21 de marzo de 2018 | Daniel Solano Sújar
Maestro en este juego del fútbol
Unas condiciones innatas en él, que le hizo acreedor de un respeto por su fútbol
Desde muy pequeño ya se le veía salir de su casa con ese balón bajo los brazos, caminaba para el pan murillo, allí en ese sitio y en otros de nuestros espacios deportivos, le veías tocas y tocar esa pelota, y con que calidad lo hacia, de verdad, hay veces y son muchas, que las condiciones futbolísticas nacen con uno, y luego con el desarrollo del tiempo y la experiencia acumulada, ya vas haciendo mas completo todo eso que se hizo en tanto tiempo y a través de los años.
El fútbol siempre fue un factor muy importante en la vida de las personas, una ayuda interminable de comunicación y a la vez se te abren muchos espacios para conseguir esa amistad, amistad muy sana, ya que el
deporte te ayuda a conseguirlo de una forma eficaz y atrayente.
De esta persona hemos comentado mucho, su servicio al pueblo de Belmez y comarca, fue intachable ,como jugador y como entrenador por donde paso, ya que lo hizo en varios equipo y en todos dejó muy marcado sus formas y su gran dote de enseñanza, este docente de profesión, recordado siempre por todos sus alumnos de curso, también es muy recordado por todos esos alumnos del futbol, que a su lado aprendimos muchísimo.
Yo tuve la suerte de compartir con él muchos vestuarios, y en todos ellos dejó patente la calidad atesorada, ANTONIO COBOS TALAVERANO, muy querido por donde pasó, hoy le dedico estas líneas mas que merecidas por ese gran fútbol que desarrolló en ese viejo y entrañable campo del Virgen de Luna, ahí en es terreno, le veíamos moverse y tocar con una gran destreza,
esos pases al sitio, esa entrada y ese golpeo al cuero de una forma magistral, aún recuerdo, cuando rompió la red en aquél gol que le hizo al Athletic de Bilbao, en una feria de Pozoblanco, COBOS, era ese futbolista muy querido en ese C.D. Pozoblanco, su tiempo que él estuvo jugando, aún muchos pozoalbenses los recuerdan con mucho cariño, su calidad técnica era muy depurada, su humildad y su respeto por el contrario, hacía que fuera un jugador muy querido por todos los equipos contrarios y sobre todo por esa fenomenal afición, que siempre le agradecía esa calidad y esa forma de defender ese escudo, su comportamiento dejó escuela entre todos sus compañeros y siempre en esas tertulias que salen a consecuencia del fútbol de nuestras comarcas, valle de los Pedroches y valle del Guadiato, en ambos dejó plasmado su buen hacer futbolístico y sobre todo su buen hacer como esa gran persona que es.
Siempre le agradeceré, el aquél día que me dijo: vente a jugar conmigo al Pozoblanco, y yo le dije, contigo voy al cualquier parte y gracias a esta invitación, pude jugar en un gran club, con unos grandes directivos, unos compañeros inolvidables y una afición que siempre estuvo ahí, junto con nosotros.
Ya termino, para decirle a mi gran amigo ANTONIO COBOS, gracias como siempre, porque siempre donde hemos estado, has dejado el pabellón belmezano en lo más alto y ante esto, no hay palabras para agradecértelo.
Sabes que te quiero y mucho.