La vida va pasando y te deja ese tiempo que nunca olvidas, de esas vivencias que fueron importantes y nunca olvidadas y que fue ese acicate de lo que significaba cada domingo ponerse esa dulce camiseta del equipo representativo de tu pueblo, el poder darle todo lo mejor tuyo para que esa gran historia deportiva que ya data de muchísimos años que llegaron a federarlo en esa ciudad de Sevilla, para posteriormente hacerlo en la federación cordobesa donde estuvo en el año 1952 hasta el 1962..y posteriormente desde el 1962 hasta la actualidad, el Recreativo Belmezano es un sentimiento y eso se le tradujo a nuestros hijos los que tuvimos esa gran suerte de vestir esos colores, y y hoy por derecho traigo a este artículo que me ofrece ese periódico digital Infoguadiato.com, y poder expresar ,ese esfuerzo en sus años de jugador de Salva Lechado, dejándose siempre lo mejor de el en beneficio del equipo que defendía, ése Recre que tanto queríamos y queremos. Un trabajo noble, eficaz, y siempre al lado de sus compañeros, un defensa de alta técnica y que sabía en todo momento lo que había que hacer, muy humilde, muy calladito siempre en ese vestuario, pero con un deseo de dar lo mejor de el por nuestro equipo, Salva Lechado es un espejo donde mirarse, y ahí en ese tiempo su hijo Salvi, ese gran capitán que durante muchísimos años supo estar a la altura de llevar ese brazalete representativo de lo que significaba ser capitán de este grupo humano de jugadores que dieron lo mejor de ellos por esos colores...y muchos años dejando ese pabellón de nuestro Recre por todos esos campos de Dios que él, Salvi, tanto dignificó. Desde estas líneas, solo me queda decir, que como exjugador de este club, me siento orgulloso de padre e hijo por inculcar esos valores patrimonio de este club, nuestro Recreativo Belmezano que con tanta sabiduría, humildad, entrega y compromiso, padre e hijo dejaron en lo más alto ese sentimiento hacia esos colores, blanco y azul. Nuestro más fuerte color deportivo. Gracias a ambos desde mi corazón.