9 de abril de 2018 | Daniel Solano Sújar
Un jefe en esa área chica
Su experiencia la dejó patente bajo el marco
Cuando te vas formando como persona y como deportista, los valores que te inculcan deben de representar el formato de lo que en la vida debe de tener esa persona, actitud, educación, responsabilidad, respeto y sobre todo humildad, todo esto son condicionantes del éxito y el futuro en la vida de cualquier ser humano.
Como iba diciendo, la formación del deportista se nutre de todos estos ingredientes y llevarlos a la práctica es lo más importante en esa vida deportiva, todo esto lo dejo muy claro este gran portero y mejor persona que en esos muchos años que vistió esos jerséis de portero del C.D. Pozoblanco, lo dejó muy patente, GALINDO, era y es esa clase de persona comunicativa, siempre intentado aprender, siguió los consejos de sus técnicos y cuando tenía esa gran oportunidad de vestir esos colores que él lleva en su corazón, dejaba plasmado esa singular experiencia bajo ese marco del Virgen de Luna, un hombre completamente integrado, llevando esa actitud hasta el infinito a la hora de trabajar y trabajar, su espacio esa área, era su hábitat, y ahí mandaba y mandaba, y era ese JEFE que toda defensa quería tener, un portero muy sobrio, en el uno contra uno, muy bueno, su colocación siempre era exquisita y su visión desde la parte de atrás le hacía ser ese jugador importante en la estrategia de este club, un portero valiente y de mucha raza y nos dejó momentos inolvidables, que quedaron para siempre en nuestras memoria y retina, sinceramente un portero de muchos quilates y a la vez, esa suya humildad que le hacía ser muy grande.
Como siempre digo, la vida va pasando y los recuerdos aún siguen muy vivos, fueron unos años que todos los llevamos muy adentro, y cuando llega ese momento de volvernos a ver, de nuevo aparecen y es de muy agradecer que aún a pesar del tiempo que ya ha pasado, todos los tengamos presentes, algo debió ocurrir para que todo esto se recuerde con la nitidez, de cómo lo hacemos nosotros, y la verdad es que, nunca olvidaré mi paso por este maravilloso club, ni esos grandes momentos de amistad que me une con todos mis compañeros de aquellos años de fútbol del Virgen de Luna, santo y seña de una generación de jugadores a los que quiero y nunca olvido.
Ya termino para decirle a GALINDO, que fue un verdadero placer el haber compartido con él vestuario en este club y que le doy las gracias por ese comportamiento ejemplar como compañero inolvidable.
Desde esta ciudad de Madrid, un fortísimo abrazo de futbolero.