22 de septiembre de 2018 | Daniel Solano Sújar
Una parte de él está en mi corazón
Siempre me sentí y me siento de su amistad muy orgulloso
Nunca dejaré de agradecer en toda mi vida, que tuviera la gran oportunidad de vivir esos años de niñez y de joven, antes de tristemente emigrar, de este pueblo nuestro a esta ciudad de Madrid, y poder haber vivido esos momentos que los llevo siempre conmigo, esa amistad de ese grupo de nuestras cercanas calles, y de esos ratos en ese parque municipal, el sentir que te ibas haciendo mayor muy lentamente, empezar a sentir esos sentimientos que tanto nos unía, teníamos muy poco, pero lo poco era repartido para todos, esa calle Cruz Carrera, Calle Paseo y posteriormente esa calle del parque de ese grupo de viviendas, esas casas nuevas, ese era nuestro recorrido, y también en ese bar de casa de Cerrato del parque de Francisco y esa gran señora, Carmen, con ese cariño que nos trataba, cuando nos tomábamos ese cristos de naranja y de limón, en esos veladores que se ponían frente a su casa en el real de la feria, tiempos que se quedaron muy grabados entre toda esta charpa del parque, formada por Paco Cámara, Eduardo Carrasco, Antonio Calvo, Fernando Sánchez Robas, Marcelino Durán y el que suscribe, un grupo de amigos que nunca dejaron de estar a mi lado en mi pensamiento y en mi corazón.
Hoy quiero hacerle un reconocimiento a uno de ellos, una persona increíble, siempre con esa sonrisa, y esa gran forma de hacer que todos nos sintiéramos felices, la música era su pasión, nunca dejaba de cantar aquellas canciones de aquellos grupos de los años sesenta, esos ratos vividos, cuando caminábamos a bañarnos al “chorrero”, esa ida y vuelta llena de vivencias, como organizaba esos guateques, esa música que él controlaba, Robas, como le conocimos y conocemos todos, era muy querido en todo el ambiente juvenil de Belmez, esos amigos y amigas lo recuerdan con el cariño que él se merece, su Padre Fernando y su madre Angelita, en ese piso del número dos de la calle Paseo, ahí tenía su vivienda, una persona entrañable y con un fuerte arraigo a su pueblo y gentes.
Íbamos creciendo, y la perspectiva de la vida laboral era un poco complicado en nuestro pueblo, en esa década de los sesenta, Robas sale de esa estación donde su padre todos los días custodiaba por su empleo y cogió ese tren camino de Almorchón con destino final esa ciudad de Madrid, ciudad que compartimos un tiempo mas tarde ambos y que de nuevo sentimos eso tan grande como era la amistad.
La vida fue pasando, los trabajos y vida laboral nos fue condicionando a cada uno, en ese tiempo, toda esa charpa de ese parque, fue saliendo, Campdevanol Gerona, Alicante, la Unión Murcia y Madrid, todos dejamos ese sitio que tanto todos queremos, y aquellos tiempos de guitarras, y música nos la llevamos con nosotros.
Han pasado de todo esto muchos años, formamos familias y nos asentamos de nuevo en esos lugares donde tuvimos esos empleos, pero desde la distancia, no ha habido un solo día que no nos acordemos de nuestro rincón, ese lugar en ese parque que tanto nos ayudo a fraguar esta linda amistad, amistad que le doy las gracias a DIOS, por aún conservarla y que se quedará con nosotros de por vida.
Mi gran amigo ROBAS, vive en Córdoba con su familia, su compromiso con su mujer e hijos es perenne, sigue con ese pelazo, sigue con esa alegría y sigue especialmente unido a todos nosotros de una forma muy arraigada y verdadera, y en su interior, él recuerda y recuerda esos años de juventud que tanto disfrutamos juntos con nuestros amigos y amigas, espero que pronto de nuevo nos veamos y nos demos ese abrazo que tanto nos sigue aunando y sentir de cerca que esa amistad sigue muy viva, Fernando levanto mi copa por ti y por tu gran amistad, y lo hacemos todos estos componentes de este grupo, de esta charpa, que tanta vida nos dio y nos unió, un abrazo enorme para toda tu familia, en especial para tu hijo, de parte de todos tus amigos que te quieren y no te olvidan.
Gracias ROBAS, por ser como eres.