26 de septiembre de 2017 | Daniel Solano
Esos años de fútbol inolvidable con su Recre
La amistad se quedó con ellos para siempre
Cuantas historias entrañables tiene ese escudo, han pasado cerca de sesenta años y aún en sus retinas tiene almacenadas todas esas historias futbolísticas de su pueblo, de su equipo de su Recreativo Belmezano, que tiempos donde aún ese campo estaba recién vallado y esos vestuarios empezaban a coger formas, el fútbol de esa època, marcó un tiempo que a los que aún viven, lo recuerdan como algo muy suyo, esos momentos irrepetibles, esos días de trabajo y trabajo, y había que acudir a esos entrenamientos para poder aguantar correr detrás de ese balón de correílla, con aquellos borceguíes, esas botas que a veces algunas se levantaban las puntillas y al final del partido tenías esas medias o calcetines con manchas rojas de esa sangre, tiempos duros, donde el vestuario, eran aquellas camisetas de botones y algunas con unas cuerdas que te las apretaba para hacerte el cuello mas justo, bueno, como he dicho eso se quedó para siempre en sus recuerdos, hoy quiero hacerle ese pequeño homenaje de reconocimiento a Manuel Rivera Pérez, cuanta entrega en esos partidos de aquellos épocas, un extremo con mucha calidad y un buen regate en seco, acompañado de unos centros muy buenos para ese goleador Sierra, aquél célebre jugador que vino de ese pueblo sevillano, Osuna, a trabajar en la mina y se quedó con nosotros.
Después de un tiempo, esos años de los cierres de nuestro cerco industrial, de muchos cierres en nuestra zona minera, MANOLO, emigra a la ciudad de Madrid, la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, empieza ese declive en la zona y Manolo Rivera, él trabajaba en la compaña de ferrocarriles, y en Madrid empieza en los Ferrocarriles de Vía Estrecha, ocupación que ya tenía en esos años de trabajo en nuestra zona de Peñarroya-Belmez, hasta su jubilación.
Manolo y su mujer Antoñita, forman ese matrimonio belmezano, los primeros años fueron duros, ya que una ciudad tan grande, pero ellos enseguida se aclimataron y formando esa bonita familia que hoy gracias a Dios mantienen.
El bar belmezano de sus padres CASA RIVERA, en la calle la Fuente, hoy Carlos Rodríguez, fue siempre ese bar cercano, ya que su querido padre y madre era esa clase de persona muy cercana y amables, esas tertulias eran dignas de escuchar, cuantos ratos agradables se vivieron en ese entrañable local.
Manolo ya es un octogenario amante de su pueblo y raíces, nunca perdió su acento, es de esos belmezanos que a pesar de la distancia y de los años ya emigrados al hablar de su pueblo, los ojos le brillan y a la vez se le cae esas lagrimas de amor por ese lugar que él lleva en el corazón, sus amistades siempre fueron para él parte importante de su vida, uno de ellos Juan José Vioque Ruiz, era su amigo del alma, cuantos ratos echaron los dos juntos en esta ciudad de Madrid y en nuestro pueblo el suyo, su Belmez del alma.
Hay personas que dejan siempre esa huella difícil de olvidar y en esto Manolo, siempre sacó matricula de honor en esa profunda amistad que siempre le dio a sus amigos, muy belmezano y una persona que se merece lo mejor, siempre tiene esa palabra cariñosa para todos sus paisanos y amigos, una persona que siempre dignificó ese gentilicio nuestro, todo el mundo sabia y sabe que es de ese bello rincón en el corazón del alto valle del guadiato, su Belmez, del que se le llena la boca al nombrarlo.
La vida pasa, pero los recuerdos quedan y este hombre nunca perdió su horizonte, ellos dos Manolo Rivera y Antoñita, son esos belmezanos de los que nos sentimos muy orgullosos, y a los que queremos por todo los que nos dieron y nos siguen dando, gracias a los dos por ser las personas que sois.