siempre los más débiles, los más vulnerables, los ancianos; “pero claro estos ya tienen edad de morirse” llegó a pensarse e incluso a decirse.
¿Acaso la vida de un anciano vale menos que la de un joven?, personas que han pasado toda su vida deslomándose para poder vivir dignamente la última etapa de sus vidas así como para que las sucesivas generaciones hayamos disfrutado de unas condiciones de vida más dignas.
Sin lugar a duda es un virus completamente estudiado para desestabilizar el sistema y destrozar las economías de las grandes potencias mundiales.
El contagio de la enfermedad es un problema grave pero no lo es menos la velocidad y el espacio como se propaga.
A este artículo lo llamo “Pandemia de pandemias” porque dentro de lo que es esta en sí, provoca unos efectos secundarios a los que también podemos considerar pandemias, como son el aumento de la pobreza y el hambre por la destrucción masiva de empleos, los trastornos psicológicos causados por los confinamientos, los miedos y obsesiones y el colapso en los hospitales, descuidándose en muchas ocasiones a otros enfermos que padecen otras patologías igual o incluso más graves que el coronavirus debido al desbordamiento y la crisis sanitaria que sufrimos.
En el mundo existen enfermedades que causan un número muy superior de víctimas mortales a los que pueda provocar la Covid-19.
El mundo sigue desangrándose en violentas guerras y genocidios.
Sigue habiendo millones de accidentes de tráfico.
La violencia machista sigue siendo una lacra para la sociedad.
Pero parece ser que ahora lo único que existe es el dichoso coronavirus.