12 de octubre de 2017 | Daniel Solano Sújar
Belmez, ese bello lugar
Ese cielo azul que tanto transmite
Bueno, es muy complicado el poder expresar lo que uno siente del lugar donde tuvo la suerte de nacer, ese sitio ideal, ese paraje donde creciste, donde empezaste a sentirte feliz, ese lugar donde las relaciones siempre fueron ese estandarte de vitalidad, esos amigos que a pesar de los años, nunca los olvidaste, ese parque que tanto encierra, esos paseos, vueltas y vueltas y siempre ilusionados, esos primeros escarceos y esas sensaciones nuevas, que bonito era eso, ese parque está y estará siempre en el recuerdo de todos nosotros y nosotras, de verdad que fueron tiempos muy bonitos de vivir, no hacia falta tener mucho, esa calle, esos vecinos y esas largas charlas de verano, todos sentados, arraigando esas amistades que gracias a Dios, hoy continúan, que tiempos, esas visitas andando a ese sitio para refrescarnos, ese chorrero, a cuantos nos agradaba bañarnos ahí, mas tarde en esa piscina que nos hizo nuestro alcalde del millón para el mejor, que fechas aquellas de los dieciocho de Julio, como se ponía esa piscina, cuantas fiestas en ella, que noches de bailes, con aquellas orquestas amenizando, esos Veloces, esos Imperiales, esas entrañables fiestas de los peritos, cuanta alegría y cuantos buenos ratos pasamos en ese lugar, que pena que hoy esté en esas circunstancias, de verdad cada vez que paso por ahí, me embarga la tristeza, no se si pudo hacer algo para mantenerla, esas instalaciones eran en aquella época un sitio muy visitado, todo esto sigue en nuestros recuerdos, muchas personas dicen que basta ya de tanto recordar, y yo digo recordad es vivir, y eso nunca dejaremos y dejaré de hacerlo.
Los tiempos van pasando y pasando, hoy la juventud tiene otros recursos a la hora de pasarlo bien, pero yo digo que en nuestro tiempo en aquellas décadas de los sesenta-setenta, fuimos muy felices, aquellas reuniones y aquellos bailes, y esos primeros pasos de baile al aprender, con los nervios propios de la edad,el cogerle la mano a esa niña que tanto te gustaba, esto, no hay palabras para describirlo, ese sentimiento y ese pellizco, era muy fuerte, y la verdad que esos pequeños ratos, vivirlos fue toda una delicia, esos cines de verano y el de invierno, como se ponían esos cines, se llenaban, Belmez, tenía esa cantidad de habitantes, y ver esa calle Córdoba, paseando para arriba y para abajo, era todo un ejemplo de un pueblo vivo.
Han pasado muchos años y muchos belmezanos, lo que viven en el pueblo y los que tuvimos que salir, todos llevamos ese ADN, de sentimientos muy encontrados, se que muchos al ver, fotos e imágenes, su corazón late mas deprisa y esa sensación de alegría la llevan siempre consigo, ese bello lugar, que tanto amamos, nunca deja de estar con nosotros, muchos llevamos mucho tiempo emigrado, nunca perdimos nuestras raíces y costumbres, esa llegada con tu coche, después de un largo viaje y ver esa torre del homenaje de nuestro referente, es una fotografía que todos llevamos en nuestras retinas, esos momentos vividos, en semana santa,esas pascuas, ese diecinueve de Enero, día de los tomillos, ese recuerdo está siempre perenne, esas charlas de verano y esa entrada a nuestra novena en honor de nuestra Patrona, esa Patrona que tanta devoción le tenemos y esa procesión de ese día siete de Septiembre, donde acuden de todas partes para estar junto a ella, y ese trabajo de nuestros costaleros y ese día once en ese acompañamiento de nuevo a su casa, a ese lugar donde está todo el año, esperando nuestra visita, todas estas vivencias siguen vivas en nuestro interior y las llevaremos de por vida, BELMEZ, tiene algo muy especial y a pesar de los años y años, ese sentimiento hacia lo nuestro sigue intacto y sigue vivo y así debe de ser, los belmezanos y belmezanas, dignifican por donde anda, ese gentilicio nuestro, Belmezano es una forma de ser y una forma de sentir, y ya termino dándole ese abrazo virtual a todos mis paisanos y paisanas desde esta ciudad de Madrid, diciendo, viva Belmez, y viva sus gentes.