Cuando naces en un domicilio donde el deporte es la base para esa comunicación, es importante el respeto hacia todos tus compañeros de equipo y desde ahí formar esa piña de unión, que a la postre será un beneficio para el total del conjunto, esto siempre va en beneficio del grosor del club que uno puede defender.
Desde muy pequeñito si uno ha visto lo que significa ser deportista, y lo ha visionado en su progenitor, ya que él dejo esa gran impronta y un bello recuerdo por donde paso como futbolista, entonces tienes mucho ganado si sigues la pauta de esa imagen, seguramente te sentirás muy orgulloso en el final de tu carrera deportiva como futbolista.
Hoy como no podía ser de otra forma, tengo esa obligación moral de comentar con todo respeto el enorme trabajo, la gran ilusión que le supuso a él, vestir esa camiseta de su recre, de la misma forma que anteriormente la había compartido su querido padre, su hermano mayor y un poco más tarde el más pequeño de la casa, estando algunos años juntos los tres hermanos Cobos, hoy le voy a dedicar unas líneas para agradecerle a Agustín Cobos Ríos, esa forma de defender el escudo de su padre, y de sus hermanos ,ese recre que él tanto quiere.
Agustín era un todo terreno en ese centro del campo, su calidad era la cualidad más importante de su fútbol, y de ella se servía para deshacerse de los contrarios de una forma tremenda, su posición en el terreno de juego era de un nivel altísimo y con ese fútbol de entrega y acompañada de esa comentada calidad, le hacía ser un hombre importante en el esquema de juego de su equipo.
Su calidad estaba fuera de duda, sus dos piernas las utilizaba con esa magistral clase y desde ahí distribuía ese fútbol sencillo y a la vez difícil de hacer, que movía a su equipo en ataque de una forma sensacional, muchos goles que marcó su recre, fue debido a esos pases milimetrados para dejar al delantero delante de la portería y con todas las garantías de hacer ese gol deseado y trabajado, Agustín, aprendió mucho de su padre, ya que en ese centro del campo, era uno de los mejores jugadores que nació en nuestra comarca del Guadiato y a pesar de los muchos años pasado, la gente lo recuerda con un cariño muy especial, ya que siempre dejó patente, que la deportividad siempre iba unida a la formación del jugador y todos los domingos quedaba muy clara la gran disposición en la aplicación de esa asignatura en la confección de su fútbol.
Todo esto su hijo Agustín lo supo llevar a la práctica y de esa forma su fútbol fue muy reconocido por todos los aficionados de Belmez, como así todo esos aficionados donde ese partido se jugaba de esos pueblos limítrofes con lo nuestros y los provinciales que pertenecían a la liga de este club nuestro.
Como decía al principio, esta familia el fútbol lo lleva en su sangre y tanto él como sus hermanos, ellos siempre estaban ligados al deporte del balompié, fútbol, fútbol sala, y bueno, trabajar con los mas pequeñitos para enseñarle esas normas deportivas para formarlos para la práctica de este bonito deporte, y la verdad que a uno le encantaba verlos en su cometidos, ya que el aprendizaje de su padre, quedaba patente en su forma de aplicación para los chavalillos.
Agustín nos dejo muy buenos momentos de ese gran fútbol suyo, y desde estas líneas, sólo me queda darle las gracias por todo lo que nos diste y nos regalaste amigo Agustín.
Desde Madrid, un fuerte abrazo crack.