La vida va desarrollando conceptos y aprendizajes, y en ellas, siempre encuentras ese punto de felicidad compartida, cuando te entregas de una manera muy solidaria a cualquier tema, que pueda dejar marcada la vida de muchas personas, que en ese momento de tu profesión ejerces, eso dice mucho bueno de ti, la lucha siempre será dura y el camino hay que recorrerlo, y la verdad que todo esto, es muy superado cuando ves reflejado e el rostro de esos niños, esa alegra inmensa de una felicidad, que hace sentirse muy bien a todos, ese momento es crucial para la persona que desde su lugar, esa mesa, controla toda esa clase, que a la postre es el mejor regalo que una persona pueda sentir.

Cuando la docencia es entregada en cuerpo y alma, eso se deja notar, hoy quiero hacerle un pequeño homenaje a una persona, que en todo ese tiempo duro de poder trabajar en esa ilusión, que era su vida, esa asignatura de religión que departia en esas clases, en aquellos años de trabajo diario en esos colegios de enseñanza pública y que ella reivindicaba con todo su amor y cariño, tiempos que la hicieron ser esa gran persona que en la actualidad es, cuando se tiene unos sentimientos muy acentuados y los llevas a la práctica con todo ese amor y cariño a los alumnos, todo esto deja una simiente muy importante en la educación de todos esos chavales, y eso se deja notar al paso de los años, cuando en esta vida te los vuelves a encontrar, y son grandes hombres y grandes mujeres, realizando trabajos de una gran valor moral, eso dice mucho de ese trabajo en esas primeras etapas de formación, la docencia bien enseñada es el punto de partida, para una mejores relaciones sociales, religiosas y culturales, y docentes como Felicia López de Lerma y Pérez de Gracia, dejó muy patente en esos años de ese colegio en el Higuerón y en otros, una profesionalidad que se merece todos los aplausos y todas las felicitaciones.
Gracias Feli, por ese gran trabajo en esos años de profesión tuya.