2 de marzo de 2018 | Daniel Solano Sújar
Ese chico de la percusión de la calle la Nava
Cuando en tus adentros están esas estrofas y las regalas día a día
Siempre disfruté muchísimo en mis años de joven, sí también tuve esa bonita etapa que nunca dejaré de recordarla, y además tuve la gran suerte de vivirla en mi tierra, en ese pueblo blanco que tanto queremos y que nos dio esa oportunidad de ser felices en todos esos años, Belmez, y su música, nos dejo grandes recuerdos, desde aquella banda del maestro Alejandro Gala, anteriormente ese Centro filarmónico que ya lo dirigía Rafael Narvaez,y posteriormente esa nuestra Rondalla, esa banda de cornetas y tambores de los hermanos Quinos, esa otra banda mas joven del maestro Antonio Estepa, ese nuestro Ateneo que también dejó marcado un maravilloso tiempo musical, y la actual a la que le deseo lo mejor para su director y alumnos.
Siempre hemos dicho, que un pueblo con su música y su banda, es un pueblo culto musical, y todo esto engrandece a las personas que están ahí y a esas otras personas que a través de sus gustos musicales fueron parte importante en la vida e historia de la música belmezana.
Hoy con todo mi respeto, quiero dedicarle unas líneas llenas de cariño y afecto, a una persona, que lleva ya media vida entregada a esa difícil percusión, han pasado muchos años y no ha perdido un ápice de lo que significa estar a punto en ese tarea diaria de tocar y tocar, que buenos momentos nos dio y nos sigue dando este chico de la calle la Nava, ese chico que en esos años sesenta se colocaba ese pantalón vaquero, con esa ropa con que nos gustaba vestir a todos los jóvenes belmezanos, eran tiempos de esos movimientos musicales en toda Europa y parte del mundo, y aquí en España, empezaban a llegar.
Le gustaba mucho su moto, esa que tuve la suerte de disfrutar junto con el, ALEJANDRO MONTES RAMÍREZ, se subía a ese sillín acomodado a su batería, esa batería que sonaba como los Ángeles, y desde ese lugar, recorrió pueblos y ciudades tocando y tocando durante un largo tiempo, esos entrañables años sesenta y setenta, que tiempos mas lindos, esos chavales, Angel, Agustín, Rafa, Matías Hermanos, y Alejandro, más tarde Agustín hijo, bueno todos ellos, esos Imperiales, que tanto no dieron y cuanto disfrutamos con ellos, de la misma forma que en estos nuevos tiempos, cuando se juntan y nos hacen pasar esos ratos, sencillamente maravillosos, algo que nunca olvidamos ni olvidaremos.
El tiempo iba pasando, y la llegada de la busca de ese trabajo seguro que te permitiera una estabilidad económica, había que formar una familia y era my importante y necesario ese puesto de trabajo, así de esa manera estar tranquilo y eso se consiguió y se pudo seguir en sus adentros, tocando y tocando, para así calmar ese gusanito musical que mi amigo Alejandro lleva muy adentro.
Alejandro, siempre ha estado ligado a esa bonita afición, su nivel quedó siempre muy demostrado, ya lo hizo junto a su primo Manuel Ramírez, q.e.p.d., esa voz que aún llevamos todos dentro de nosotros, inolvidable, en esa Casa de Andalucía de Leganés, era todo un esplendor verlos en esas actuaciones, Alejandro nunca dejó esa percusión, su manos siguen al nivel exigido y aún más y más, en ese grupo de BAJOGUIA, que bien suenan y con cuanto sentimiento, Alejandro Montes es un enamorado ese arte nuestro, participa y siempre tiene un momento para estar con sus amigos en esos dulces momentos de cantarle y tocarle a su tierra a través de esa música que desarrolla, sinceramente algo muy nuestro este pedazo de belmezano que dignifica cada día nuestro gentilicio.
ALEJANDRO MONTES RAMÍREZ, es esa clase de belmezano que ama la música y que a través
de su percusión siempre está en nuestra memoria y recuerdos, ese grupo de IMPERIALES, fue muy importante en esas etapas de nuestras vidas y eso siempre lo tendremos junto con nosotros, ya sólo me queda decirle, gracias amigo, por todo lo que nos diste desde ese sillín tocando esa pedazo de batería y ahora desde esa silla de enea, que tanto significa nuestras costumbres andaluzas, tocando y tocando el compás que nunca pierdes, con esas excelentes manos, que DIOS te dio para felicidad de tus amigos.
Te quiero amigo.