25 de octubre de 2016 | Daniel Solano Sújar
Aquellos días de fútbol en el San Antonio
Cuántas veces hemos comentado esas conversaciones de aquellos años de la década de los sesenta, donde el fútbol era la principal diversión de los chavales, aún con pantalones cortos, hacíamos esos grupos para formar el equipo de nuestra calle, el fútbol lo veíamos en aquellas televisiones de blanco y negro, esos partidos televisados acudíamos a los bares, pedíamos nuestro CRISTO DE NARANJA o de LÍMON, y aquellas sillas de enea, veíamos en silencio el fútbol, ese que nos hacía ilusionarnos, en ese tiempo había mucha juventud en nuestro pueblo, unos diez mil habitantes y en cada barrio, había esos campos donde correr detrás de aquella pelota blanca, y pelearnos por la victoria, eso de ganarle a una calle, era muy comentado en nuestros recreos de esas escuelas del parque, de verdad, a lado de mi casa estaba el campo la estrella, ahí era donde poníamos dos piedras y a jugar y jugar, también cuando salíamos de clase, volvíamos a jugar otros partidos, hasta que se encendían las luces y ya nos íbamos todos para casa, como he dicho en cada parte del pueblo, había ese lugar donde correr detrás de esa comentada pelota, a mi me gustaba mucho jugar en el campo de la charca, que bien se jugaba ahí, y que buenos jugadores, todos muy pequeños, pero casi todos después jugaron esos partidos deseados en el campo del fútbol, ese campo junto al jardín de Renfe, donde ese eucalipto de entrada, ya marcaba lo importante que era saltar a ese terreno, rodeado de aquellos cables de la mina, que delimitaba el terreno de juego, unos asientos alrededor del campo de unos cincuenta centímetros de altura, del color del cemento, allí te sentabas y veías entrenar aquellos hombres grandes que a la voz de Cecilin Cascos, hacían los ejercicios que él iba diciendo, eran los míticos jugadores de nuestro Recre, y que buenos eran, algunos intentamos emularlos y algunos lo conseguimos bajo la sapiencia de ese gran hombre que nos dirigía y nos aconsejaba en todo momento para que sintiéramos ese escudo de ese gran club y la verdad que Juan Cortés Mora, lo consiguió.
Cómo decía al principio, esos partidos de las calles, nunca los olvide, me gustaba mucho jugar contra el San Antonio, ahí en ese lugar donde estaba la mina Santa Isabel, aquella mina que un jueves 17 de Marzo a las cinco de la tarde, se oyó un gran estruendo, dejando desolado a muchas familias, en aquella maldita explosión, se quedaron allí 53 fallecidos, fue un horror de dolor y de pena, esa loba carnicera que ha dejado a Belmez, de dolor y de pena.
Bueno, pues en ese lugar pasado ya muchos años, los chavales de esa zona y de las casas baratas, tenían su equipo, en una de las casas que se revitalizaron como viviendas, la casa de Calleja, un chaval que le gustaba mucho jugar de portero y la verdad, tenía muy buenas aptitudes, en ese equipo figuraba Jenaro Hernica, Los hermanos Balsera, los hermanos Alcántara, el amigo Ruiz y muchos otros, esos partidos eran duros y la verdad, se veía unos partidos que acudían muchas personas a verlo, el orgullo de tu calle, había que sacarlo y en esos minutos jugados quedaba patente en esos partidillos de juventud.
Es de obligada memoria, recordar a esos chavales que desde otras calles donde vivian le dieron al fútbol de barrio de su pueblo unas muy buenas tardes de fútbol, Alfonso Pajuelo, el Gurri, hermano de Pacorri, Pedrito Sánchez, Rogelio Cano, Ignacio Ruiz, y tantos y tantos otros que posteriormente defendieron esa camiseta blanca y azul, que las sacaban de aquél cajón y nos la poníamos todos y en ella nos sentíamos muy felices, porque el poder defender al equipo de tu pueblo era algo inenarrable.
Antes de terminar, decir que este escrito es un recordatorio para todos aquellos chavales de Belmez, que en esos años, dieron lo mejor de ellos por el fútbol local, algunos ya nos dejaron pero todos ellos, siempre serán recordados con el mismo cariño que ellos se merecen.
BELMEZ y sus calles fueron partícipes de ese esplendor del fútbol belmezano, ese camino lo abrieron anteriormente otros, nosotros hicimos lo mismo y así sucesivamente las generaciones fueron dejando ese camino abierto y hoy seguimos teniendo en nuestro pueblo ese partido deseado del domingo, y así desde hace ya cuarenta y dos años, es hora de felicitarnos y felicitar a todos los que trabajaron altruistamente por hacerlo realidad.
Gracias a todos por ese gran servicio al fútbol local.