13 de mayo de 2013 | Rafael Rivera

Folclore /folklore belmezano

HOY EN DÍA LOS MAYORES RECUERDAN HABERLA VISTO BAILAR EN LAS FIESTAS FAMILIARES Y PÚBLICAS Y EN ÉPOCA DE MATANZAS

Vestido o forma de vestir de Belmez
Vestido o forma de vestir de Belmez
De la jota de Belmez no se conoce la fecha en que comenzó a bailarse, si bien parecen existir antecedentes que confirman el hecho de que a comienzos del siglo XIX era ya muy popular. Solía bailarse en todas las reuniones tanto públicas como privadas que tenían lugar en la población, especialmente el "día de los tomillos" y en las matanzas. Actualmente ha dejado de bailarse, no se ha sabido transmitir de generación a generación como ocurre en la mayoría de las localidades.
Era bailado por un número de parejas mixtas, preferentemente en número de seis, el baile se inicia con seis compases como preludio, terminados los cuales empieza aquel, a la vez que el canto de la copla, consta de tres estrofas con letras distintas. Se acompaña a la guitarra y bandurrias y es ejecutado por dichas parejas, que cambian varias veces de posición y evolucionan en línea y sin enlazarse, hasta la finalización de la danza que cambien de posiciones varias veces durante el estribillo y concluye en "jarras", sujetándose los hombres la chaquetilla o el chaleco. La jota dice así:
La jota me dan que cante
la jota yo no la sé
pa darle gusta a mi amante
la jota ya cantaré
Arrincónamela, échamela al rincón
si es casada la quiero, si es soltera mejor
si es soltera mejor, si es soltera mejor
si es casada la quiero, échamela al rincón
A la de lo colorao
se lo quisiera decir
pero me ha dado vergüenza
dígaselo usted por mí
La jotilla que bailamos
es muy graciosa y bonita
es nacida en nuestro pueblo
con su castillo y ermita...

El hombre lleva chaleco de pana negra abrochado por dos hileras de botones sin mangas, camisa blanca con tirilla y encaje, pantalón de pana negra abrochado a la derecha con cordones, faja roja, medias blancas y zapato negro. Al cuello un pañuelo rojo y sobre la cabeza un sombrero negro con el ala hacia arriba.
La mujer viste falda de paño con rayas verticales de varios colores. Enaguas con encajes, blusa y delantal negro, adornados con encajes, medias rayadas, zapato negro, pañuelo sobre un peinado con aderezos, lujos y con moño bajo. Hoy en día los mayores recuerdan haberla visto bailar en las fiestas familiares y públicas y en época de matanzas
Desde que tenemos noticias por fotografías y hasta los sesenta, el vestuario tradicional fue desapareciendo progresivamente.
La vestimenta era muy práctica y estaba caracterizada por ser sencilla, ropa utilizada para realizar pesadas tareas del campo con un clima duro, inviernos bajo cero y veranos tórridos y confeccionada con materiales muy humildes. La vestimenta salvo las clases pudientes se cosían por las propias mujeres, había numerosas modistas y modistillas que realizaban estos menesteres. Evidentemente también había prendas de mejor calidad destinadas a unos pocos que exteriorizaban su poder económico a través de ellas.
En general, los habitantes de Belmez eran gente sencilla que poseían dos clases de ropa: la del trabajo y la “ropa de fiesta” o “de mudar”. Esta última se guardaba para ir a misa los domingos y para fiestas especiales. En numerosos casos sería la ropa de su boda y la de su entierro.
Cuando poseían una prenda de mayor calidad, pasaba de madres a hijas y de padres a hijos. Las mujeres guardaban su mejor saya o su mejor mantón para sus hijas. Las mocitas casaderas por Santa Bárbara, en el baile de los peritos se confeccionaban trajes para esta ocasión.
Los jóvenes, emplearían colores más alegres y serían los primeros en abandonar la vestimenta tradicional. Los hombres en general también abandonaron el uso de la vestimenta tradicional antes que las mujeres, tal vez porque salían más del pueblo y veían más cosas.
El traje tradicional de los hombres lo conformaban un calzoncillo interior, largo o corto según estación, pantalón corto los niños y luego fue sustituido por los pantalones largos, la faja que se rodeaba a la cintura, la camisa, el chaleco, un sombrero o boina más recientemente y unas alpargatas o zapatillas para los pies.
En casos contados usaban también, capa de paño negro, que se usaba en ocasiones muy especiales y era símbolo de etiqueta.
El vestuario femenino era más amplio y variado, empezando por la ropa interior que solía ser de color blanco con algún detalle bordado y puntillas. Se componía de camisa interior y enaguas de hilo o algodón. Sobre las enaguas se colocaban las faldas o sayas largas hasta el tobillo. Solían llevar una saya más nueva y bonita que cubrían con una vieja para no ensuciarla. Sobre las sayas y para protegerlas solían llevar un delantal. Además, llevaban medias de lana de color blanco o negro y alpargatas de esparto o zapatos. En la parte superior usaban camisa o chambra de cuello cerrado y manga larga y mantones o toquillas de lana para el frío.
En la cabeza, sobre el tradicional moño, se colocaban pañuelos atados y cuando asistían a la iglesia mantillas caladas para cubrirse la cabeza en señal de respeto.
En cuanto a las joyas, como mucho tenían algún pendiente, anillo o medalla de bisutería. Y alguna filigrana cordobesa. Cuando poseían alguna pequeña joya, esta era heredada de generación en generación. Como en la vestimenta era la clase pudiente la poseía joyas, como llamamos aquí, de verdad.
Me acuerdo cuando era un niño una estampa que se me ha marcado, y la veo muy amenudo, es la vestimenta hasta hace algunos años, el luto, es decir, vestir de negro en señal de duelo cuando un familiar fallecía. Mis abuelas decían que el luto por un familiar cercano eran cinco años y se llevaba rigurosamente por todos los miembros de la familia desde niños a mayores, aunque era especialmente estricto en el caso de las mujeres. En muchos casos las viudas llevaban luto hasta su muerte. Este hecho marcaría sin duda la forma de vestir en una sociedad con un alto nivel de mortandad.
De las fotografías antiguas se ha podido recabar que la mujer usaba además de las enaguas bajeras (falda interior de tela blanca usada debajo de la falda exterior), el colechillo (corpiño sin mangas) y la chambra (vestidura corta a modo de blusa) con refajo, sobre otro refajo que se recoge por atrás, para ponérselo en la cabeza.
En el hombre, según las fotografías, en las que aparece con sombrero alancha (levantado por un lado y sujeto con presilla) con pantalón y chaqueta ajustada en caderas y en algún caso corta con alamares (flecos) negros. A mediados del siglo XIX usaba faja y catite (tela de seda).
Amedida que avanzaba la industrialización y atraía a la población rural hacia los núcleos de población, las danzas relacionadas con las actividades agrícolas surgieron nuevas danzas. La invasión de gentes extrañas que vinieron de fuera a buscar el trabajo de las minas, borró el antiguo traje popular.
 
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