4 de abril de 2021 | Manuel Villegas Ruiz
El aborto y la autanasia
¡Ea, ya nos podemos sentir satisfechos los españoles!
Nuestro Gobierno tiene recién aprobada la ley de la eutanasia, que junto con la del aborto permite la privación de la vida, por no llamarle asesinato, a los seres más indefensos de la Sociedad: los no natos y las personas que, por su edad, achaques o, en muchos casos, carentes de capacidad para decidir con plena lucidez, en algunas ocasiones, piden, sin ser totalmente conscientes de ello, que se les prive de la vida porque no pueden soportar un agudo padecimiento.
En el primer caso nos hemos igualado con los espartanos y con los romanos. Hay profundos y muy serios estudios de historiadores que mantienen que los primeros, cuando nacía un niño con alguna deformidad, no lo consideraban apto para que siguiese viviendo y lo arrojaban desde el monte Taigeto al río Eurotas en el que perecía no sólo por la brusquedad del golpe, sino también por la hipotermia causada por sus frígidas aguas.
Cosa parecida se cuenta que tenía lugar en la primitiva Roma, despeñando al crío que no merecía vivir desde la roca Tarpeya.
No voy a entrar en disquisiciones sobre la veracidad o falsedad de tales hechos, pues no es el motivo de este trabajo, y además hay historiadores que defienden la autenticidad o falsedad de estos hechos.
Sí quiero hablar sobre el horrible crimen del asesinato de los no nacidos. No encuentro otro nombre para la privación de la vida de quien aún no ha llegado a experimentarla.
Por lo menos los espartanos y los romanos esperaban a que el niño naciera y, una vez evaluado, dictaminaban si debiera de seguir viviendo o no.
El aborto se realiza cuando la criatura está en el vientre materno, así que no se puede dictaminar sobre si es “válido” o no para dejarlo nacer.
La eutanasia, eufemismo de crimen, puesto que su étimo en griego antiguo es εΰ (bien, bueno) y θάνατος (muerte), o sea, buena muerte, se justifica porque con ella se evitan sufrimientos mayores; el mayor sufrimiento que puede padecer un ser humano es la privación de su vida, así que no usen circunloquios para justificar un asesinato.
No se tienen en cuenta los cuidados paliativos. Hay muchos y muy buenos profesionales de la medicina que los practican, en muchos casos salvando la vida del paciente, y en otros proporcionándole una muerte lo más bonancible y tranquila posible, sin tener que recurrir a la inyección letal.
Pero claro, es más económico (hoy en día todo se evalúa según su coste) y menos complicado que mantener la vida de quien la sobrellevaría con mayor paciencia y resignación, y por ello se le hace desaparecer sin tener en cuenta no ya la caridad y el amor al prójimo, sino simplemente el humanismo.
¿Qué harán los médicos con el Juramento hipocrático cuya base es: “No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”, ¿se opondrán a él, o como dóciles borregos, obedecerán esta perniciosa ley?
En ella, aunque no la he leído, pero los medios de comunicación lo han manifestado hasta la saciedad, se contempla que el médico que, según su conciencia, se niegue a tan horrible crimen, pasará a formar parte de una lista de disidentes, cuyas consecuencias podrán ser perniciosas para el ejercicio de su profesión-vocación y lo arrinconarán como a un apestado, vetándole toda posibilidad de promoción.
¿Quiénes llevarán a cabo tal relación? ¿Los comisarios políticos, al igual que en los más duros regímenes comunistas?
No sería de extrañar porque estamos bajo un gobierno social-comunista.
Para mayor escarnio e indignidad esta eliminación de un humano se practicará en la Seguridad Social, pagada con los impuestos de todos los españoles aun de los que no estamos de acuerdo con tan horrendo crimen.
Eso es abuso y despilfarro del dinero de los contribuyentes. Si se da el caso de que un paciente pide ser eliminado que lo pague a su costa, no con el dinero de los contribuyentes.
Como ciudadano libre y contribuyente exijo que con mis dineros no se asesina a nadie.
Con uno y otra, aborto y eutanasia, nos equiparamos a uno de los mayores monstruos que ha habito en la historia de la Humanidad: Hitler (los otros fueron los totalitarios comunistas), que eliminaba a todo ser humano que no se correspondiese con el paradigma que el concebía que debería de tener un ario puro, de manera que eliminó a millones de judíos, gitanos, homosexuales y a todo aquel que no se ajustase a su modelo de persona.
Pedro Sánchez y sus conmilitones ¿han tenido en cuenta la voluntad de la mayoría de los españoles y el dictamen de los peritos y conocedores de este asunto?
Los medios de comunicación manifiestan que no.
Teneos que oponernos a una ley, aunque esté aprobada, cuyo fin es tratar al enfermo como cosa inservible a la que hay que eliminar.