Siempre me ha gustado mi gente, mis raíces, mi comarca, y en ella en todos estos años de emigración pero con el punto de mira puesto en ese castillo y en ese peñón, dos buques insignias de nuestros pueblos, esos dos pueblos hermanos de Belmez y de Peñarroya-Pueblonuevo, rivales como debe de ser en los deportes, pero hermanados por cercanía y por llevar esa vida paralela de nuestros centros de trabajo, aquellos que aún perduran en la mente de todos los que tuvimos esa gran suerte de verlos en acción, cuanta gente trabajaba en aquél cerco, ese pito de la una, donde salían obreros por todas partes, ese Llano, esa plaza de Santa Bárbara, esos comercios a tope aquellas maquinillas que nos traían a estudiar y a trabajar, la Belmez, La Santa Marta, y otras, algunos con nuestras carteras nos quedábamos en ese parque, esperando que abrieran los futbolines y billares en la parte de arriba de ese bar entrañable, MARLOY, ahí el fortachón el “LUMI” era el encargado del local, la capona era constante, pero bueno había que machacarse para luego dar la nota suficiente para la aprobación, ahora cada vez que vengo de viaje por estos lares que tanto quiero y admiro, me vengo por este pueblo al que tanto aprecio y me aprecian y eso se nota y es una delicia pasear por este centro urbanístico parte fundamental de este pueblo.
Hoy quiero extender unas líneas de cariño hacia un gran hombre, una persona entrañable que hace que cada día sea un día muy feliz para todas esas personas que pasan por su trabajo, el trato, el cariño que deposita atendiendo a sus clientes es digno de mención, una persona súper educada y muy amigo de sus amigos, no hace falta nada mas que entrar en ese sito de su trabajo y enseguida te das cuenta, las tertulias de alto nivel futbolístico que ahí se departen, el nivel sube constantemente, cuando aparecen compañeros suyos de aquellos inolvidables años como futbolistas de ese gran club, PEÑARROYA C.F., Tomás Palomo, el Lolo, Parra, Carlos Lao, García-Pilli, cuando viene de Madrid, parada obligatoria en ese lugar de trabajo donde como he dicho antes este pedazo de pelotero, con aquella calidad contrastada, esos centros en Casas Blancas nunca serán olvidados, ANTONIO MUÑOZ GÓMEZ, ese oficial de farmacia de la calle la Luna, es ese hombre integro, agradable, y admirable por ese sentimiento que tuvo siempre al equipo de su pueblo, una persona muy querida por esos valores que día a día traslada a todo el mundo que pasa a buscar esas recetas para la salud de los pacientes.
Como he dicho muchas veces, gracias a este digno periódico podemos conocer muchos detalles de la vida de nuestros amigos y paisanos, y es muy halagador el poder ofrecer unas líneas llenas de cariño hacia toda esta clase de personas desde lo más dentro de mi corazón.
Antonio, es un crack de la amistad, es un buen peñarriblense siempre con la mano dispuesta abierta en la ayuda de los demás, el otro día me lo comentaba Antonio, hermano del Pilli, aquí en su lugar de trabajo, en su negocio hablando de fútbol con él, todo el mundo coincide con esta versión de este buen hombre, y eso se lo ha ganado a pulso, el cariño que siempre ofreció a sus excompañeros de fútbol, nunca se olvidó, y ahí detrás de ese mostrador de esa entrañable Farmacia de esa gran calle La Luna, está esta persona con un corazón grandísimo al servicio de su pueblo.
Este cariño, también lo quiero hacer extenso, a Paco, Conde, Parra, Felipe q.e.p.d, Hilario, Lolo
Pilli, Chencho, Lozano, Sánchez, Palomo, Calvete,
Molina, Caballero, Rebollo, Pedro Leal y a ti amigo ANTONIO, por todo lo que nos diste.